MUSICA › GAL COSTA Y SUS PRESENTACIONES EN EL GRAN REX
La cantante bahiana, símbolo de la música brasileña, actuará este miércoles y jueves en el ciclo que conmemora los 50 años de la bossa nova. Y la mejor manera de hacerlo, argumenta, es apelar a uno de sus músicos más lúcidos y talentosos.
› Por Santiago Giordano
Primero pregunta si puede hablar en portugués –“despacio”, aclara– y a medida que la conversación transcurre, el lenguaje va y viene entre la música de su acento nordestino y un portuñol lleno de buena voluntad. Gal Costa comienza la entrevista subrayando que siempre regresa con placer a la Argentina, país en el que dice sentirse querida y al que, desde que cumplió su primera visita, allá en los comienzos de los años ’70, la ligan numerosos recuerdos. La presencia de la cantante bahiana, este miércoles y jueves en el Teatro Gran Rex, en esta oportunidad tiene que ver con las celebraciones por los 50 años de la bo-ssa nova y particularmente con un homenaje a uno de sus músicos más lúcidos y talentosos: Antonio Carlos Jobim.
Gal canta Tom Jobim es el nombre del espectáculo. Como lo hiciera en un disco grabado en vivo y publicado en 1999 –un año después se editó en DVD–, Gal Costa propondrá versiones personales de algunos de los temas del gran creador brasileño. “Aquél fue y es un disco muy importante para mí, más allá del valor artístico que pueda tener, y que por supuesto otros deben juzgar”, explica a PáginaI12. La cantante lamenta que ese disco haya llegado casi como un consuelo, como la parte posible de proyectos más ambiciosos entre ella y el compositor fallecido en Nueva York el 8 de diciembre de 1994. “Es que con Jobim teníamos desde hacía mucho tiempo la idea de hacer un disco juntos –cuenta–, ya estaba todo arreglado. Pero lamentablemente no hubo tiempo. Tom partió demasiado pronto. Así es que grabar ese disco fue para mí una suerte de continuación de aquel proyecto, y recién algunos años después de la muerte de Jobim tuve fuerzas para hacerlo.”
–¿Por qué quiso cumplir ese proyecto aun sin Jobim?
–Porque yo soy una cantante muy influida por la bossa nova y por Jobim en particular, aunque mi homenaje hacia esta música es muy anterior al disco del que estamos hablando. Pero ahora es un momento especial, el de la conmemoración de estos 50 años de existencia de la bossa nova, y nada mejor que hacerlo con temas de Jobim.
–¿Qué lugar cree que ocupa Jobim entre los creadores brasileños?
–El más importante entre los más importantes. Definitivamente él fue un divisor de aguas: en la música del Brasil hubo un antes y un después de Jobim, cómo negarlo. Pero para hablar de Jobim necesariamente tengo que hablar también de Joao Gilberto: juntos fueron los inventores de la bossa nova, los grandes mentores. Jobim fue el gran compositor de la bossa nova, él hombre que hizo los arreglos para un cantante increíble como Joao Gilberto.
–¿Y el lugar que ocuparía la bossa nova en la música popular brasileña, según su percepción?
–Fundamental, sin dudas. A partir de la bossa nova la música brasileña cambió completamente.
–Usted trabajó mucho con Jobim, tanto en Estados Unidos como en Brasil. Más allá del gran artista, ¿cómo lo recuerda en lo personal?
–Era una persona muy inteligente, brillante. También lo recuerdo como una persona de un humor increíble, lo cual obviamente también habla de su inteligencia. Era un ser especial, cada show con él era una fiesta, tanto en el escenario como en el detrás de escena. Todos los que estaban alrededor suyo seguramente reían en algún momento, era un gran bromista.
Maria das Graças Costa Penna Burgos –ése es su nombre completo– asegura que no podría elegir uno sobre otros entre los temas de Jobim, y anticipa que en los shows del Gran Rex cantará secundada sólo por una guitarra, lo que hace presuponer ese clima de intimidad que a la música de Jobim le sienta maravillosamente bien. Esta intimidad constituirá también un verdadero desafío artístico, aun para una voz y una expresividad como las de la bahiana, que como pocas contuvieron y reflejaron los innumerables matices que separan las estridencias y las melancolías en la música brasileña.
Parte fundamental de esa generación de artistas entre los que aparecen nombres como Caetano Veloso, Gilberto Gil, Chico Buarque, Maria Bethânia, la voz delgada y sedosa de Gal Costa se balanceó entre el continuo descubrimiento de un repertorio y la celebración de los clásicos, lo que le permitió moverse en el mercado internacional y en el brasileño con idéntico prestigio. Cuando en 2005 la crítica le señaló cierta pereza a la hora de apreciar lo nuevo de la música popular brasileña, ella reaccionó con Hoje, un disco en el que conjuga distintas generaciones, con temas de Caetano Veloso y Chico Buarque, pero también de los más jóvenes Moreno Veloso y Tito Bahiense. “Aquél era un trabajo que había pensado muchos años antes; lo hice porque tenía ganas de hacerlo, no porque tuviera que responder a las críticas”, señala.
Los minutos concedidos para la entrevista pasan, la charla se prolonga y desde su casa la cantante cuenta cómo su madre, uno de los 14 hijos de un portugués que había llegado a Bahía para montar una fábrica de cigarros, signó para ella un camino de artista. “Cuando mi madre estaba embarazada de mí, escuchaba continuamente música clásica, todos los días. Se concentraba en la escucha para que todo eso llegue a mí, para que salga una persona musical, un artista”, asegura.
–¿Cuál es su primer recuerdo musical?
–Creo que desde que tengo uso de razón me gusta la música. Siento que soy una persona musical y desde muy chica la mejor forma de comunicarme con el mundo que encontré fue la música.
–Alguna vez dijo que no le gusta mucho el carnaval. Suena extraño de parte de alguien que es un símbolo bahiano...
–Es cierto, el carnaval nunca me gustó mucho. Pero no se asuste, no a todos los que nacen en Bahía les tiene que gustar el carnaval, ¿o sí? Encuentro bonito verlo, ver a toda esa gente danzando, bromeando, disfrutando. Pero ésa no es mi manera de disfrutar las cosas. No me gusta participar del carnaval, porque hay mucha gente en la calle, mucho amontonamiento, demasiado alboroto... No sé por qué, pero no está en mi naturaleza. Eso no me hace menos bahiana, ¿verdad?
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