Vie 20.02.2009
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MUSICA › ROGER HODGSON ACTUARA ESTA NOCHE EN EL GRAN REX

“Mis canciones siguen estando vivas”

A treinta años de Breakfast in America, el ex integrante de Supertramp asegura: “Mi voz está mejor que nunca”. Promete entonces a sus fans que, más allá de su material solista, cantará los clásicos “Dreamer”, “The Logical Song” y “Give a Little Bit”, entre otros.

› Por Luis Paz

El armonio es un instrumento de teclas que bien puede ser el eslabón perdido entre el organillo y el acordeón. Hay que darle aire golpeando el fuelle o con un ventilador y darle rienda suelta a la creación en su teclado de órgano. En Asia es usado en composiciones folklóricas y religiosas. ¿Cómo fue a parar uno a una venta de garaje en Oxford, donde un entonces adolescente Roger Hodgson lo consiguió a cuatro dólares? Cómo saberlo. Lo que sí es conocido es el uso que Hodgson le dio en Supertramp, esa histórica banda de vagabundos progresivos nunca profetas en su tierra pero siempre bien recibidos en Estados Unidos y el resto de Europa. Ese armonio de cuatro dólares es el responsable del lacerante resoplido en negra al comienzo de su hito instantáneo: “Breakfast in America”. Pero Hodgson compuso en él otras hermosas canciones de amor universal como “Two of Us”, “It’s Raining Again”, “Soapbox Opera” e, incluso, “Fool’s Overture”. ¿Dónde está, 35 años después, ese armonio? Todavía en poder de Hodgson, que sorprenderá a muchos si lo utiliza esta noche, desde las 21, en el Gran Rex.

Será el primer recital en Argentina desde 1998 de este cantante británico, guitarrista y pianista que compartió con Rick Davies, uno de los primeros bateros que dejó los cinco cuerpos para dedicarse al micrófono, uno de esos emparejamientos compositivos que sacaron lo mejor de los mejores. Emparejamiento de explosión creativa y egocéntrica que acabó en disolución temprana y posteriores conflictos legales.

No obstante les bastaron doce años para, en medio de sus demonios personales y con la ayuda de aquel armonio, entretejer una prolífica primera parte de su historia. Entre su LP homónimo (1970) hasta Breakfast in America, en 1979, con un arte de tapa descomprimido para aquellos años, abandonado el esplendor conceptual y ya pulida la composición de canciones, los Supertramp hicieron polisémica a la poética y pop a la música progresiva en un desarrollo sustentable.

Después, la sociedad se dividió. Por celos, sí, pero también por lo que cuenta el propio Hodgson: “Mis tiempos dorados con Supertramp fueron una aventura increíble, pero en 1983 sentí que esa época estaba agotada y que otra estaba pujando dentro, muy fuerte: una familia, dos chicos, tenía que ocuparme de eso. Empezaron a ser la prioridad para la siguiente fase de mi vida, porque de ninguna forma iba a perderme los años de crecimiento de mis chicos. Así que me mudé a Los Angeles, me salí de la industria musical y creé un hogar familiar saludable. Cambié mi vida”. No hacia mucho que habían cerrado el círculo, con el Live in Paris de 1979 y su Famous Last Words, su “despedida” de 1982.

–¿Qué opina de esa decisión, más de un cuarto de siglo después?

–En perspectiva, sé que fue la decisión correcta. Una muy difícil, pero la correcta, así que no tengo arrepentimientos.

–¿Y qué siente más de un cuarto de siglo después?

–Me siento muy agradecido y bendecido de poder ver que mi voz y las canciones que grabé con Supertramp son banda de sonido de la vida de muchos y que, aún hoy, en todo el mundo la siguen disfrutando.

Incluso aquí, y esto se pondrá a prueba esta noche, cuando aquel adolescente devenido ahora en Mago Blanco de la música espirituosa suba a las tablas y regale lo que prometió: “Escucharán canciones de toda mi vida. Pueden esperar ‘Dreamer’, ‘The Logical Song’, ‘Take the Long Way Home’, ‘Give a Little Bit’, ‘School’, ‘Breakfast in America’, ‘Fool’s Overture’, pero también algo de mi material más reciente y tal vez una o dos canciones inéditas”. Y Hodgson parece tener palabra. En el sentido de la fidelidad a lo empeñado, pero también del qué decir.

–Hace cuarenta años, usted ayudó a crear la música progresiva. ¿Cómo ve el crecimiento de algo que ya tiene tal edad?

–Siempre habrá música divertida y música aburrida. Hoy no parece haber mucha innovación en la composición de canciones. Hay música maravillosa, pero cuesta encontrarla. Tenés que buscarla muy hondo. La música que toca el corazón, eleva el espíritu y te hace mover siempre tendrá una audiencia. Al menos conmigo.

–¿Y qué conoce de su audiencia argentina?

–Muchos argentinos escribieron en mi sitio preguntando cuándo volvería a tocar allí. Estuve en 1998 y siempre quise volver. Es un lugar mágico, el país y la gente son calurosos y buenos anfitriones. Estoy contento de que durante estos años nos hayamos mantenido en el corazón del otro y por, finalmente, estar volviendo a reunirme con mis fanáticos argentinos para tocar todas esas canciones que quieren oír.

–¿Cree que saldrán satisfechos?

–Van a amar el show. Traje músicos de primera clase, jóvenes y versátiles. Mi voz sigue fuerte, mejor que nunca. Sé que pasarán un buen momento. ¡Y yo también!

En el último lustro, tres canciones de Supertramp volvieron a mecer los charts europeos y norteamericanos, pero en voz y manos de otros. Las Goo Goo Dolls fueron número uno en Estados Unidos con “Give a Little Bit”. Los Gym Class Heroes revalidaron “Breakfast in America” como hit mundial. Y Scooter puso “The Logical Song” en la cima de Europa. Igualmente, los Supertramp no volvieron como tales. Sí hay una nueva versión de Supertramp del siglo veinte, con Rick Davies a la cabeza. Y sí hay un Roger Hodgson ofreciendo algo similar, pero debidamente sazonado con su carrera solista, en la que lleva ya 25 años y cuatro discos, amén de un parate de una década por un accidente doméstico. Y ese trabajo le agrega al en vivo “del cantante de Supertramp” pizcas precisas de synth pop y música étnica, minimalismo y orquestaciones, más magia, amor y paz.

Esa, dice, es la razón por la que sigue tocando. Pero, cauto, sabe también que tiene un feedback: “Las melodías con presencia, como las letras con significado, parecen resonar en la gente y estoy increíble y profundamente tocado por una recepción cálida sea donde vaya. La verdad es que estoy disfrutando de cantar y tocar canciones más que nunca. Si mis canciones están tan vivas en el corazón de tanta gente, imaginá qué tan vivas están en el mío”.

–Sus primeros discos estuvieron destinados para un concepto. ¿Cuál es el concepto, entonces, de su gira de 2009, al margen del trigésimo cumpleaños de Breakfast in America?

–Una de las razones por las que me sentí llamado a viajar alrededor del mundo dando conciertos es para tratar de dar un poco de amor a la gente, porque estamos pasando por muchos desafíos. Puede que esto no cambie el mundo, pero intento traer algo de esperanza a sus vidas.

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