MUSICA › LA TEMPORADA DEL COLON 2006
Un buen principio
› Por Diego Fischerman
El secretario de Cultura de la Ciudad, Gustavo López, habló de “un mecanismo racional de resolución de los conflictos”, y el vicejefe en ejercicio de la Jefatura de Gobierno, Jorge Telerman, habló de “un apasionado y apasionante Teatro Colón, lugar de amores y pasiones al que sabemos terreno fértil para el despliegue de los conflictos y de la sanguinidad”. Y es que en la presentación de la temporada del Colón para 2006, durante el mismo año en que hubo 39 paros y en que la propia Secretaría de Cultura resolvió suspender la actividad hasta que se encontraran los “mecanismos racionales” de los que habla López, la mención a los conflictos no podía estar ausente.
López y Telerman, rodeados por el director general del Colón, Leandro Iglesias; por su director artístico, Marcelo Lombardero; por Stefan Lano, el director musical; Oscar Aráiz, director del Ballet Estable; Guillermo Brizzio, director de estudios; los directores del Centro de Experimentación, Martín Bauer y Diana Theocharidis, José Luis Fiorruccio –uno de los directores escenotécnicos junto a Rolando Zadra–, fueron quienes estuvieron presentes. Hablaron López, Telerman, Iglesias y Lombardero. Que la agitación de 2005 haya culminado con este final ordenado, casi rutinario, en que Marcelo Lombardero explicó con claridad los ejes de la programación y enunció con mesura tanto los títulos de ópera de 2006 como los motivos tenidos en cuenta para la inclusión o exclusión de alguno de ellos en particular, fue casi un milagro. Y un milagro no menor si se piensa que, además, 2005 fue el año en que el ex régisseur Tito Capobianco, antecesor de Lombardero como director artístico del teatro, llevó al Colón a su punto más pobre desde el punto de vista de la programación y a su grado más cercano a la destrucción, teniendo en cuenta las cuestiones administrativas y presupuestarias, desde su creación en 1908.
López se refirió a “seguir trabajando para adelante hacia el centenario del Teatro Colón”, Telerman remarcó el valor de “los trabajadores, que son el alma de este teatro” y Lombardero enfatizó la idea de “pensar los dos años próximos como plataforma al centenario de 2008” y de la Opera de cámara y el CETC como piezas fundamentales en “la formación de artistas y de público”. En un año atípico, en que a partir de octubre las actividades deberán realizarse en otras sedes para permitir los trabajos de refacción previstos, la temporada ofrecerá, además de títulos como La Bohème, de Puccini, que abrirá la temporada lírica el 21 de marzo con dirección musical de Stefan Lano, régiede Willy Landin y Nancy Gustafson y Massimiliano Pisapia como protagonistas, y Cosi fan tutte de Mozart, con un excelente elenco conformado por Raúl Giménez, Virginia Tola, Adriana Mastrángelo, Graciela Oddone, Hernán Iturralde y Víctor Torres, sorpresas como Sueño de una noche de verano de Benjamin Britten, en coproducción con la Opera de Niza, Johnny spielt auf de Ernst Krenek –una ópera genial influida por el jazz y el music hall y prohibida en su momento por el nazismo, que la consideró “música degenerada”–, un “programa Stravinsky”, que combinará los ballets Las bodas y Petrushka con la ópera breve El ruiseñor, y el estreno de la versión completa de Boris Godunov, con Anatoli Kotcherga en el papel principal. Los otros títulos serán I vespri siciliani, de Giuseppe Verdi, y una versión de Turandot, de Giacomo Puccini, que se presentará en el Luna Park.