MUSICA › ENTREVISTA A LOS MAREADOS
La hermandad del tango y la murga
El grupo de apoyo de Jaime Roos tiene su propia historia, que fusiona ambos estilos.
› Por Karina Micheletto
Son parte de “los laderos de Jaime Roos”, aunque sería injusto que el título sirviese como única presentación. Este año hicieron su primera incursión de este lado de la orilla, con un nombre que, juran, sólo tiene connotaciones tangueras: Los Mareados. Los murgueros uruguayos avanzan sobre boleros y clásicos del folklore, pero sobre todo tangos, además de saludos y retiradas de murga y candombe. En Por una cabeza, el disco debut que puede conseguirse por estas tierras, hay tangos como Uno, Mi Buenos Aires querido o El último café pasados por ritmo de murga, junto a clásicos de carnaval de Curtidores de Hongos o Araca la Cana. ¿De dónde viene este cruce? “Es muy normal que cuando terminen los ensayos nos pongamos a cantar retiradas y versiones viejas de murgas, y muchas de ellas tienen músicas de tangos, con letras cambiadas. Es que el tango y la murga en Uruguay son hermanos. Nosotros no inventamos nada”, advierte Freddy “Zurdo” Bessio”, uno de Los Mareados. Los tangueros ortodoxos, de todos modos, no tienen nada que temer: lo que se escucha aquí es murga, y no fusiones raras.
“Pasó que cuando terminaba carnaval, muchos de nosotros nos aburríamos de esperar seis, siete meses, hasta los próximos ensayos. Nos empezamos a juntar y a hacer tangos que nos gustaban y vimos que salían lindos”, cuenta Pedro Takorian, otro corista de Los Mareados, sobre el surgimiento del grupo. “Hubo una primera etapa amateur, de juntarnos porque sí, ir a casamientos o cumpleaños de amigos a actuar. Pasaron un montón de años hasta que nos pusimos las pilas en serio. Y cuando teníamos las pilas bien puestas, apareció este señor Jaime Roos y tuvo el acierto de llamarnos a varios de nosotros para trabajar con él... (risas). Cuando Jaime arranca una temporada no te deja tiempo para hacer otra cosa, pasás a ser exclusivamente suyo.” “No es que te lo plantee así, pero en la práctica pasa”, aclara Ney Peraza, arreglador de coros, voz y guitarra del grupo. “Jaime trabaja mucho, hay giras largas, entonces tener un proyecto paralelo es muy frustrante, porque la mitad de las veces que te sale un toque no podés ir. Es incompatible”, dice el músico, aunque lo suyo está lejos de ser una queja.
–Jaime Roos apareció cuando ustedes estaban en proceso de “profesionalizarse”.
Pedro Takorian: –Exacto. Entonces, no nos quedó más remedio que archivarlo un tiempo y esperar hasta que Jaime parara. Cuando Jaime paró, desempolvamos Los Mareados.
Ney Peraza: –Mientras tanto, le hicimos la cabeza al Zurdo Bessio para que entrara al grupo.
Freddy Bessio: –Como el integrante más nuevo, debo decir que éste es un grupo formado con verdadero espíritu murguero, así me lo demostraron. No perdieron la raíz, que vendría a ser ese sentido de la joda, hablando mal y pronto. Y es un grupo de gente que se conoce perfectamente bien, eso te permite todo tipo de delirios.
–Suele ocurrir que Jaime Roos amaga con parar y después encara una gira, como la de este año por la Argentina.
P. T.: –Pero cuando para, para. La suya también es una forma de mantener a su banda unida, es como la gallina que tiene alrededor todos los pollitos juntos. A nosotros nos sirve, porque vivimos de esto. Y además nos gusta. En Uruguay es el número uno... ¿qué más podemos pedir que cantar con él?
N. P.: –Jaime para cada tanto porque dice que no quiere saturar el mercado. Después de determinado tiempo de estar tocando, él siente que, por un lado, su cabeza necesita separarse un poco y, por otro lado, quiere generar expectativas para poder volver con un nuevo repertorio, con otra propuesta. Pero en ese interin, si surgen toques en lugares donde no saturamos el mercado, como muchos de la Argentina a los que fuimos este año, donde nos vieron una vez o nunca, no tiene sentido no ir.
–En el arte del disco hacen una advertencia: “Mezclar murga y tango es algo que ya hacemos en asados, por eso no es irreverente”. Parece que se están atajando. ¿Por qué tienen que explicarlo?
P. T: –¡Para evitar problemas! (Risas.) El que es tanguero de ley puede sentir que estás disfrazando el tango, que no es tango, que le faltás el respeto, que es un invento. Alguna vez nos hemos topado con alguien que sintió eso, aunque por suerte fue la excepción. Sabemos lo que el tango significa para los argentinos, y para los porteños en particular, y no queremos que nadie sienta que venimos de afuera a sacarles nada. Los que opinan que el tango es intocable son los más conservadores, pero está perfecto, nosotros no nos metemos con eso.
N. P.: –Además, nosotros no planteamos que lo que estamos haciendo es tango. Si lo escuchás prescindiendo del repertorio, básicamente es murga. En Montevideo la murga y el tango son hermanos, acá no. Pero allá nacieron y crecieron juntos, tienen el mismo origen, el de las clases más marginadas, y mucho lenguaje musical en común. Hay una diferencia evidente: la murga tiene una parte mucho más humorística, satírica, y el tango es más solemne, más cargado de emociones duras. Pero la murga también tiene algo de carga emotiva y de nostalgia, cualquiera que escuche las retiradas de murga lo puede advertir. Sin ir más lejos, se han usado músicas de tango para retiradas de murga desde siempre.
F. B.: –De hecho, es muy difícil que haya un tango que se pase a murga y no funcione, porque corren juntos. Nosotros sentimos con mucha naturalidad ese encuentro. No es algo traído de los pelos, que se nos ocurrió a nosotros. En este disco, por ejemplo, está Mi Buenos Aires querido, que es de los tangos más murgueros que hay, parece hecho para pasar a murga. Lo raro es que no se le haya ocurrido a nadie antes...
–En una murga-tango que le dedican al Uruguay aclaran que es la única que todavía no fue grabada como tango y que queda a la espera de que alguien lo haga. ¿Quién les gustaría que lo tomara como tarea?
P. T.: –En realidad nos equivocamos, no es el primer caso, ya nos corrigió Jaime. La Colombina originalmente era un tango, pero cuando él lo grabó quedó como murga. Y si te ponés a pensar, hay otros casos: Brindis por Pierrot es una fusión, lo canta el Canario Luna y es murga por donde lo mires; pero el clima, la armonía, la melodía, la letra, es de un tango.
F. B.: –Ese tema surgió porque dijimos: Todo bien con cantarle a Buenos Aires, pero... ¿y a Montevideo, para cuándo? Para mí, cualquier tanguero que lo tome le va a hacer honor.
–¿Qué elementos juegan en el vivo que en el disco no aparecen?
N. P.: –¡Casi todos! Muchas veces pasa que uno escucha un disco con toda una producción de estudio y le gusta, y cuando escucha el grupo en vivo se desencanta un poco. En el caso nuestro, creo que es al revés: a mí me gusta mucho más el show que el disco. Incluso al principio pensanos si no sería mejor grabarlo en vivo. El espectáculo es mucho más descontracturado que el disco: nos subimos a un escenario y a todos nos sale la murga naturalmente.
P. T.: –Es inevitable, cuesta atrapar a la murga en un estudio. Cuando escucho murgas grabadas las siento medio de laboratorio. Es como las mariposas que las pinchan con alfileres para mostrar: si no vuelan, no es lo mismo. La murga tiene mucho de teatral, y en el disco falta el contacto con el público, lo visual. La murga nació ahí y es su lugar, cuando la llevás al estudio alterás su esencia. Aunque el nuestro no es el repertorio de murga clásico, en vivo nos sale más el payaso que en el disco. No hay nada que hacerle: somos murgueros.