MUSICA › EL FESTIVAL JAZZ AL FIN, UN CIERRE CON BALANCE IDEAL
Hubo grandes momentos, sorpresas y confirmaciones, pero sobre todo la certeza de que, más allá de complicaciones climáticas y presupuestarias, el encuentro tiene presente y tiene futuro. El cierre fue con Escalandrum, que cada día toca mejor.
› Por Diego Fischerman
Desde Ushuaia
La gente habla, en todas partes, del clima. Pero en Ushuaia el tema se convierte en obsesión. Y es que de la fuerza de los vientos, de la cantidad de nieve y del hielo que haya en los caminos depende mucho más que la cantidad de abrigo que deba cargarse. Tal vez por la condición de isla, en un sentido mucho más estricto –y más relacionado con el aislamiento– que el que alcanza a Gran Bretaña. Londres está apenas unos grados más cerca del Ecuador que Ushuaia y a nadie se le ocurriría hablar allí de “fin del mundo”. Esa sensación de confín, no obstante, es patente en la ciudad más austral de la Argentina, donde todo, empezando por el clima, es extremo.
Organizar cualquier cosa cuesta allí el doble, se dice. Y puede llegar a ser mucho más que eso. Las distancias son inmensas. Una gira patagónica, sin ir más lejos, puede demandar casi mil kilómetros de recorrido. Las relaciones entre el gobierno local y el central no están, por otra parte, en los mejores términos y, según los pobladores, se demoran las partidas presupuestarias hasta el límite (nuevamente lo extremo). En ese contexto, la primera edición del festival Jazz al fin, con un cierre con mucho para destacar, cobra particular importancia. Y, en particular, porque tanta dificultad tiene su contrapartida en el halo mítico que rodea a la ciudad y en el indudable atractivo turístico. No es casual, en todo caso, que este festival se lleve adelante gracias a la fundación Inti Main, que lo ideó y lo produjo, pero también gracias a las cámaras hotelera y gastronómica. Si esta edición es, como todos esperan, apenas el comienzo, en su futuro tendrán que ver tanto la calidad artística que pueda brindarse como la atracción que Ushuaia y, claro, un fin del mundo acompañado por una excelente hotelería y una gastronomía en la que la centolla y el cordero patagónico asado en una estaca ejercen en el público.
Un grupo local, Bazar Mandala, había mostrado el viernes una mixtura de referencias, con un verdadero arsenal percusivo, y los neuquinos de Hotel Confluencia rindieron el sábado un homenaje a la historia del jazz en su provincia, con proyecciones además de la música, que iba de Glenn Miller al bop. Luis D’Agostino, un muy buen guitarrista que vivió varios años en Inglaterra, se presentó por su parte en trío, junto con la excelente base de Escalandrum: el contrabajista Mariano Sivori y el baterista Daniel “Pipi” Piazzolla. Y el domingo, antes del contundente cierre con el grupo de Piazzolla completo, hubo dos sorpresas: los guitarristas Alejandro Aranda y Matías Hargo. En ambos casos el contrabajista y el baterista fueron los mismos, Marcos Archetti en bajo y Diego Alejandro en batería. Sin embargo, los enfoques musicales de ambos grupos fueron distintos. Hargo brilló con el trío de Archetti, en el que los folklores rurales aparecen como telón de fondo, y como invitado en el de Aranda, en un blues, el “Blues al Pepe”, que homenajeó a un profesor y luego colega de ambos, en la Universidad de Bellas Artes en La Plata, el tandilense Pepe Angelillo. Hargo con un estilo explosivo y Aranda en una vertiente más introspectiva, estuvieron entre lo mejor del festival. Y el otro punto alto fue, obviamente, Escalandrum.
El sexteto conformado por Piazzolla, Sivori, el notable pianista y compositor Nicolás Guerschberg –responsable de mucho de lo que caracteriza al grupo– y tres instrumentistas de caña, los saxofonistas Gustavo Musso y Damián Fogiel y Martín Pantyrer, quien alterna el saxo tenor con el clarinete bajo, más allá de los méritos como instrumentistas de sus integrantes se mueve con la fluidez y la seguridad que le dan sus diez años de trayectoria y con mínimos cambios en su formación. Durante todo este año festejan ese aniversario redondo tocando todos los jueves en Thelonious y la potencia, la sutileza, el ajuste y los matices son, sin duda, los de un grupo de músicos que se conoce de memoria. Con su actuación, que se demoró en bises y que fue ovacionada por lo que para los parámetros ushuaienses fue una multitud, el mundo de Jazz al fin llegó, también, a su fin. O, más bien, como dijo Sandra Ruiz Díaz, su inventora y factotum, a su próximo paso.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux