MUSICA › LA ORQUESTA DE BELGRADO DEBIó APELAR A MEDIDAS EXTREMAS
Ante la perspectiva de la desaparición, el director Ivan Tasovac publicó un aviso en los diarios ofreciéndose para tocar “en bodas, funerales, bautismos, cumpleaños, divorcios y días de santos, con vestuario adecuado para todas las ocasiones”.
› Por Vesna Peric Zimonjic *
Desde Belgrado
La Orquesta Filarmónica de Belgrado ha pasado por muchas cosas en los últimos veinte años. Yugoslavia fue reinventada en configuraciones diferentes, siempre más chicas, hasta disolverse al mismo tiempo del divorcio entre Serbia y Montenegro. Belgrado pasó de ser la capital del estado comunista favorito de Occidente a ser un paria belicista, blanco de 78 días de bombardeos de la OTAN, a ser el último postulante para unirse a la Unión Europea. Y mientras tanto, la banda siguió tocando.
Por eso resulta irónico, ahora que Serbia tiene finalmente una perspectiva real de volver a unirse con Occidente, que el mejor florecimiento de cultura occidental clásica de la ciudad tenga que estar peleando para sobrevivir. Pero ése es el subtexto de un anuncio publicitario que apareció recientemente en los diarios de la ciudad, para consternación de los lectores. “La Orquesta Filarmónica Nacional, con 85 años de tradición y un rico repertorio, ahora puede tocar en su casa por un precio razonable”, dice el aviso. Los “96 músicos perfectamente entrenados” se ofrecen para tocar “en bodas, funerales, bautismos, cumpleaños, divorcios y días de santos”. Y añaden: “Tenemos un vestuario adecuado para todas las ocasiones”.
¿La gran Filarmónica de Belgrado podía hablar en serio? ¿Tocar en bar mitzvahs con el atuendo de pingüinos? “Este fue nuestro modo de atraer la atención de un público más amplio hacia los problemas de la Filarmónica, para mostrar de algún modo nuestros problemas financieros en un modo absurdo, a la Monty Python”, explicó el director de la orquesta, Ivan Tasovac, de 42 años. Sucede que hoy la orquesta está en serios problemas. Después de subir una colina desde el final de las guerras yugoslavas, trepando desde la casi extinción, la orquesta se encontró deslizándose en otro terreno pantanoso debido a la recesión global. Serbia cortó su presupuesto para cultura de 107 millones de dólares a 56 millones, de los cuales sólo el 1,5 por ciento va a la orquesta. Como otras instituciones nacionales importantes, incluidos el Teatro Nacional y el Museo Nacional, ahora la orquesta mira de frente al abismo.
De todos modos, mientras la alta cultura languidece, el gobierno pone millones de euros en eventos comerciales como el festival pop Exit en la ciudad norteña de Novi Sad y un festival popular de trompeta folklórica que se lleva a cabo en la ciudad de Guca, en el centro de Serbia, que atraen a cientos de miles de jóvenes de toda Yugoslavia y más allá. Se gastan millones subsidiando conciertos de estrellas enormes como Santana (en julio) y Madonna (en agosto), que seguramente serán presenciados por decenas de miles de fans. Los críticos se quejan de que financiar esta clase de eventos, aunque sin dudas atraen al turismo, es un uso erróneo del presupuesto estatal. Mientras tanto, a los miembros de la Filarmónica se les paga una miseria de acuerdo con los estándares internacionales. Los músicos top ganan 960 dólares por mes, pero la mayoría sólo gana la mitad. “No es de extrañar que, para sobrevivir, los miembros de la orquesta tengan un segundo trabajo en jam sessions o con cantantes populares de folk”, dijo Tasovac.
Todo es relativo, por supuesto: con la integración a la Unión Europea ahí nomás, los miembros de la orquesta han empezado a comparar con pesimismo sus sueldos con los de sus colegas más al Occidente. En los días del presidente Slobodan Milosevic, el salario de un músico era el equivalente a unos pocos dólares por mes, mientras que el edificio céntrico de Belgrado que le sirve de cuartel central a la orquesta estaba cayéndose a pedazos. También se lo usaba para conciertos infantiles de fin de año y los padres llegaron a escuchar a sus hijos decir que estaban preocupados de que el edificio pudiera colapsar. Los asientos estaban rotos, igual que el sistema acondicionador del aire, y tanto los intérpretes como el público prácticamente se sofocaban.
Después de que Milosevic cayó, en 2000, tras la guerra de Kosovo, la Filarmónica atravesó un revival sin precedentes. Su hogar fue reconstruido sustancialmente y el auditorio completamente renovado. Hoy el aire acondicionado es perfecto, como para desafiar al calor asfixiante de junio en Belgrado. El hall de mármol blanco resuena con el eco de las pisadas de un ensamble que tiene una edad promedio de 30 años. Muchos de los músicos fueron educados en el extranjero, como el propio Tasovac, y empezaron sus carreras fuera de Serbia, donde retornaron después de 2000 con la esperanza de un futuro mejor. Desde entonces, la orquesta giró por el mundo y tocó ante los públicos más sofisticados, y recibió a famosos artistas extranjeros como Zubin Mehta, Sarah Chang y Nigel Kennedy. “Pero todo eso está en peligro hoy en día”, dijo Tasovac.
El efecto fue casi instantáneo. En 36 horas se había formado un grupo de apoyo en Facebook con varios miles de miembros. “Con el aviso impulsamos a nuestro público –aseguró el director–. Es la gente que aplaudió con entusiasmo la caída de Milosevic, la misma gente que el año pasado eligió como presidente de Serbia al pro europeo Boris Tadic.” Al mismo tiempo, el aviso atrajo una oleada de apoyo de fans de la música nuevos y más jóvenes. Los amantes de la música clásica esperan ahora que el profesionalismo, la habilidad para el marketing y el carisma de Tasovac pueda permitirle a la orquesta pasar la crisis. Y el ingenio del aviso de “tocamos en cualquier parte” fue intrínseco al nuevo atractivo de la orquesta. Con el mismo espíritu, según Tasovac, que las protestas jocosas contra Milosevic en los ’90. Para el director, éstas tuvieron un rol mayor en precipitar la caída de Milosevic por una revuelta popular que el aislamiento de Serbia impuesto por Occidente en esa década.
Para agradecer la muestra de apoyo sobrecogedora, la orquesta recientemente dio un Concierto de Gratitud en su cuartel central, donde tocó ante un hall atestado y decenas de miles de personas que se plegaron vía Internet. “Durante los ’90, los valores de la clase media casi murieron aquí, es bueno ver que hay un revival”, comentó una residente de Belgrado, Mirjana Jankovic, de 53 años. “Sé que la música clásica es tan popular en Serbia como un cerdo asado en Teherán –añadió Tasovac–. En ese sentido, Serbia no es diferente de otros países. Pero con un poco de humor hemos atraído la atención pública hacia una de las marcas registradas de Serbia y sus problemas financieros.”
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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