Sáb 07.01.2006
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MUSICA › EL “PROFESOR” BRIAN ENO Y “ANOTHER DAY ON EARTH”, SU NUEVO DISCO

“Lo último que me interesa es expresarme a mí mismo”

Integró Roxy Music, inventó el ambient con Música para aeropuertos y produjo grandes discos de Talking Heads y U2. Su primer álbum en veinte años de canciones propiamente dichas es un buen punto de partida para una charla en la que queda claro por qué Eno es “la persona más cerebral del pop”.

› Por Fiona Sturges *

Brian Eno, conocido como “la persona más cerebral del pop”, espera en el estudio de una casa de campo en el oeste de Londres, un espacio grande pero aún así hospitalario, lleno a reventar de guitarras, computadoras, teclados y una serie interminable de bibliotecas. Entre los objetos de decoración más llamativos hay una serie de grandes piedras de poliestireno pintadas. Un saco de terciopelo cuelga en el respaldo de una silla, un recordatorio del pasado de su dueño como mago de los sintetizadores en Roxy Music. Caótico y ordenado a la vez, el estudio es fiel reflejo de la mente del hombre llamado Brian Peter George St. John Le Baptiste de la Salle Eno, popularmente conocido como “Profesor Eno”.
El encuentro es para hablar de su decimotercer álbum como solista, Another Day on Earth. Es un disco notable, y no sólo por ser su primera colección de canciones completamente formadas desde Taking Tiger Mountain by Strategy (1974). Mientras los instrumentales distorsionados y los ritmos cruzados remiten a trabajos ambient como Another Green World, también hay estribillos reconocibles y melodías pop. En This, el track inicial, Eno cuestiona su lugar en el planeta entre beats tecno, mientras que el single How Many Worlds lo encuentra reflexionando sobre “cómo nuestro pequeño mundo se sume en la tristeza”. Su voz le deja paso entonces a un pasaje instrumental, apoyado en las cuerdas y de increíble belleza. “Hoy en día es muy fácil hacer música”, dice Eno, sonriendo y descubriendo el inesperado brillo de un diente de oro. “Bueno, las canciones te dejan expuesto: no hay una solución tecnológica para la composición. No es más fácil ahora de lo que era en tiempos de Chaucer.” Eno dejó Roxy Music en 1973, cuando descubrió que mientras estaba tocando en el escenario sus pensamientos se desplazaban hacia la ropa que debía llevar a lavar. Actualmente, la música pop es sólo una pequeña porción de una vida de trabajo que abarca también la escritura, las artes visuales y charlas sobre tópicos tan curiosos como los vínculos entre la arquitectura y el doo wop.
“Entre los artistas, hay gente que son los exploradores o pioneros, y los colonos”, dice Eno. “Los dos son trabajos muy importantes, pero lo que realmente me excita viene del lado de la exploración. Me excita el sentimiento de estar en un lugar donde nadie estuvo antes, no en la explotación del territorio una vez que llegué allí.” Aunque en Another Day on Earth Eno estuvo ciertamente a la altura del desafío de componer canciones, también se tomó un buen trabajo en disfrazar su canto. “La música pop siempre jugó con la idea de que la canción es la proyección del ego de la persona que la toca”, explica. “Esto es diferente al teatro, por ejemplo. Nunca vas al teatro y asumís que la persona que está en el escenario es el dramaturgo. Entendés que el dramaturgo crea personajes y éstos interactúan en escena. Yo quiero que las canciones sean eso, que te quede claro que no estoy diciendo: ‘Este soy yo, expresándome’. Lo último que me interesa es expresarme a mí mismo. Es ese legado romántico del arte, esa idea de que los artistas tienen algo maravilloso en su interior que tienen que exponer ante el mundo.” No es casual, entonces, que los mayores éxitos comerciales de Eno desde Roxy Music haya sido más como productor que como artista, con discos clave de Talking Heads y U2. O, como señaló Bono, cantante del cuarteto irlandés: “Un montón de bandas de rock and roll inglesas fueron a la escuela de arte. Nosotros acudimos a Brian”.
Esto no quiere decir que Eno tenga aversión a cantar. Es parte de un grupo a cappella que se encuentra, sólo por diversión, una vez a la semana. A través de los años realizó coros en diferentes discos, bajo seudónimos como CSJ Bofop. Recientemente se apasionó por la música árabe: este año estuvo en San Petersburgo y Moscú como cantante invitado del argelino Rachid Taha, y a fines del mes pasado actuó con él en un show londinensede la Stop the War Coalition. Pero Eno habla de la música con cierto aire de desencanto. A esta altura de su carrera, no necesita ni desea la aprobación del mainstream. Puede ser capaz de enseñarle a un iletrado musical cómo componer una canción en la computadora, pero admite que no tiene ni idea de cómo escribir un hit. Constantemente recibe música de aspirantes que buscan su aprobación o colaboración. “Por supuesto, lo que la gente me manda es muy parecido a lo que yo hice en el pasado, que es lo último en lo que deseo trabajar”, dice con un suspiro. “Si los artistas de hip hop me mandaran cosas, me interesaría mucho más trabajar en eso.”
Ahora, según dice Eno, el foco está instalado en el peor lugar posible: la televisión. Al músico lo desespera ese desarrollo, al punto de que ya ni siquiera tiene aparato de TV. “Soy un adicto potencial”, confiesa. “Sé que terminaría mirando cualquier cosa. El medio en sí es muy seductor... desde la pasividad que te impone, ni siquiera tenés que dar vuelta la página. Y, por supuesto, la calidad física de la cosa. El color de la luz es hermoso. A la gente siempre le gustó sentarse a mirar cosas brillantes, sean hogueras o puestas de sol. Capitaliza el deseo de estar visualmente estimulado y a la vez relajado.” Interrogado sobre qué hace él para relajarse, Eno queda momentáneamente desconcertado. “Camino y ando en bicicleta un montón”, dice, después de una larga pausa. “Y me dedico a la jardinería, si se puede llamar relajante a eso.”
Parece que, aun en sus momentos libres, el músico no puede abandonar el frenesí que caracteriza su vida de trabajo. Desde sus tempranas colaboraciones con gente como Robert Fripp, Robert Wyatt y John Cale, Eno ha borrado a conciencia las fronteras entre diferentes medios. Mientras los climas y texturas de sus trabajos ambient tienen a menudo una sensación de algo visual, su trabajo artístico utiliza desde hace tiempo luz y sonido. Como preparación para un show europeo, estuvo diseñando una pieza que “es difícil de describir, pero es básicamente un ambiente tridimensional con música generativa. La música generativa es algo en lo que estoy muy interesado: música que se hace a sí misma a medida que se desarrolla. Siempre es algo único y disfruto muchísimo hacerlo. La mayoría de la gente que lo ve me comenta que nunca antes vio algo así, les guste o no, lo que me parece muy bueno. Para mí, el arte es una forma mucho más grande e inclusive, toma partes de la escultura, la pintura, la música y el texto. Incluso en el pasado usé esencias, aunque es bastante más problemático. Es fácil hacer un olor, pero descubrí que es bastante difícil deshacerse de él”.
La última exposición británica de Eno fue el show Sonic Boom en el South Bank londinense, en 1999. Le gustaría exponer más en su país, pero dice que rara vez lo invitan. “En Inglaterra hay una aproximación algo burocrática, en la que las cosas están en el mundo del arte o en el mundo del pop. Nadie sabe bien dónde poner estas cosas.” O quizás es sólo que no saben dónde poner a Eno. ¿Es un artista? ¿Un músico? ¿Un teórico del cruce de culturas? El, por supuesto, estará siempre asociado con la música ambient, que inventó a fines de los ’70 en discos como Music for Airports. En ese momento hubo varios que la desestimaron como “muzak de diseño”, pero a David Bowie le gustó lo suficiente para contratar a Eno para que creara los baños atmosféricos de Low.
Cuando se le pregunta qué pone él, al cabo, en el casillero de “Trabajo”, Eno se ríe con sequedad. “La gente me pregunta eso a menudo y nunca sé qué contestar. Cuando vivía en Nueva York y viajaba seguido a Toronto, cada vez que conocía a alguien en el avión inventaba un trabajo. Si decía que era músico, la persona me preguntaba: ‘¿Conoce a Elton John?’, y desde allí la conversación era barranca abajo. Una vez le dije a una mujer que era abogado de patentes. Y ella dijo: ‘¡Yo también! ¿Con quién trabaja?’. Me pasé la hora y cuarto siguiente fingiendo que era algo sordo, mientras trataba de pensar alguna respuesta a todas sus preguntas.” Antes de editarAnother Day on Earth, Eno agregó a su lista de ocupaciones la de “cruzado político”, tratando de convencer a los laboristas decepcionados de unirse a una fracción política en protesta por la guerra en Irak. Según dice, fue una experiencia deprimente, que ni se le ocurre repetir. “Ves la inmodificable lealtad que siente la gente por los partidos, y cuánto cuesta cambiar la opinión de la gente sobre algo en lo que han invertido tanto. La gente no quiere abandonar una posición porque cree que invalida su historia. Me gustaría poder cambiar esa forma de pensar. Lo que este país necesita es una buena oposición. No quiero ser un maldito político, pero todo el mundo parece colgado de programas de TV como Celebrity Love Island. Está en quienes no nos rendimos ante a tele al decir ‘un momento, hay un mundo ahí afuera y se está yendo al cuerno. ¿Queremos seguir siendo los orgullosos socios minoritarios de una pandilla de conservadores medievales o vamos a elegir hacer algo?’”
En ese momento, el asistente de Eno indica que se terminó el tiempo. Tiene una cita para cenar, llamadas que hacer y trabajo que terminar en el estudio. Hay un pedido, también, de una copia de la cinta de la entrevista. “No es que quiera fiscalizar su trabajo”, dice él. “Sucede que hablo bastante y de manera bastante coherente, y todo esto me puede servir para proyectos futuros. Según mi experiencia, nunca se sabe de dónde puede salir la próxima buena idea.”

* De The Independent de Londres. Especial para Página/12. Traducción: E.F.

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