MUSICA › DADDY ANTOGNA Y EL ORGULLO POR EL DISCO VIVA BELICE
Grabó el primer disco progresivo del rock argentino y tocó con Vinicius de Moraes, hasta que un accidente lo dejó cuadrupléjico. Tuvo que volver a aprenderlo todo, pero eso no le impidió seguir adelante y, ahora, tocar con su grupo Los de Helio.
› Por Roque Casciero
Hasta un ominoso día de 1982, para Daddy Antogna la vida era hacer música y, de vez en cuando, tomarse unos ratos libres para dormir, comer, hacer trámites y demás interrupciones. Casi veinte años antes, cuando todavía estaba en la primaria, había visto Anochecer de un día agitado la misma tarde en que estrenó su primer pantalón largo, y literalmente enloqueció. Lo curioso es que arrancó con el clarinete, porque un tío policía sabía tocarlo, y así se enamoró de Artie Shaw y Benny Goodman. Más tarde intentó con la guitarra (“porque en la adolescencia querés tocar y cantar para ganar minitas”, explica), pero su profesor no le veía aptitudes y le preguntó si en la escuela no había tocado el bombo. Daddy entendió la indirecta y se pasó a la batería. “Enseguida encontré un lugar”, recuerda el músico. Así fue: tocó en Ave Rock, la primera banda argentina de rock progresivo, en Orion’s Beethoven y en Pastoral, fue músico de Vinicius de Moraes durante tres semanas en La Fusa e incluso armó una banda con Stuka (Los Violadores). Pero ese día de 1982 Daddy resbaló al costado de una pileta y se golpeó la cabeza. Como resultado del accidente, nunca volvió a caminar y recién después de ocho operaciones pudo abrir y cerrar sus manos. Pero apenas logró levantar unos cubiertos, se puso a percutir. Varios años después de esa suerte de renacimiento, Daddy Antogna tiene entre sus manos Viva Belice, su flamante CD junto a Los de Helio, y se entusiasma ante la inminencia de cada show de la banda (hoy sábado tocan junto a Fútbol en el CC Zas, Moreno 2320) como si fuera un pibe que recién empieza.
Rodeado por sus compañeros –el ex Reynols Alan Courtis en guitarra, Nicolás Diab en bajo y Fernando de la Vega en batería–, Daddy es una máquina de contar anécdotas hilarantes sobre noches interminables junto a Pappo (“cada vez que nos encontrábamos, había piñas”, se ríe), los músicos de Sandro (el nombre Daddy Antogna y Los de Helio viene porque su profesor de guitarra fue el Chungo Rodríguez, de Los de Fuego), cantantes como Donald (que lo echó antes de probarlo porque el batero lo bardeó) o Fernando de Madariaga, o de su fallida grabación con Pastoral, donde él quería tocar como en King Crimson cuando la banda sonaba como Sui Generis. Cada recuerdo dispara uno nuevo y siempre es coronado por risas. Antogna ni siquiera se pone muy serio cuando recuerda el accidente que lo dejó cuadripléjico, y el rostro se le ilumina cuando habla de Adrian Belew y de Buddy Rich. Y, claro, cuando mira su flamante copia de Viva Belice, llamado así en homenaje al tema de Ave Rock “Viva Bélgica” (en la lista de países del mundo, Belice viene después de Bélgica).
“Mi primera banda la formé a los 15 años con Oscar Glavic, con quien después toqué en Ave Rock”, sigue Antogna. “A los 17 toqué con Orion’s Beethoven, de donde me echaron: iba a la secundaria y ellos tenían el pelo por la cintura, querían que tuviera un look así. Además, todavía no sabía tocar bien. Pero gracias a que me echaron, decidí dejar de estudiar de oído y hacerlo más seriamente. Entonces conocí a Antonio Yepes, percusionista del Colón, porque era amigo de una de sus hijas.” Yepes fue quien le enseñó la técnica del relax, que le permitía a Antogna tocar doce horas por día sin cansarse. En 1972 ingresó en Ave Rock, con quienes grabó el primer disco de rock progresivo de la Argentina (nunca reeditado en CD, salvo como pirata en Brasil y Estados Unidos), y llegó a tocar en tres temas del segundo, antes de dar el portazo. “En esa época empezamos a discutir porque me iba a tocar acompañando cantantes. El tema era que mi familia había comprado un chalet en Martín Coronado, al poco tiempo falleció mi viejo y había que poner para pagar la casa. Con Ave Rock sacábamos guita, pero no mucha, por eso salía a tocar con otros. Entonces los pibes empezaron a decir: ‘No, porque para el grupo, la imagen...’ Les contesté: ‘Loco, estamos en la Argentina’. Cosas de pendejos...”
–Después del accidente, ¿cómo fue despertar y ver que todo lo que había estudiado parecía imposible de volver a alcanzar?
–Para mí fue peor cuando me dijeron que no iba a mover los dedos de manera independiente que cuando me dijeron que no iba a volver a caminar. Me cuenta mi vieja que yo me dejaba morir, no quería ni comer. Ahora puedo mover los dedos para abrir o cerrar la mano en conjunto y porque me hicieron operaciones para que pudiera.
–¿Cuánto le llevó poder volver a agarrar los palos y tocar?
–Después de las operaciones estuve casi cinco años. Era difícil porque no tenía fuerza, estaba muy flaco. Todos los músculos de mis dedos están agarrados a uno solo. A Cristina, mi mujer, la conocí porque fue la que me ayudó con la rehabilitación y ella me convenció de operarme, porque yo no quería. Cristina me armó unos adaptadores para que pudiera agarrar el tenedor y el cuchillo y me puse a tocar con eso. Tuve varias operaciones más porque me apuraba y tenían que volver a pegarme los nervios, era un bajón. Es que lo único que me interesaba era poder cerrar la mano para agarrar los palos. Después, cuando vi que podía tocar, empecé con timbaletas hasta que una amiga me compró un minipad, y en 1990 un pibe me llamó para tocar.
–¿Cómo adaptó la técnica del relax que había aprendido con Yepes a su nueva realidad?
–Tuve que adaptarme buscando la comodidad. Con la máquina me sentía cómodo. Y después, como un montón de ex alumnos míos querían que les enseñara a los hijos, empecé a agarrar el redoblante. Puse un platillo y me quedaba bien.
–¿Y cómo llegó a formar Daddy Antogna y Los de Helio?
–Por Alan, a quien conozco desde que él era chico. Su hermano me llamó para que le hablara al nene que estaba tocando la guitarra... Alan conocía a Ave Rock y su mamá había hecho una pasantía con mi mujer. Más tarde hicimos algunas sesiones con Reynols, pero cuando estábamos por salir a tocar me agarró una pancreatitis. Igual Alan siempre me hablaba de hacer algo juntos y un día me propuso hacer un show zapando con Nicolás y Fernando. Ahí se armaron Los de Helio... ¡y ahora tenemos un disco!
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