MUSICA › JACQUELINE SIGAUT PUBLICó PORQUE QUIERO, SU CUARTO CD
La vocalista, que presenta su disco esta noche, define el género como “películas en tres minutos”. “Cuando lo canto me imagino el lugar, la escena, los personajes”, dice.
› Por Karina Micheletto
Tango Porque quiero, dice que hace. Así llamó a su nuevo disco, el cuarto, Jacqueline Sigaut, una tanguera “francesita de Liniers”. Sus razones tuvo para la elección del nombre: “Realmente es agotador hacer un disco. Es tener un hijo, pasar una crisis, vivir momentos increíbles, pero también de mucho sufrimiento. Y al ser el cuarto, ¡tenía total conciencia de cómo era! Así que lo hice totalmente porque quiero”, explica Sigaut. El trabajo logra poner de relieve la expresividad de la voz de Sigaut, que viste cada tema con diferentes formatos musicales –de la intimidad de las guitarras al sexteto–, y con invitados que enriquecen la propuesta: Amelita Baltar en un logrado contrapunto del “Oblivión” de Piazzolla y el armoniquista Franco Luciani en un bonus track extragenérico, “Aletear de zamba”, entre otros. La presentación será hoy, a partir de las 21, en el Club Lounge Buenos Aires (Reconquista 974).
Sigaut empezó a cantar semiprofesionalmente a los quince años, estimulada por una madre española “que se la pasaba cantando”. “Empecé haciendo todo tipo de música, bolero, jazz, bossa nova... Pero al tango no me animaba, le tenía un respeto que me alejaba del género, quizá por una cuestión de edad”, cuenta la cantante. “Hasta que, unos quince años atrás, un amigo me invitó a ver un show de tango en el Palais de Glace. No sé qué me pasó, pero me emocioné hasta las lágrimas. Escuché un código diferente, sentí que había muchas más cosas de las que me imaginaba que me conectaban con el tango.”
En esa “película en tres minutos” que es el tango para Sigaut (“es un género muy visual, cuando lo canto me imagino el lugar, la escena, los personajes, me meto en la novela por completo”, describe la intérprete), comenzó a encontrar clásicos a los que no se le animaba en público: “Hay temas que tienen versiones imbatibles, que ya están prendidas en la oreja de todos, es imposible competir con eso”, explica. Una búsqueda personal le abrió la puerta que actualmente define su repertorio: “Para el segundo disco ya me picó el bichito de los temas nuevos”, dice. Así aparecieron los autores que delinean el universo tanguero de esta intérprete: Alejandro Szwarcman, Raimundo Rosales, Adela Balbín y María del Mar Estrella.
–¿Es más difícil meterse con tangos nuevos?
–No, ¿por qué? Para mí fue una experiencia muy enriquecedora como cantante. Pude trabajar en equipo con autores y compositores, fue un lujo que me di, me venía a la cabeza la imagen del cafecito de la época de oro del género. Así nació el tango, en esa semillita de encontrarte con amigos compositores, músicos, en el quedarte charlando, tirando ideas... Como intérprete, poder preguntarle al poeta determinadas cuestiones de la letra es una posibilidad maravillosa.
–¿Y alguna vez cambió su visión de un tango este “cafecito” con el autor?
–No es que cambia, pero sí aporta otra mirada, enriquece. En mi segundo disco, por ejemplo, grabé “El amor no es culpable”, de María del Mar Estrella, que para mí era un tema de amor increíble. Cuando charlé con la autora, me contó que se lo había escrito a una persona enferma de HIV. Cuántas dobles lecturas de ese tipo habrá con los temas clásicos, cuántas historias ocultas disparadoras de las letras, ¿no? La palabra del autor, en todo caso, hace que una se sienta menos sola en la interpretación. Porque la elección del repertorio es un trabajo muy solitario: si en otro momento eran los directores de orquesta los que planteaban un repertorio, hoy estamos solos cuando buscamos temas.
–En sus últimos discos se repiten varios autores. ¿Ya armó su seleccionado de nuevos poetas?
–Escucho mucho material nuevo, lo busco o me lo acercan, estoy abiertísima. Pero es cierto que hay determinados autores que siempre en algo me encuentran, porque los tangos me eligen a mí, no es al revés. Hay tangos que pueden ser buenísimos, pero si las historias no me tocan, no puedo tomarlos para mí. Y cuando se graba un disco con temas nuevos hay que sostenerlo, se debe estar muy convencida de las palabras que se eligieron para cantar.
–¿Por qué cree que hay tantas mujeres que cantan tango en el último tiempo?
–Para mí hay una explicación muy concreta: en el tango no había tanto lugar para las mujeres o el lugar que les estaba reservado era bastante estereotipado. Hoy, no sólo hay muchas más cantantes femeninas, también son mucho más personales: si se escucha a las cantantes de mi generación, a la gran mayoría se las reconoce enseguida, cada una tiene su estilo bien marcado. El tango, parece, nos esperó.
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