Mié 09.09.2009
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MUSICA › SE ENTREGAN LOS PREMIOS KONEX A LA MúSICA CLáSICA ARGENTINA

Halago y estímulo para seguir

En un panorama complejo, que incluye al Teatro Colón cerrado y desatención de los funcionarios públicos, cien figuras e instituciones vinculadas con el género, elegidas por ganadores de ediciones anteriores, recibirán sus menciones por su trabajo en la última década.

› Por Santiago Giordano

No es difícil coincidir en que, en general, un premio de cualquier índole, además de promover una especie de conciliación con el orden de las cosas, puede ser un estímulo. Antes de evaluar sus ulteriores alcances, la primera sensación que suele agitar al premiado es la de estar haciendo las cosas bien y, por lo tanto, de seguir haciéndolas del mismo modo. En ámbitos complejos y en muchos sentidos postergados como suelen ser los de la música clásica en la Argentina, los premios Konex, con tres décadas de vida, constituyen una institución importante. Y más allá de su carácter de surtidor de estímulos, cada diez años trazan un panorama de lo que pasó, como manera de incitar a lo que vendrá.

Mañana se entregarán los diplomas de mérito a las cien personalidades e instituciones más destacadas de la última década de la Música Clásica Argentina (1999-2008), en el Salón de Actos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. El jurado presidido por Pola Suárez Urtubey e integrado por Oscar Araiz, Emilio Basaldúa, Pedro Ignacio Calderón y Diego Fischerman, entre otros –que, a su vez, ya recibieron el Premio Konex en ediciones anteriores–, seleccionó cinco nombres por cada una de las veinte disciplinas vinculadas a la actividad, de las que saldrán además el Konex de Platino y el Konex de Brillante. En esta lista aparecen artistas como Gerardo Gandini, Daniel Barenboim, Carlos López Puccio, Virginia Tola, Marcelo Alvarez, Horacio Lavandera y Sol Gabetta, además de instituciones como la Camerata Bariloche, La Barroca del Suquía y el Estudio Coral de Buenos Aires, entre otros.

“Recibir premios siempre es muy halagador”, dice Lucrecia Jancsa, arpista, solista de la Orquesta Sinfónica Nacional e integrante del Trío Luminar, premiada en la disciplina Instrumentos Diversos. “Un premio como el Konex, que se da cada diez años, es un reconocimiento a la trayectoria. No sólo es una distinción por la interpretación de una determinada obra o repertorio, es la evaluación de un artista en todos sus aspectos durante una década.” Para Bernardo Illari, doctor en Musicología de la Universidad de Chicago y profesor adjunto de la Universidad de Texas Norte, elegido entre los musicólogos de la década, “los premios pueden ayudar a que una carrera se desarrolle en mejores condiciones profesionales”. “Más allá de eso, no creo que signifiquen nada en especial. He ganado otros premios y mi trabajo siguió la misma línea, antes y después de cada uno de ellos. De todos modos, el prestigio de este premio ayudará a que mi trabajo se conozca fuera del ámbito académico en el que normalmente me muevo.”

Otro de los premiados es el compositor Marcelo Delgado, creador –entre otras cosas– de cuatro óperas de cámara estrenadas en el Centro Experimental del Teatro Colón y en el Centro Cultural Ricardo Rojas. Delgado distingue dos posibilidades para ser premiado: “Aplicar para conseguirlo o recibirlo por iniciativa de terceros”. “En el primer caso, uno envía una obra a concurso porque le interesa el prestigio del premio o la recompensa ofrecida; allí se establece una competencia y un jurado elige. En el segundo de los casos, uno es notificado de que un jurado ha decidido reconocer algún valor a una trayectoria, avalada por las obras que la jalonan. Este caso es particular, porque la experiencia cotidiana del artista no necesariamente está enfocada a ese tipo de circunstancias, que lo exceden y hasta le pueden resultar ajenas. Personalmente, no creo que los premios, en nuestro país, le cambien la vida a nadie. Habitualmente son más honoríficos que concretos y el prestigio que nos permite acceder a algunas posibilidades está basado más en la obra que en los premios ganados. De todas maneras, a nadie le disgusta el reconocimiento de los otros y me incluyo en la lista.”

Una de las características de los premios Konex es que el jurado está compuesto por ganadores del galardón en ediciones anteriores. “Cuando el reconocimiento viene del ámbito profesional del que uno forma parte es doblemente halagador”, dice Jancsa. “Conozco la trayectoria de gran parte del jurado y es un honor ser una de las premiadas de esta década.” “A mí me honra estar en compañía de músicos de la talla de Manfredo Kraemer o investigadores como Omar Corrado y Malena Kuss, por no mencionar más que tres entre tantas personas muy destacadas que ganaron el premio de manera más merecida que yo”, agrega Illari, que recientemente ha trabajado en la edición de las 60 canciones atribuidas a Juan Pedro Esnaola.

Pero los premios pasan y las realidades permanecen. A la hora de evaluar la actualidad de la música en Argentina, Illari, Delgado y Jancsa coinciden en destacar, con matices, el caudal de actividad. “Resulta asombroso que las prácticas artísticas persistan y que el capital humano crezca, aunque una buena parte vaya a parar allende las fronteras”, reflexiona Illari. “A un gran número de artistas nos motiva la necesidad de seguir haciendo buena música, pero esto no forma parte de un proyecto cultural”, asegura Jancsa. “En gran medida la actividad musical en la Argentina es el resultado de esfuerzos individuales. La ausencia del Estado es muy notoria, y un claro ejemplo de lo que pasa con la música a nivel estatal es la terrible situación del Teatro Colón.” Delgado apoya: “Como compositor que vive y trabaja aquí, siempre sentí la necesidad de generar proyectos propios, intuyendo que serían pocas las oportunidades para ser convocado desde las instancias oficiales o privadas. Para los funcionarios culturales, la tarea de un compositor tiene una visibilidad casi nula y un rédito similar, por lo que resultamos poco atractivos a los efectos de conseguir apoyos para desarrollar nuestros proyectos. La producción contemporánea sufre por la ignorancia del lenguaje actual que impera entre la mayoría de los críticos o por decisiones editoriales de dudoso valor”.

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