MUSICA › LA FILARMONICA COSMICA PRESENTA SU DISCO DEBUT
› Por Cristian Vitale
Bizarro: le dicen Gnomo, como los enanos fantásticos, como el tema loco del primer disco de Pink Floyd, y la única noticia que se tiene sobre él es que está atorado vehicularmente en medio de la urbe. Que procede de Tigre y va a llegar tarde. La espera es en un bar, al crepúsculo, y con la persiana a medio cerrar ¿será por lo enano, por lo fantástico?... El Gnomo irrumpe media hora tarde. Carga dos guitarras –una en cada hombro–, un bolso, rulos que le apuntan al techo, estatura de urso y ojos grandes. Se sienta, no toma nada y habla: “Me pusieron así cuando era pendejo porque era bajito. Después pegué un estirón extenso, pero no pude hacer nada para sacarme el apodo... no pude cambiar de personalidad”, ríe resignado. Primer misterio revelado. Segundo a revelar: el Gnomo –Martín Reznik– tiene una banda que se llama La Filarmónica Cósmica. Suena a rock, hace canciones revestidas, tiene un sinfín de referencias que van de Bach a Los Beatles; de Erik Satie a Eduardo Mateo, y de Radiohead a Ezequiel Borra, y está presentando su singular disco debut esta noche a las 23.30 en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543). “Busqué el significado en el diccionario y filarmónica no habla necesariamente de una orquesta, ¿no? Es más bien algo así como el amor a la música”, justifica.
–¿Y lo cósmico por dónde pasa?
–Bueno, el sentido lo encontré después. En realidad, al principio me sonaba bien el nombre y nada más... hasta que apareció lo del cosmos, que es el universo ilimitado, me veo como un amante del universo de la música ilimitado. ¿The Beatles era un buen nombre o no? ¿Quién lo sabe?
Reznik canta parecido a Palo Pandolfo y compone canciones básicas, que después adquieren vuelos en múltiples direcciones. Es –la definen– una orquesta de música popular con actitud rocker, que mezcla cierto tratamiento “de cámara” con el más puro respeto por el armado artesanal de la canción, y suena nítida. Redonda. “¿Por dónde empiezo?”, duda Reznik cuando se le pide profundizar. “No sé... siempre hicimos rock, pero la sonoridad de hoy es más directa, más en el estilo y sin vueltas. Los arreglos a veces se meten con la música de cámara contemporánea, o con el jazz, o con la música clásica. Son canciones que se apoyan en distintas cosas: el candombe, la música brasilera, el pop... van cambiando.”
–Pero, ¿cuál es el elemento catalizador? ¿De dónde parte y adónde llega cuando compone?
–Los Beatles. Siempre busco que la canción sea poderosa. Lo que hay que decir es tal cosa, dos tonos y sale... después, sólo se trata de esculpir lo que ya estaba.
Luego de un período de naufragio en la formación, La Filarmónica Cósmica –que antes se llamaba El Gnomo y la Filarmónica Cósmica– es un quinteto base integrado por Pablo Bendov en batería, Martín Pantuso en bajo, Manuel Toyos en piano y teclado, Juan Suárez en trompeta, más invitados que le suman un plus de vuelo aéreo: Ezequiel Borra (guitarra), Leila Cherro (cello), Santiago Castelani (trombón) y el Polaco Sunshine en ¡psicodelia! “Es una banda inquieta”, dice el Gnomo. “Siempre cambia de formato, de búsqueda, de química y de experiencia. Va mutando y las causas son siempre distintas, pero lo que no cambia es el amor por lo infinito de la música. Eso no”, cierra, y parte: el gnomo se pierde otra vez en la ciudad.
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