MUSICA › ENTREVISTA CON ALEX LORA, LIDER DE UNA HISTORICA BANDA MEXICANA: EL TRI
La banda, pionera del género en su país, tributa a una fuerte tradición de dureza y aguante rockeros que encuentra puntos de contacto con Pappo y con La Renga. Pasado mañana, precisamente, tocarán con el trío de Mataderos en Cosquín Rock. Alex Lora no se guarda nada: “En 37 años de vida hicimos y dijimos lo que se nos dio la gana”.
› Por Cristian Vitale
En 1968, cuando Alex Lora le dio su primera forma a El Tri, Carlos Santana –otro guadalupano confeso– llevaba dos años deslumbrando al mundo con su latin rock, pero aún no tenía discos editados. Recién al año comenzó a edificar aquella tríada imprescindible para la historia del rock (Santana, Abraxas y Santana III). Se puede suponer a priori que, por identidad, vocación y generación, los une desde el vamos un fuerte lazo. Pero no. Pese a que curten la misma virgen –incluso le rindieron homenaje juntos–, hacen rock y vaya si son clásicos, Lora prefiere distanciarse del creador de Samba pa ti. “El maestro es muy chingón guitarrista. Mick Taylor nunca podría haber hecho Puedes oírme tocar, si no hubiese existido Santana. Pero su identidad como mexicano no está definida. El se considera ciudadano del mundo, le metió el requinto de los tríos al rock and roll, sí, pero no canta. Su mensaje no es el del latino jodido que quiere comunicar su jodidez a otros latinos, sino el de ‘qué lindo soy, cómo me quiero’”, ironiza este viejo batallador del rock azteca que llegó al país para entremezclarse con bandas argentinas en los festivales estivales.
–Es raro que hable así de Santana. Tuvo mucha difusión cuando tocaron Virgen Morena juntos en honor a la Virgen de Guadalupe.
–Aquella vez lo invitamos porque es superguadalupano. Yo le regalé una sudadera de la virgen y él, una playera. Pero él no comunica, porque no canta. No dice nada. Toca a toda madre y listo. Está clavado en el mismo pedo que el rock inglés. En EE.UU., si no eres comercial no eres. En cambio, acá sí. Nosotros, en 37 años de vida hicimos y dijimos lo que se nos dio la gana. No funciona para nosotros eso de caerles bien a todos.
Al verdadero Lora, entonces, hay que buscarlo –y encontrarlo– más cerca de la tradición cruda del rock hispanoparlante. Ladeando al prócer español Miguel Ríos –quien participó del disco No podemos volar–, de Pappo, con quien compartieron un show en el Teatro Olimpic de Los Angeles –tocando La caja boba–, de los Teen Tops –temprana influencia de Lora– o de La Renga. El trío de Mataderos, en rigor, trajo a El Tri por primera vez hace siete años, para un memorable concierto en el polideportivo de Mar del Plata, y ahora volverán a interactuar en una especie de vermouth del Cosquín Rock –pasado mañana– en el predio de San Roque. “Ellos son banda, no sé si me entiendes. Son rocanroleros, no estrellas cuyos pedos huelen a perfume”, define. Es que El Tri también es así. Muchas veces ninguneados por la intelligentzia rocker de su país, se han transformado en una banda de gran popularidad arriba del Ecuador. Con temas de cuando se llamaban Three Souls in my Mind, cuya vigencia no se ha perdido –Abuso de autoridad, No le hagas caso a tu papá, Oye cantinero– se han hecho de una raza –hinchada– fiel, muy seguidora. “Las canciones no pierden vigencia, porque los rocanroleros somos adolescentes toda la vida. Yo siempre recomiendo que no dejen de tomar tres pastillas de rock and roll por día, porque es la fuente de la eterna juventud, y además de esa agüita no se empachan”, distiende.
–Qué aceptación tuvo el homenaje a la virgen. ¿Son compatibles religión y rock?
–Es que el rock and roll es una religión, una pasión, una forma de vida. Se es o no se es. Ojo, El Tri no toca rock católico. Hizo la canción de la Virgen, porque los mexicanos somos guadalupanos. Pero sólo eso. Y, claro, al ser un pueblo guadalupano, tuvo mucha aceptación. Incluso, hicimos una misa para ofrecer el disco a la Virgen, con la intención de que los bendiga, y cantamos con instrumentos acústicos, Santana y un coro de 50 chavitos. Nos pasó que la prensa dijo que iba a ser un concierto gratuito para presentar el disco en la Basílica y se prestó a confusión: el lugar se llenó de nuestra raza.
–¿Y qué dijo el cura?
–Que era buena onda que El Tri convoque a la masa rocanrolera a que participe de una misa.
–Como Javier Martínez y Luis Alberto Spinetta aquí, usted es pionero del rock cantado en castellano en México. ¿Por qué hay muchas canciones en inglés en sus primeros discos?
–El primero es la mitad en inglés y la mitad en español, aunque todas las rolas (canciones) son originales. Pero en ese momento, un grupo llamado La Revolución de Emiliano Zapata, que hoy hace cumbia, vendió 100 mil discos en Alemania, con una rola que se llamaba Nasty Sex. Entonces, las compañías de discos vieron la veta y convocaron a todos los cabrones que hacíamos rock en la época, para ver si la pegábamos. El segundo disco, entonces, fue todo en inglés. Pero desde el tercero hasta hoy cantamos todo en castellano. Chinga de su madre, así fue. Los medios del momento me decían: “Cabrón, no ves que el rock es inglés”. Y yo respondía: “Quiero que la raza entienda lo que les digo. Que se desahoguen como yo”. La música y el tiempo me dieron la razón.
–¿Cuál es la fórmula para durar tanto tiempo como grupo?
–Somos muy aferrados. Pero además, lo nuestro es verdadero. No es pose ni moda, no es que querramos ser rocanroleros: lo somos. Y la raza se identifica con nuestras rolas, porque dicen lo que ellos sienten, piensan y quieren comunicar. No sé cuál es la fórmula, pero es así.
–¿Qué elementos en común distingue entre el rock mexicano y el argentino?
–En nuestros países existe una problemática existencial, económica, histórica y vivencial, que es cabrona. Si no tuviéramos rock and roll en nuestro lenguaje, pues sería como aceptar que estamos de acuerdo con que los políticos sean unos rateros, con las injusticias y todas las chingaderas que pasan. Por eso, existe nuestro rock, que no se ha mediatizado tanto como el inglés. Aquél también nació con identidad e ideología, pero luego las fue perdiendo. Fue cayendo en las garras del mercantilismo.
–Sin embargo, dada una multiplicidad de factores, el rock hispano también parece estar “mercantilizado”.
–No lo creo. En Argentina, España y México, los rockeros encaramos la idea de inconformarnos, satanizar y despotricar, porque esto forma parte de la naturaleza humana. Si no existiera el rock and roll en los países de habla hispana, con 400 millones de cabrones que hablamos en el lenguaje de Cervantes, sería una mamada. En el momento en que no hubiera nada con qué inconformarse, protestar o ridiculizar, qué pinche de necesidad habría de que exista un grupo como El Tri.
–Sin embargo, para muchos, el rock es puro hedonismo.
–No. El rock no es sólo para bailar, es para pensar. Es un medio de comunicación imprescindible.
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