MUSICA › CUARTA LUNA EN COSQUIN
› Por Karina Micheletto
Desde Cosquin
En la cuarta luna coscoína, el festival arrancó con el “Aquí Cosquín” de la boca de Víctor Heredia, quien tuvo a su cargo el primer número de la noche del martes. Desde que no está Julio Mahárbiz, los organizadores parecían no encontrarle la vuelta al grito que siempre fue un sello de Cosquín. Este año, la solución llegó con los principales artistas de cada noche. Así, ya pegaron el grito tradicional Cuti y Roberto Carabajal, Soledad, Teresa Parodi y Víctor Heredia.
Peteco Carabajal, el ex Olimareño Braulio López, la riojana Bruja Salguero y el charanguista Rolando Goldman fueron algunos de los que pasaron por el escenario, en una noche que cerró un invitado habitual de Cosquín, Jairo. La actuación de Luna Monti y Juan Quintero demostró que no siempre hace falta el arriba las palmas para levantar a la plaza. El dúo llegó con una propuesta intimista hasta en lo visual, sentaditos los dos en medio del escenario gigante, todo un desafío para un festival masivo. Dos voces bien plantadas, una guitarra y bellos arreglos alcanzaron para mostrar en tres temas que hay folklore nuevo más allá de la balada.
La gran sorpresa de la noche llegó con la actuación de Mariana Carrizo. La coplera salteña invitó a subir al escenario a la comparsa Flor de Primavera, de Iruya, y a Eulogia Tapia, aquella que inspiró la zamba de Cuchi Leguizamón y Manuel J. Castilla La pomeña. Su sola presencia alcanzó para crear un clima de emotividad general. Enseguida la Eulogia mostró por qué ganó aquel contrapunto por el que los vencidos prometieron un premio: componer una zamba para ella. “Con su permiso señores, en su rueda cantaré, y aunque soy medio morena, seguro no mancharé”, copleó la pomeña. Más tarde Eulogia Tapia narró la historia que la volvió zamba en La Poma, un pequeño poblado que actualmente tiene 600 habitantes, 180 kilómetros al norte de Salta capital. Claro que ella no vive exactamente allí sino más arriba en los cerros, donde cuida de sus cabras. Hasta allí llegaron el poeta Castilla y el músico Leguizamón, en un carnaval. Desafiados a un contrapunto de coplas, resultaron vencidos por Eulogia Tapia, quien todavía recuerda la copla final, la que hizo retirar del desafío a los visitantes: “Esta noche va a llover, agua que manda la luna, mañana ‘ei de andar nadando, como pato en la laguna”. Hubo una apuesta y una promesa: por haber ganado, se llevaría de premio una zamba. Al tiempo una señora le mandó un disco donde supuestamente estaba esa zamba. Quien lo mandó fue Mercedes Sosa, pero Eulogia no pudo comprobarlo porque no tenía dónde escuchar el disco. Tuvo que pasar más tiempo hasta que finalmente escuchara su zamba, por casualidad, en la radio.
A los 60 años, la vida de Tapia sigue siendo la misma: “Tengo mis chivas, saco leche, hago quesos, trabajo en potrero. Así ando yo”, cuenta. “No es artista, es una mujer que canta su vida en las coplas para ella, nomás”, la define Carrizo. Esta es la primera vez que sale a mostrar lo suyo a un festival lejano. No quiere andar lejos, explica, porque no tiene con quién dejar ni a sus cabras ni a su marido. Sin que le pregunten, hace una última aclaración: “Cuando en la zamba dicen ‘porque te roban Eulogia, carnavaleando’... ¡Es porque me roban la chiva!”, dice con picardía.
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