Mar 22.12.2009
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MUSICA › EL EX SODA STEREO PRESENTó FUERZA NATURAL EN EL CLUB CIUDAD

Gustavo Cerati fue el que rió último

El club del barrio de Núñez ya no podrá ser usado para conciertos de rock por decisión del gobierno de Mauricio Macri, pero la despedida fue con una tormenta de decibeles y la clase rockera que exhuda el autor de “Déjà vu” y “Rapto”.

› Por Roque Casciero

“Ya cerraron el Ciudad, ¿a dónde vamos ahora?”, improvisó Gustavo Cerati justo después de pedir que lo llevaran “a un lugar con parlantes” en medio de “La excepción”. Antes ya se había referido al hecho de que su show para presentar Fuerza natural fue el último que el rock pudo disfrutar en el club de Núñez –a esta altura todo un clásico de festivales y conciertos multitudinarios– por decisión del gobierno de Mauricio Macri. “¿Cómo está el volumen? Un saludo a los vecinos”, ironizó el cantante, y pidió: “Y abran más lugares para tocar, ¿no?”. El volumen, hay que decirlo, estaba más que bien, en manos de un killer de oídos como Adrián Taverna, que tiene la virtud de hacer sonar fuerte (y prístina) cualquier cosa que pueda microfonear. Los bajos de Fernando Nalé pegaban en la boca del estómago, los solos de guitarra de Cerati, Richard Coleman y Gonzalo Córdoba lastimaban con los agudos: un show de rock como debe ser y sonar. “Cada vez más fuerte”, cantaba el ex Soda desde el principio, con el tema que da nombre a su último álbum, y así pareció estar armado el concierto, tanto en lo que tenía que ver con el volumen como con la intensidad. Lo que no salió de acuerdo con los planes fue, precisamente, culpa de una “fuerza natural”: por el temporal hubo postergación para el domingo del show imaginado para el sábado.

A las 20.30, cuando todavía quedaba algún rastro de luz azul en el cielo oscuro, Cerati se plantó en medio del escenario vestido enteramente de negro y con un antifaz plateado que le cubría medio rostro. Enseguida arrancó la máquina de precisión y potencia que es su banda. Esto es, la misma que lo acompañó durante su anterior gira solista (Coleman, Nalé, el tecladista Leandro Fresco y el baterista Fernando Samalea), más los recién llegados Córdoba y Ana Alvarez de Toledo, que mete los coros perfectos y además carga de sensualidad femenina la escena. Las tres guitarras les dan una polenta extra a los temas más fuertes y le brindan variedades tímbricas al grupo. Acústicas, lap steel, dobros: todo para reproducir en vivo el paisaje sonoro entre folk y psicodélico de buena parte de Fuerza natural. “Ya saben cómo es esto, ¿no?”, planteó Cerati. “Primero todo el disco y después el viaje sigue. Espero que hayan traído algo para disfrutarlo.” La idea de partir en dos el concierto fue reafirmada desde la estética: en la segunda parte todos los músicos salieron de blanco y cayó un telón negro de fondo para revelar líneas de lámparas redondas. Sin embargo, tal vez hubiera sido mejor alternar temas de Fuerza natural con otros que ya se hicieron carne en la gente, para conseguir un feedback más directo con las veinte mil personas que había en el Ciudad.

Ojo, tampoco es que en la última mitad Cerati haya elegido un repertorio netamente hitero: apenas hubo una canción de la época de Soda Stereo, “Zona de promesas”, pero tuvo que ver con un homenaje a Mercedes Sosa, que eligió incluirla en su disco de colaboraciones Cantora. Para entonces ya había pasado el vuelo “campestre” de Fuerza natural, que por momentos se ponía floydiano y “acuático” (“Sal”) o se sumergía en una psicodelia a la Spiritualized (“He visto a Lucy”). Durante ese tramo, las pantallas de los costados deformaban las imágenes, con un trabajo por momentos creativo y en otros demasiado confuso, que no aportaba ni a la estética del show ni ayudaba a los que estaban lejos del escenario. En “He visto a Lucy” participaron cuatro brasses comandados por el trompetista Gillespi, que se lucieron todavía más en la impresionante (¡definitiva!) versión de “Paseo inmoral”. Cerati se prendió fuego en la guitarra con la cita-homenaje a “Post Crucifixión”, de Pescado Rabioso, y la banda (ampliada con los caños) era una locomotora cuyo destino era el cerebro de veinte mil cuerpos. Sin dudas, fue el cenit de un show que pasó por muchos estados de ánimo.

“Se ha producido un enfrentamiento entre la misma persona”, se rió el cantante cuando los cantos del público se dividieron entre “una de Soda, la puta que lo parió” y “Ceraaati, Ceraaaati”. “¡Dios mío! Hagamos la excepción”, cerró, presentando de paso su hit (en el que citó “Rebel rebel”, de David Bowie). Otros momentos altos fueron la versión de “Marea de Venus”, de Colores santos, el disco a medias con Daniel Melero; la relectura muy bailable de “Pulsar”; y el final (que también es el cierre del disco) con “#”. Naturalmente, hits como “Adiós”, “Crimen”, “Te llevo para que me lleves” y “Cosas imposibles” fueron los que despertaron mayor respuesta, aunque en general la gente parecía más interesada en el viaje personal (¿el que propone Fuerza natural?) que en hacerse sentir y reclamar protagonismo durante las dos horas y media de show. ¿Para qué, al fin y al cabo, si lo mejor que tenía la noche en el Ciudad era lo que pasaba arriba del escenario? “El que ríe último, ríe mejor”, dijo al final Cerati, en una nueva referencia a la imposibilidad futura (ahora presente) de hacer shows en el club porteño. La despedida, entonces, fue con una tormenta de decibeles y mucha, pero mucha clase. Esa que Cerati exhuda (a veces hasta la afectación) en cada cosa que hace.

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