Sáb 23.01.2010
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MUSICA › JUANA MOLINA TOCA GRATIS EN EL AUDITORIO DE COSTANERA SUR

La trovadora del siglo XXI

La cantante se presentará sola, después de mostrar su disco Son acompañada por un bajista y un baterista. Y ya avizora un futuro en el que la improvisación será crucial en su arte. El concierto lo abrirá Russian Red, sensación del indie español.

› Por Yumber Vera Rojas

Quienes no pudieron asistir a ninguna de las dos funciones que ofreció Juana Molina en diciembre pasado en el ND/Ateneo, con las que despidió el tour de su álbum Un día –su última realización, editada en 2008–, esta noche tendrán una nueva chance de ver a la cantautora argentina en acción: será en el Anfiteatro de Costanera Sur, como parte de Música Urbana, el ciclo veraniego y gratuito del gobierno porteño. Y en plan unipersonal. “Hace mucho que no toco sola –confiesa ella, mientras hace una pausa en su ensayo–. La gira de Un día la hice siempre en trío (acompañada por Diego López de Arcaute en batería y Mariano Domínguez en bajo), así que estoy justo reacomodando los temas y decidiendo cuáles irán, para luego adaptarlos al formato.” Sobre la repercusión que tuvo su quinta producción durante los conciertos, Molina reflexiona: “No sé si a la gente le gustó porque se trata de mi disco más salvaje o lanzado, o por la manera en que comenzaba el recital, que era bien arriba y eso creaba un clima expectante. Además, estoy tratando de tocar en lugares donde el público esté de pie porque se arma algo mucho más interesante. Es como si todos se contagiaran, porque bailan y arengan. No obstante, toqué las canciones que creí que tenían más repercusión, pues no quería basar el repertorio nada más que en el material nuevo. Como espectadora, me gusta ir a los shows y conocer los temas”.

Además de haber reincidido con este trabajo en varias plazas europeas y en Japón –nación que le permitió empezar a desarrollar su trayectoria en el exterior–, Molina tuvo la oportunidad de debutar con él en Australia y de mostrarlo en el Central Park de Nueva York. “Si bien lo de Australia lo viví más bien como una experiencia turística, pues el paisaje es muy poderoso y se parece al del Norte argentino, el show que hice en el Central Park me permitió sentir que había llegado a un lugar más del mainstream que de la artista de culto”, dice. Sin embargo, a pesar del éxito que le redituó Un día, la cantautora asegura que en su próxima producción no seguirá la misma línea. De hecho, con este álbum cierra un capítulo artístico. “Me tomé no un descanso, sino un retiro. Esta vez no tengo esa cosa apurada de salir con un disco, justamente porque estoy detenida viendo qué camino debo tomar. Con Un día concluye una etapa, pero comienza otra. Me está tentando mucho el tema de improvisar. Cuando el año pasado me invitaron a cantar con La Bomba de Tiempo y La Grande, sentí que salía algo nuevo, una Juana que me era desconocida. Quiero investigar por ahí para ver qué encuentro, para ver cómo sigo. La experiencia de estar ahí en el borde del precipicio, inventando en el momento, sin saber a dónde va nadie, fue muy enriquecedora. Eso me abrió las perspectivas”, afirma.

El segundo ciclo en la trayectoria musical de Molina, después de desbaratar la imagen de paladina del indie que se le creó con su ópera prima Rara (1996), comenzó justamente hace una década, con la aparición de Segundo (2000), la realización que advirtió el semblante que esta trovadora moderna desarrollaría desde entonces, y que le permitió ganarse un lugar privilegiado en la vanguardia musical internacional. “Segundo sigue siendo para mí el disco que contiene todo lo que hice luego –asegura Molina–. En él está todo esbozado, más tímidamente y menos claro. Por eso es mi álbum más importante, y su mensaje fue redondeado en Son. En Un día ya me abro de éste. Siempre me dio rabia que Segundo se conociera una vez que lo sacó Domino Records –sello que edita sus producciones en el resto del mundo– en 2003, mucho después de haberlo lanzado acá. En ese año salieron cosas muy parecidas, así que no se pudo reconocer su valor innovador. Cuando lo grabé no tenía idea de lo que hacía, sólo que me representaba completamente.” Entonces, casi sin quererlo, la artista argentina se tornó en una de las pioneras de la folktrónica, escena en la que destaca el laboratorio estadounidense Animal Collective, que visitó la Argentina en 2008. “Me parece que la folktrónica reemplazó en la vanguardia a la canción, lo que no quiere decir que ésta no siga siendo importante y la base de cualquier tema”, arriesga.

Pero para la artista argentina –cuyo concierto de esta noche será precedido por el de la sensación de la canción indie española, la madrileña Russian Red–, todavía la innovación a nivel compositivo parece no haber tocado a la música popular contemporánea autóctona: “Se siguen componiendo canciones con puente, estribillo, partes A y B y verso. La Argentina es un país muy raro. No entiendo por qué hay tanta diferencia entre lo que se oye acá y en otros lugares. No sé si es un fenómeno propio o si todo lo que esté en otro plano es algo cultural que pertenece a lo sajón. No sé cómo llegue ahí, pues todas mis canciones las hice acá”. Al igual que otros exponentes criollos, Molina padeció la incomprensión y la indiferencia de la escena local por apostar por la vanguardia. “Tuve que dejar de tocar por un tiempo debido a la contrariedad que tuve que enfrentar –recuerda–. Para muchos mi imagen no coincidía con la experiencia que debía tener. Si hubiera empezado con la música (sus primeros pasos fueron como comediante), me habrían seguido cinco o diez. Sin embargo, venía mucha gente a los conciertos. No toleré la adversidad, no supe cómo manejarla. Por eso pasó tanto tiempo hasta que apareció Segundo. No quise pedirle ayuda a nadie, lo llevé adelante con lo poco que sabía, por eso es tan lo–fi. Hice las cosas como creía que eran. Tras dos años de haberlo registrado, me parecía que si modifica su sonido perdía el espíritu.”

Desde entonces, una de las grandes preocupaciones de Juana, que hace poco formó parte de la banda de sonido de la película mexicana Rudo y Cursi, es encontrar la verdad a través de la música. “Oigo poca música –se lamenta–. Será que como toco tanto, después necesito estar en silencio total. Pero cuando me animo a escucharla, prefiero, antes que la vanguardia, oír discos que me cautivaron a los 14 años y su contenido, aún hoy, me sigue pareciendo novedoso –explica Molina, que ha publicado hasta la fecha cinco álbumes–. Hay un cassette que grabé de la radio, en Francia, con canciones de cuna de Asia Menor. La pongo ahora y ésa es, según mi manera de ver las cosas, la expresión máxima de la verdad. Me gusta mucho encontrar la verdad en la música y no me pasa con demasiados tipos de géneros o artistas. El álbum Sung Tongs (2004), de Animal Collective, tiene una gran verdad. Hay allí una cosa pura y genuina, los tipos están viviendo ahí ese momento. Para mí fue un disco muy importante en la historia de la música. No sé si tengo el tiempo mental para prestarle atención a algo que sea sólo lindo. En la radio es imposible encontrar nada. Prefiero sintonizar la emisora clásica, pues tiene programas de música antigua, de gente que interpreta el barroco histórico, que me conmueven. Cuando escucho eso, a falta de otras opciones, lo hago porque no sé buscar. Así que prefiero quedarme con estas grandes verdades.”

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