MUSICA › EL TEATRO ARGENTINO DE LA PLATA ARRANCA SU TEMPORADA LIRICA
Marcelo Lombardero, director artístico de la institución, dice que la puesta de una obra tan compleja como Lady Mcbeth de Mtsensk es la mejor preparación para un año intenso, en el cual habrá desde barroco hasta nuevas óperas.
› Por Santiago Giordano
“Un director artístico habla a través de su programación; a partir de eso da a entender por dónde van sus ideas”, dice convencido Marcelo Lombardero al explicar una elección tan lógica como poco común en las temporadas líricas. El domingo a las 18.30, el Teatro Argentino de La Plata, del que Lombardero es director artístico, inaugurará su temporada 2010 de ópera y ballet con uno de los títulos más terribles, extrovertidos y grandiosos de la historia de la ópera: Lady Macbeth de Mtsensk, una obra escrita por Dimitri Shostakovich entre 1930 y 1932, y estrenada en San Pietroburgo –entonces Leningrado– en 1934. “Estamos en el siglo XXI y la ópera como género tiene más de 400 años de historia”, continúa Lombardero. “En los últimos tiempos, el Teatro Argentino tuvo una mirada un poco limitada del repertorio, recortando 60 años de la historia de la ópera de un momento preciso: la producción italiana de la segunda parte del siglo XIX. Creo que un teatro como el nuestro tiene que tener otra mirada, más amplia y de mayor alcance. La única posibilidad de generar nuevos públicos y despertar otros intereses es hablar de otras cosas, ampliar la propuesta estética. Además, abrir la temporada con un título de semejante complejidad nos pone a tiro como institución, nos prepara de la mejor manera para lo que será un año intenso, en el que celebramos los 200 años de la Patria y los 120 de nuestro teatro. Estoy convencido de que nuestros cuerpos artísticos tienen la capacidad para hacerlo de la mejor manera.”
Lady Macbeth de Mtsensk se pondrá en escena por primera vez en el Teatro Argentino de La Plata, en una producción del Teatro Municipal de Santiago de Chile que el año pasado tuvo notable éxito en el país trasandino y, entre otras cosas, fue galardonada con el Premio del Círculo de Críticos de Arte de Chile. La puesta –que se repetirá el jueves a las 20.30 y el domingo 28 a las 18.30– contará con la participación de la soprano letona Natalia Krieslina, en el rol de Katerina Izmailova, la trágica heroína; Hernán Iturralde será Boris Izmailov, el brutal suegro de Katerina; Pedro Espinoza interpretará Zinovy Izmailov, el marido, y Enrique Folger asumirá el papel de Sierguiei, empleado de los Izmailov y amante de Katerina –en la función del jueves 25, Sierguiei será interpretado por el joven tenor Marcelo Puente–; actuarán además Sonia Schiller (Axinia), Gustavo Gibert (molinero y jefe de policía), Alejandra Malvino (Soñetka), Carlos Bengolea (trabajador ebrio) y Ariel Cazes (pope y viejo convicto), la Orquesta Estable y el Coro Estable del Teatro Argentino. La escenografía es de Diego Siliano, los vestuarios de Luciana Gutman, la iluminación de José Luis Fioruccio, la dirección musical de Alejo Pérez y la dirección escénica del mismo Lombardero. “Me parecía lógico y necesario dirigir una obra en el teatro que conduzco, porque si me convocaron para hacerlo no es porque sea un funcionario de carrera; soy un artista y hago puestas en escena de ópera en distintas partes del mundo”, dice Lombardero y agrega: “Necesito dirigir una puesta en el Argentino también para conocer el teatro, palpitar desde adentro su funcionamiento”.
El clásico triángulo amoroso de tantas óperas, en esta obra de Shostakovich –que con la colaboración de Alexander elaboró el libreto en base al cuento homónimo de Nikolai Leskov– asume contornos grotescos. Conductas, circunstancias y las almas mismas se deforman y se mezclan en la mirada de un compositor que con 26 años despliega un universo trágico dominado por códigos tácitos y prejuicios. “Lady Macbeth de Mtsensk es la historia de una asesina, que es empujada hasta esas circunstancias por su contexto sociocultural”, explica Lombardero. “Todos queremos redimir a Katerina y Shostakovich lo hace, no sólo en la dramaturgia, también en la música.”
Después de su estreno, Lady Macbeth de Mtsensk tuvo más de 80 representaciones, en Leningrado y Moscú, hasta que un artículo aparecido en Pravda, órgano oficial del Partido Comunista, en enero de 1936, titulado “Caos en lugar de música”, condenó la modernidad de la escritura musical, la audacia de algunas escenas y el clima pesimista que sustenta el drama. A Stalin no le había gustado, no se ajustaba al optimismo edificante del Realismo Socialista, por lo que la ópera no volvió a representarse hasta 1963, en otra versión, pulida en sus aspectos más truculentos. “La versión que ponemos en escena es la original, la de 1934”, aclara Lombardero.
–¿Cuál es el concepto sobre el que se apoya la puesta?
–La música y la acción dramática que platea Shostakovich tienen la herencia del cine: pequeñas escenas, pocos personajes por escena, interludios, mutaciones. Heredé la cuestión visual del cine, la televisión y MTV, y no puedo sustraerme a esa pertenencia social y cultural. Hay mucho de cine negro, de neorrealismo exacerbado, y hay proyecciones que conviven en movimiento con lo real. Hay mucho movimiento y la escenografía virtual fue diseñada especialmente: las imágenes fueron hechas para esta producción. Lo que es Siberia, por ejemplo, lo filmamos en el desierto de Atacama, en Chile.
–Es decir que no está ambientada en Rusia...
–Nos parecía que ambientarla en la Rusia de 1860 era ablandar el meollo de la historia. Esta historia podría situarse en la segunda mitad del siglo XX, en una región suburbana que podría estar en el este europeo o en la provincia de Buenos Aires. Está contada desde un hiperrealismo en el que la poesía es dura y directa, sin mucha metáfora. Es un desafío también para el público. El hecho de sentarse a contemplar un espectáculo como éste es único e irrepetible. Hay pocas instituciones en el mundo que están en condiciones de hacer obras de esta envergadura. Perdérselo sería una tontería, porque nuestro teatro además tiene entradas muy accesibles.
–¿Cómo continuará la temporada de ópera y ballet en el Teatro Argentino?
–La temporada es ambiciosa. Tratamos de ofrecer un abanico amplio, desde lo barroco, con Giulio Cesare de Händel (en julio), hasta nuevas óperas, porque paralelamente al estreno de Lady Macbeth de Mtsensk en el Tacec se realizará el estreno mundial de El gran teatro de Oklahoma, de Marcos Franciosi. Es la idea de que el Teatro Argentino se abra al mundo, que no sea cerrado a un público cautivo. Por eso tiene que ser una fuente de producción, de creación e innovación. De otro modo no tendría sentido. Nuestros cuerpos artísticos son de alta calidad y queremos contribuir a que eso siga siendo así, y si es posible mejorar. El año pasado hubo concursos para cubrir cargos vacantes en el coro, recientemente en el ballet y para los primeros días de abril habrá en la Orquesta Estable. Con esto defendemos la estabilidad laboral y garantizamos calidad. Esto nos permite mirar al futuro de manera esperanzadora, aun con las tensiones y los problemas de todos los días; porque vivimos en el país en que vivimos y en cierto modo un teatro es el espejo de la sociedad.
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