MUSICA › MUSICA PEQUEÑA ORQUESTA REINCIDENTES
Mañana en el Ateneo, el grupo seguirá mostrando en vivo las canciones de Traje. Mientras le dan forma al disco que grabarán este año, celebran tener un estilo definido, pero a la vez una urgencia por “correr el límite”.
Pequeña Orquesta Reincidentes es un grupo muy difícil de encorsetar en un género específico. En sus discos se adivina la mixtura entre rock, tango, valses, polcas y folklore criollo y balcánico. Juan Pablo Fernández (guitarra, voz), en diálogo con Página/12, cuenta que “a mí me sigue pareciendo que lo que hacemos es muy de acá, y la definición de lo que es acá será otra discusión. La música de los puertos, la música de la mezcla, la música de los inmigrantes, cosmopolita, urbana”. Invitados a un importante festival español, planean una gira por el Viejo Continente y además ya están ensayando los temas de su próximo álbum que, esperan, grabarán antes de fin de año. Guillermo Pesoa (piano, acordeón, voz) amplía: “La búsqueda siempre apunta a crear climas, a generar una sensación particular. Nuestro estilo es de probar todo el tiempo, con un resultado no tan uniforme pero sí que va teniendo una línea, que se va empezando a escuchar como un estilo personal”. El quinteto (que completan Santiago Pedroncini en guitarra, banjo, mandolina y trompeta; Alejo Vintrob en batería y percusión y Rodrigo Guerra en contrabajo, tuba, trombón y voz), nominado a los Cóndor de Plata 2005 por El cóndor pasa, de la banda de sonido original de la película uruguaya Whisky, se presentará mañana a las 21.30 en el ND Ateneo (Paraguay 918).
–Si les pidieran que definan la música que hacen, ¿los complicarían?
Juan Pablo Fernández: –Nunca pudimos ni quisimos clasificarnos. En general, tenemos la pretensión de que sea el reflejo de las voluntades comunes y de los gustos, que a la vez son muy distintos y no tanto. Siempre terminamos hablando de las calificaciones que nos hacen, contestando, aclarando cosas. Me parece que no vale la pena ponernos nosotros mismos a cerrar algo para decir “estamos en tal palo”. Por momentos sigo sintiendo que lo que hacemos es rock, con todas las mezclas que tiene intrínseca la palabra. Nos nutrimos de muchas cosas que, a pesar de ser una forma muy personal, es evidente que el grupo va cambiando y a la vez no. Es raro. Se va haciendo cada vez más profundo.
Guillermo Pesoa: –Lo único intencional es la apertura, más que la búsqueda específica de alguna influencia y tratar de mezclarla con otra. No funcionamos así, sino al contrario: va apareciendo algo que suena a determinada cosa, pero más por liberar la forma de componer y de escribir que por buscar algunos elementos. Creo que cuando nos acercamos al rock al principio a todos nos interesaba esa apertura que tenía, esa posibilidad de incluir otras cosas que otro género más cerrado.
En el show seguirán presentando Traje, el séptimo disco de la banda, que tiene seis meses de vida pero “sólo un par tocándolo”. “Terminó llamándose Traje –explica Fernández– como un juego de palabras entre nuestros trajes de tocar y el hecho de haber traído algo, del hecho de dar. En ese sentido, hay un guiño interno hacia ese cierre, ese compartir, inclusive hay algunas cosas más autorreferenciales que en otros discos. Por suerte todos nuestros discos fueron un buen reflejo de lo que somos, y ese camino está intrínsecamente ligado a la forma de grabar y de producir que tenemos. Entonces, es inevitable que haya una fusión entre lo que nos pasa, la grabación y el resultado. Todo lo que ves en Traje es lo que hay, y ahí está la parte más linda del nombre del disco.” Pesoa dice que a ellos mismos los sorprendió el disco, porque “con el paso del tiempo puede ser que uno se empantane, que llegue a una zona que está buena pero que tiene pocos caminos hacia fuera. Creo que este disco no es eso, tiene varias puntas que disparan hacia otros lados respecto de Miguita de pan y a Pequeña Orquesta Reincidentes, y tiene una unidad que Pequeña Orquesta... tenía pero a partir de una decisión en cuanto a una grabación acústica. Este, teniendo sonidos diferentes entre las canciones, tiene una unidad más madura, una claridad mayor”.
–Ustedes graban los temas en una sola toma, todos juntos. ¿Qué le aporta eso al disco?
G. P.: –En realidad, habría que preguntarse por qué se graba por separado. Nosotros hacemos música juntos y el registro de eso suponemos que debe ser de esa manera. Tiene algo de natural estar tocando con otro y eso no lo podés recrear grabando todo por separado. Además, la mayoría de nuestras canciones tienen que ver con un pulso variable, con cómo estamos tocando en ese momento y qué va pasando. La canción aparece cuando se está tocando, lo otro es un trabajo un poco artificial para lo que hacemos. Para otras cosas está muy bien, seguramente, que parten de secuenciar los sonidos, pero para nosotros sería un trabajo muy difícil para lograr lo que queremos.
J. P. F.: –A mí me parece que el lugar del músico tiene que ser el lugar de inquietud, de discusión, de probar. Sigue siendo muy personal y por suerte me parece que lo que habla es la música y las letras, y todo el resto es cháchara, porque sigue habiendo una pulsión de mucho placer y compañerismo en el grupo para caminar eso.
–Cuando grabaron Pequeña Orquesta Reincidentes afirmaron que era una etapa de experimentación. ¿Hoy siguen en esa etapa o están consolidando un estilo?
J. P. F.: –Lo principal que tenemos es que siempre queremos pasar el límite, correrlo un poco más. Yo no sé qué se ve desde afuera, pero me parece que es muy importante cuando se ve que alguien hace una cosa, y otra, y otra... Esa irrespetuosidad tiene que ver con salirse de la idea de un estilo o un cliché propio. Todavía no nos compramos del todo, todavía sentimos que tenemos muchas cosas por probar. Después lo que queda, por suerte, no es tan cerebral. La idea de experimentación muchas veces en la música tiene hasta códigos propios. De lo que se trata es de correr el borde, de probarlo, y tiene que ver con una actitud, un clima, un deseo y con un placer musical que recrea algo, que no sabemos bien qué es, pero por suerte no nos fotocopiamos a nosotros mismos. Nosotros ya escuchamos que hay como una forma de resolver temas que podríamos hacer, y uno tiene que hacerse cargo que en algunos aspectos uno fue subiendo el piso de trabajo. Pero de ahí a cerrar todos los temas de la misma manera ya sería un problema. Y no pasa, por suerte.
Pequeña Orquesta se produce de manera independiente, pero, afirman, “algún día estaría bueno probar trabajar en un sello grande”, aunque, afirman, no por ahora. Al respecto, Fernández explica que “por suerte, la puerta de la sala de ensayo es gruesa, y hay algunas cosas que no entran. Una de las virtudes del grupo es que es independiente de puertas para dentro también, porque manejamos nuestros propios tiempos. En ese sentido, terminamos siendo nosotros los que tenemos que echarle carbón a un fuego que tiene que seguir dando calor, tiene que seguir siendo compartido por nosotros y por mucha gente cercana. Entonces, me parece que hay una cosa que todavía no se pierde y hay tela para cortar”.
–¿Por qué los trajes?
G. P.: –Hay un comienzo de decir “bueno, vamos a tocar de traje”, que en ese momento (1992) era jugar un contraste muy grande, porque era tocar en el Parakultural a las cinco de la mañana de traje. Empezó así. Después, al tercer show era el traje de tocar, la ropa de laburo. Y sigue siendo eso. Obviamente, fue cobrando como una mística para nosotros y para la gente, pero lo que lo sostiene es que es la ropa de trabajar. Y lo más importante es que nos soluciona el problema de qué nos ponemos para tocar.
J. P. F.:–Nos evita el espejo...
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