MUSICA › LITO VITALE Y JUAN CARLOS BAGLIETTO, JUNTOS DESPUéS DE NUEVE AñOS
› Por Cristian Vitale
9 PM. Centro Cultural Torquato Tasso. Adentro, prueba de ensayo. Afuera, la cola llega hasta la calle Brasil. La noche está hermosa y suenan pedacitos de “Los Mareados”. También de “El Témpano”, viejo clásico de batalla. Atisbos de lo que vendrá en breve, cuando el presentador sugiera apagar los celulares y la luz artificial mute por la de las velas. Cuando el despojo y la calma se transformen en intensidad, y goce. “Lo que sucede entre los dos es distinto a cualquier otra posibilidad musical, y es muy gratificante. Me mata decir que conservamos una química que el tiempo no ha logrado destruir”, dirá Juan Carlos Baglietto en el hiato de tiempo que va entre la prueba de sonido y el recital. Uno toma agua mineral, el otro se clava una feta de salame y los dos esperan en quietud, arrojados sobre la liviandad de un sillón. Hacía nueve años que no tocaban juntos. “¿La verdad?, es como si hubiese sido ayer”, se regocija Lito.
Y se nota: el recital –que repite viernes y sábado en el local de Defensa al 1500– es de una intensidad emocional sin retorno. La voz incorruptible y vasta de uno se funde con la versatilidad al piano del otro. Va “Los Mareados” completa y le sucede una seguidilla de tangos –tangazos ABC– (“Naranjo en flor”, “Como dos extraños”, “La Ultima curda”, “Pasional”, “Malevaje”) que, apenas mechados con canciones de distinta vena (“Mienten”, “El Faro”, “Una vuelta más”, “El Témpano”), transforman al concierto en intachable. En un zigzag de crudeza, calma, intimismo y estridencia. “Y eso que no ensayamos –se agranda Vitale–; lo que hacemos es probar los temas con la gente y ahí vemos si vale la pena... A veces nos sale y a veces no.” Engancha Baglietto: “Es que yo no soy una persona que pueda mantener la atención en una cosa durante mucho tiempo, y los ensayos te exigen eso ¿no? aprenderte cosas, estar muy atento”.
–¿Hay una intención de generar un retorno más “formal”, digamos?
J. Baglietto: –No. Pero tampoco dijimos “nunca más nos vamos a juntar”, sino que cada uno tiene sus proyectos, que son absolutamente distintos. Cada uno está en la suya y, la verdad, por suerte tenemos mucho trabajo.
Rewind: la primera vez que confluyeron Baglietto y Vitale fue en el albor de los ’90. La época de Postales de este lado del mundo que, si bien figura como un disco de Baglietto, es cosa de los dos. Fueron cuatro shows en el Opera y, después de seis años, un regreso consagratorio que se mantuvo cuatro años. Play-Rec, Lito: “Y todo partió de un engaño”, se ríe. “Un 25 de diciembre, el Conde de la Casona de Palermo me llamó para decirme que Juan quería tocar conmigo, y a él lo llamó para decirle que yo quería tocar con él. Cada uno dijo ‘bueno, si el otro quiere...’ Así caímos.” “Sí, el show se llamó Juntos por única vez y, a partir de ahí, siempre se llamó Juntos por única vez, se ríe Baglietto. Hubo tres discos y unos 500 shows, hasta que en el 2001 decidieron cortar.
–Nueve años sin tocar juntos. ¿Se nota?
J.B.: –No. Como dice Lito, es como si hubiese sido ayer. Además, no es que no nos vimos más por nueve años... y fue muy agradable descubrir que esas cosas que teníamos antes seguían existiendo.
–Es inevitable a esta altura hablar de una química casi pura entre ambos. ¿Por dónde pasa?
Lito Vitale: –Lo fundamental es que no competimos y que nos admiramos mutuamente.
J.B.: –De acuerdo. Los músicos en general tienen un problema particular con los cantantes, sobre todo los que hacen música instrumental. Son pruritos y en este caso eso no sucede. Yo no tengo que estar cuidándome de qué va a pensar él, yo sé que está ahí para sostener la cosa. No competimos y, si bien muchas veces la cagamos no nos puteamos. Eso es muy amable... Ya para quilombos, amarguras y trompadas está el resto de las cosas (risas).
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