Sáb 24.04.2010
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MUSICA › THE END TOCARá CON MúSICOS DE LA úLTIMA ETAPA DE PINK FLOYD

El delicado sonido de las versiones

Para sus shows de hoy, mañana y el lunes en el Gran Rex, la banda argentina que hace covers casi exactos del legendario cuarteto inglés contará con la vocalista Durga McBroom, el guitarrista Jon Carin y el bajista Guy Pratt.

› Por Cristian Vitale

Hipotética situación de ensayo. Gorgui Moffatt, cantante de The End, hace un rodeo con la mirada y aún no lo puede creer: a su derecha, casi pegado, tiene a Jon Carin, tecladista y guitarrista del Pink Floyd post-separación, coautor de “Learning to Fly” con David Gilmour, y sostén, a la vez, del Roger Waters solista. De frente está Guy Pratt, casi con el mismo background que Jon, pero al bajo. Y a su izquierda, Durga McBroom, vocalista en los vivos de A Momentary Lapse of Reason, Delicate Sound of Thunder y The Division Bell. “Juro que aún no caemos”, exclama Moffatt. “Después de tantos años de laburo por fin nos pasa esto de estar tocando el cielo con las manos. Compartir escenario con estos ‘pibes’ es increíble.” The End, se sabe, es uno de los dos grupos que vienen haciendo a conciencia versiones –casi calcadas– de la obra de Pink Floyd por estas pampas. Tiene una importante legión de seguidores y el mayor suceso, hasta hoy, había sido contar con la increíble voz de McBroom en dos recitales a Gran Rex pleno, en noviembre del año pasado. Pero esta vez dobló la puesta: en el mismo lugar, hoy, mañana y el lunes estarán ellos doce más Pratt y Carin... Un lujito.

“El encuentro con ellos fue más difícil que con Durga, porque ella, al ser cantante, se acopla o no a los distintos temas. Pero cuando toca el bajo Guy, nuestro bajista tiene que bajarse del escenario, y cuando toca Jon, nosotros tenemos que dejar de tocar sus partes. Incluso, pensamos que iba a tocar más teclado, al menos era lo que habíamos planeado por mail o chat, pero cuando llegó acá resultó ser mucho más guitarrista que tecladista. Quiso tocar la guitarra y cantar. Todo se fue dando naturalmente, sencillo y tranquilo”, narra Moffatt sobre lo que vendrá.

–Tal vez se esté tomando una revanchita, porque, cómo lucirse en guitarra con Gilmour al lado, ¿no?

–Claro, es que cuando nos escuchan y ven que tocamos muy parecido al original, con pasión y mucho respeto, se largan a hacer un montón de cosas que con el Pink Floyd original no podían. Hablo de tocar la guitarra o cantar partes que cantaba Gilmour. Se dan esos gustos y está bien.

Son los momentos previos al primero de los tres recitales y Moffatt se cuelga con McBroom. Están hablando de las grandes canciones que Floyd aportó al mundo. En un break, la vocalista que también cantó en P.U.L.S.E, expone el clímax de la reunión ante Página/12. “Después de la experiencia del año pasado, ahora es como venir a tocar con mis amigos. La música, esta vez, sería como el dulce de leche arriba de la torta, la cereza del postre, porque musicalmente creo que ya logramos todo. Estos chicos me sorprendieron gratamente. La verdad es que lo sentí como el destino. Es cierto que los había visto por YouTube, pero fue el destino el que me puso a cantar con ellos.” La historia del encuentro se remonta a una tarde complicada para The End. Apurados por llegar a un show en Córdoba, el micro que los llevaba murió en la ruta y el manager no sabía qué hacer para calmarlos. “Ante la desesperación, nos comentó que alguien, un amigo lejano, conocía a Durga y nos preguntó si queríamos contactarla... Por supuesto dijimos que sí, pero mucho no le creímos, pero a las dos semanas vino con la novedad: Durga nos había visto en Internet y quería venir a tocar con nosotros”, recuerda el cantante.

–Cae de maduro que ella fue el nexo con Carin y Pratt.

–Claro. Cuando llegó a su país, luego de los dos shows en el Rex, nos tiró flores por todos lados, y Carin y Pratt picaron (risas).

El contacto real fue en el primer ensayo. Pratt y Carin optaron por escuchar a la banda, a modo de reconocimiento de terreno, y dieron el OK. “La verdad es que se entusiasmaron. Al principio iban a participar en seis o siete temas y se subieron en quince. Lo que más resaltan es la pasión con que hacemos las versiones. En el primer ensayo nos midieron y al segundo se animaron. Creo que les pasó lo mismo que a Durga... Cuando ella vino, nosotros estábamos cagados en las patas y queríamos hacer lo mejor posible para que se sintiera cómoda. Y ese respeto fue lo que le gustó. La sorprendió el hecho de tocar Pink Floyd como lo tocaba Pink Floyd, pero con un touch latino, de mucho huevo”, cuenta el cantante.

–Y no más, porque no es mucho el margen que existe para cambiarle los temas a Floyd: son o no son.

–No había margen... hasta ayer.

Moffatt cuenta que, a pedir de Carin, la banda le cambió el biorritmo a “Learning to Fly”, uno de los temas batalla de A Momentary... “Lo escuchó y empezó a hacer una versión electroacústica, con una intro a guitarra pelada. Quedó una versión muy loca. Creo que si la gente viene a un recital de The End sin ellos y nos ve hacer eso diría ‘qué falta de respeto, cómo se atreven estos pibes’, pero como está el coautor en escena, la gente va a flashear. Creo que ese sólo tema con la versión que sacó el pibe de la galera va a pagar la entrada.”

–En cuanto al repertorio, ¿se vieron obligados a armar uno afín a ellos, al Floyd sin Waters, o le presentaron los temas de antemano?

–En principio, siempre nos cuesta mucho armar el repertorio porque somos muchos y a cada quien le gusta una época. Pero en este repertorio en particular lo que hicimos fue pensar mucho en la llegada de ellos, y en cosas en las que se sintieran cómodos. Hay temas de todas las épocas, incluso de las que ellos no participaron, porque si nos restringiéramos a sus momentos con Pink Floyd, tendríamos que hacer temas del ’87 en adelante.

Y quedaría afuera una parte riquísima de la historia de Floyd. Por eso habrá, durante las tres noches, parte gruesa de The Wall, de esa maravilla que Carin recrea en la gira de Waters (“Dogs”), más copias fieles de piezas de Dark Side of The Moon, Wish You Where Here y The Division Bell. “Casi tres horas”, informa Moffatt. “Los shows de The End nunca son cortos. Muchas veces los productores nos han dicho ‘muchachos, hora cuarenta máximo’. ¡Ni en pedo! En ese tiempo no hacemos ni diez temas y una banda tan inmensa como Pink Floyd merece mucho más que eso.”

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