Vie 14.05.2010
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MUSICA › ENTREVISTA A CHRIS WOOD, BAJISTA DE MEDESKI MARTIN & WOOD

La evolución de una especie sonora

El trío nacido en el under neoyorquino vuelve a presentarse en Buenos Aires. Esta vez la cita es en el Coliseo y a propósito de la salida de The Evolutionary Set, una “cajita feliz” con la que culmina el proyecto Radiolarians.

› Por Santiago Giordano

En septiembre de 2008, Medeski Martin & Wood mostró en Buenos Aires la primera parte de Radiolarians, un proyecto ambicioso que, a partir de la metáfora de los protozoos ameboides capaces de producir esqueletos silíceos y las virtudes de la producción independiente, buscaba invertir los términos canónicos de la industria discográfica. Intensas giras de conciertos para rodar ideas, medir públicos, desarrollar mezclas y poner a prueba nuevas composiciones antes de entrar en el estudio de grabación eran los términos de la ecuación lucubrada por el trío neoyorquino que, si no revolucionó el jazz de la última década y media, por lo menos contribuyó notablemente a ampliar las posibles maneras de escucharlo. De aquella experiencia del escenario a la grabación, el tiempo y las giras produjeron sucesivamente dos discos más de la serie Radiolarians y un box set abarcador. Hoy a las 21.30, en el Teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125), el tecladista John Medeski, el baterista Billy Martin y el bajista Chris Wood presentarán The Evolutionary Set, esa especie de cajita feliz para jazzeros omnívoros que marca la culminación del proyecto.

The Evolutionary Set contiene, además de los tres CD de la saga y el agregado de bonus tracks, un álbum en vivo, otro de remixes realizados por DJs de distinguido rango musical, dos vinilos con sonido de alta definición con diferentes versiones de temas de Radiolarians y registros música ambient, además de un DVD con imágenes de estudio y de sus últimas giras por Estados Unidos y Sudamérica dirigido por Billy Martin. “Estamos muy felices con esta experiencia”, le asegura a Página/12 Chris Wood desde Nueva York. “Lo hicimos de la manera que lo hicimos porque queríamos escribir y grabar mucha música en un solo año. Siempre nos frustramos con los asuntos de las grabaciones, porque las compañías nos permitían sacar un disco cada dos años o a lo sumo un año y medio. Ahora que tenemos nuestro sello, podemos hacer nuestra música y grabarla de la manera que nos dé la gana. Esto es algo que queríamos hacer desde hace mucho tiempo y en cierta manera fue una forma de reinventarnos.” Con respecto al alias de “chicos malos del jazz” con que se suele promocionar al trío, Wood relativiza razonablemente el calificativo “malos” y traslada el peso de sus perplejidades al término “jazz”. “No sé qué querrá decir ser ‘malo’ en la música de hoy; tampoco podría decir con precisión qué quiere decir ‘jazz’. Supongo que la gente tiene definiciones muy diferentes para esa palabra. Y eso queda claro cuando para unos el término alude a Duke Ellington, mientras que para otros significa John Coltrane.”

–¿Qué significa jazz, entonces, para Medeski Martin & Wood?

–Para nosotros se trata del espíritu de la improvisación, no importa el género musical al cual uno pertenezca, diga que pertenece o crea pertenecer formalmente. Es el espíritu de la interacción en la improvisación lo que nos interesa del jazz. Desde ese lugar nos acercamos a música de todo tipo. También nos importa el rock’n’roll, el pop, el blues. Para nosotros no hay límites.

El hecho de poseer desde hace algunos años sello discográfico propio –Indirecto Records– le permitió a MMW editar Out Louder (2006), con el guitarrista John Scofield, y más tarde Let’s Go Everywhere, un curioso disco dedicado al público infantil, con la participación del polifacético John Lurie como narrador. En 2008, mientras comenzaban a gestarse los varios Radiolarians, el trío editó Zaebos, Book of Angels Volume 11, un trabajo que rinde tributo al grupo Masada de John Zorn. Y Wood asegura que entre los proyectos pendientes de la banda está el de hacer un disco con el guitarrista y compositor Marc Ribot, otro ecléctico surgido del under neoyorquino, aunque dice que muy pronto podrán realizarlo.

–En la serie Radiolarians, por ejemplo, el trío toca sus propias composiciones y en Zaebos... tocan la música de Masada. ¿Cambia la actitud cuando tocan música de otros compositores?

–Creo que sí, porque cada vez que tocamos música de otros tenemos que encontrar la manera de hacer nuestro lo que de entrada no lo es, sin desvirtuar la composición. En este sentido, lo mejor que puede pasarnos es quedarnos en el medio, porque con la música de otro no es fácil ser uno mismo. Digamos mejor que depende del compositor y de la composición: a veces puede resultar más fácil y otras veces puede llevar algún tiempo sentir la música de otros como propia.

–¿Qué tienen pensado para después de las presentaciones de Radiolarians?

–Durante el verano tendremos un campamento musical en Nueva York. El resto es lo de siempre: algunas ideas para hacer un CD con nueva música y también nos gustaría filmar otro DVD. Pero más allá de esto no creo que pueda contestar, porque nunca nos planteamos lo que vamos a hacer después.

–¿No se preguntan qué espera el público de ustedes, por ejemplo?

–Tenemos ideas, inspiraciones y hasta tenemos una cierta manera de caminar juntos, pero no podemos saber el futuro de esa manera. Sería muy difícil para nosotros adivinarlo. Ni siquiera podemos entender lo que el público percibe de nosotros. Algunos piensan que lo que hacemos es jazz, otros lo definen como rock’n’roll. Ni siquiera podríamos decir cómo sentimos que la gente escucha nuestra música.

–¿Tienen algún sueño imposible?

–(Se ríe.) Nunca había pensado en eso antes... ¡Y ahora me doy cuenta de que en Estados Unidos nunca estuvimos en la radio!

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