MUSICA › ENTREVISTA CON MORA GODOY
La coreógrafa fue elegida por la banda para ofrecer un show privado en el hotel.
› Por Karina Micheletto
Es la coreógrafa joven que instaló una nueva manera de hacer y mostrar el tango. Creadora de espectáculos que recorrieron el mundo como Tanguera, su escuela es una de las más concurridas de la actualidad. Desde hace unos días, Mora Godoy sumó un título extratanguero a su galería de méritos: es la bailarina que eligieron los Stones para que les mostrara su show en el hotel en el que se amurallaron y también la que les pasó algunos trucos de giros y ganchos. Mañana a las 16, en el marco del Festival de Tango, Godoy dará una clase gratuita en El Dorrego (Zapiola 50), a la que se agregarán luego otras clases de profesores de su escuela. Más allá del trabajo de los fanáticos que se acerquen a tomar clases “con la profe de los Stones” o a robar alguna anécdota imposible (y que los habrá, los habrá), será una buena oportunidad para tomar un primer contacto con la milonga o para profundizarlo. Además de la de Godoy, hasta el próximo domingo habrá clases gratuitas en distintas sedes del festival, con reconocidos maestros (más información en www.tangodata.gov.ar).
Mora Godoy es una de las profesionales que se destacan dentro de una generación formada en otras especialidades como la clásica, y responsable de una renovación dentro del género. A su habilidad técnica supo sumar la de encontrar un lugar múltiple dentro del negocio del tango, con un marketing que transformó su nombre en una marca. Además de ser responsable de éxitos como Tanguera (en abril estrenará otro espectáculo en Madero Tango), es profesora y directora de su propia escuela, cabeza de un ballet escuela y productora de shows para eventos. “La clave es ser coherente”, explica ella. “No estoy esperando a que caiga uno con cara de turista para hacerme rica. En mi escuela hay bonos desde 40 pesos para tomar todas las clases que se quieran.” Claro que las clases privadas van desde los 70 pesos hasta los 100 dólares, dependiendo del maestro que las imparta. En su ballet escuela, por otro lado, forma gratuitamente a los futuros bailarines de su compañía (las audiciones para este año serán el 17 de marzo, de 11 a 13, en el Teatro el Cubo, Zelaya 3053).
Godoy acepta que hoy por hoy el tango es campo fértil para avivadas varias, pero no quiere entrar en detalles, y habla en términos claros de su negocio: “No me meto con las otras escuelas. Simplemente trato de dar el mejor servicio al cliente, para que vuelva”.
–¿Qué se acerca a buscar la gente hoy en el tango? ¿Sigue operando el cliché de “la pasión”?
–Vienen a buscar de todo: un novio o una novia, divertirse, estudiar, una salida laboral, una vocación o una profesión, viajar gracias al tango... Ninguna está mal ni bien, yo respeto todas las búsquedas, mientras sean sinceras.
–Hay cierta idea generalizada de que en el ambiente de los bailarines de tango hay celos, envidia, peleas...
–Yo estoy al margen de eso, voy poco a las milongas. Más bien me vinculo al trabajo duro, y no me queda tiempo libre entre ensayos, clases, giras...
–Pero no está diciendo que no sea así.
–Claro que es así. Lo que digo es que yo me alejé de los celos y la envidia, son improductivos.
–Pasemos al famoso show para los Stones. ¿Cómo la contactaron?
–Me llamó la producción. Pidieron un show privado para ellos cuatro, sus mujeres e hijas. Y después del show terminamos dando unas clases de tango, porque estaban fascinados con los ganchos y patadas. Jagger no bailó, miró todo muy atentamente. Y Keith Richards y Ron Wood se largaron a bailar tango entre ellos. Por ahí se trababan o se pateaban y se mataban de risa.
–¿Pero bailaban algo o era más bien un payaseo?
–Con toda la música que tienen encima, ¿cómo no van a bailar? ¡Claro que bailaban!
–¿Y qué buscaban ellos en el tango?
–No dieron definiciones, estaban más preocupados por las pataditas y los ganchos que por teorizar (risas). Dijeron que querían ver tango auténtico: cómo se baila, cómo es la ropa, los zapatos... Estaban muy interesados en los detalles y en la técnica. Y además se emocionaban cada vez que les salía un paso, un gancho o un truco. ¡Pegaban unos gritos! Fue muy divertido y emocionante. Sobre todo por ver a grandes artistas poniéndose del otro lado, el de espectadores, de una manera increíblemente humilde y respetuosa.
–Y la foto con Jagger, ¿cómo se la robó?
–La condición era que no hubiera fotos ni filmaciones de parte nuestra. Ellos sí se la pasaban registrando cada momento. Pero al final estaban tan chochos que nos dejaron sacar alguna foto. Y hasta la hija de Keith Richards quiere volver para estudiar tango en mi escuela. Así que algo les dejamos, ¿o no?
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