Jue 02.03.2006
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MUSICA › ANTE 70 MIL FANS, CONCRETO AYER EL PRIMERO DE SUS SHOWS EN BUENOS AIRES

U2 tuvo su ceremonia inolvidable

La banda irlandesa brindó un concierto notable, plagado de clásicos y hits. Aunque hubo más gente que la semana pasada con los Stones, no se produjeron incidentes. Esta noche será el segundo y último recital.

Después de ocho años, U2 volvió a subir a un escenario en Buenos Aires. Más de un fan habrá repasado mentalmente, en un segundo, aquellas imágenes del Pop Mart Tour, confrontándolas con las que recibía anoche, en un estadio Monumental que volvió a lucir repleto y conmocionante, como la primera vez. Cuando el crescendo climático de City of Blinding Lights le abrió paso al estallido de Vértigo (dos canciones del último disco, How to Dismantle an Atomic Bomb, que, por obvias razones, no sonaron en 1998), U2 transmitió la sensación de ser –más allá de los cambios, de las circunstancias, de la vida que va pasando– portadora de un poder de seducción inalterable. Setenta mil personas deben haberlo vivido así, con la piel de gallina, cuando el “Uno, dos, tres, catorce...” de Bono y el inmediato riff demoledor de la guitarra de The Edge los hizo saltar, enloquecidos, en el campo y en las plateas.

Si la esencia de U2 permanece invariable, casi inmune a los vaivenes de las modas y las corrientes musicales, el Vértigo Tour se encargó de deslizar ciertos matices, vinculados con la relación establecida por U2 con sus fans. Poco queda de aquella puesta megalómana del Pop Mart: el escenario montado anoche en River parecía transmitir la intención de buscar un contacto más cercano (en la medida de lo posible, claro) con el público. Una escenografía sofisticada, sí, pero a escala humana. Esta actitud tuvo su correlato musical: U2 diseñó un play-list destinado a satisfacer a todos, los fanáticos y los simpatizantes. No fue un show de lados B. Sólo es cuestión de repasar: después de Vértigo hicieron Elevation, luego Until the End of the World, New Year’s Day y I Still Haven’t Found What I’m Looking for.

En medio de la euforia, Bono no perdió oportunidad para ponerse a la gente en el bolsillo. Tomó uno de los carteles que le habían preparado los fans (“We miss you”) y se lo mostró al público, como señal de reciprocidad afectiva. Político al fin, después de un New Year’s Day que conservó el espíritu épico que le dio origen un cuarto de siglo atrás, dijo, en castellano: “Gracias por darnos una gran vida, gracias por esperarnos, los argentinos han pasado por momentos difíciles pero los han superado ahora por la nueva Argentina”. Las últimas palabras parecían haber sido dictadas por Kir-chner, con quien se reunió por la tarde (ver aparte).

La empatía con el público se manifestó también en códigos de recital de rock que no se diluyen tan fácilmente. Se esperaban teléfonos celulares encendidos en I Still Haven’t Found..., pero los que se prendieron fueron los devaluados y queridos encendedores. Los celulares irrumpieron más tarde, pero a pedido de Bono, antes de la emblemática One, que cerró el bloque principal del show y que le sirvió al cantante para ratificar su prédica en favor de los derechos humanos.

La pulsión adrenalínica recién bajó con Miss Sarajevo (esta vez sin Pavarotti, aunque con Bono intentando imitarlo), cuando había pasado más de una hora de show. Ya la cancha había vuelto a temblar con Sunday Bloody Sunday (en el que Bono improvisó el estribillo de Rock the casbah, de los Clash, que descolocó a buena parte del público, ajeno a la cultura punk) y Bullet the Blue Sky. El necesario reposo sirvió para que el público observara lo que emitía la pantalla gigante: un chico negro que les recordaba a todos la necesidad de respetar los derechos de los niños.

Luego Pride (In the Name of Love) y Where the Streets Have No Name, dos canciones con una gran simbología política, volvieron a encender la temperatura musical.

Bono cantaba y arengaba (“los problemas del pasado no nos impide tener un futuro mejor si actuamos juntos” fue el prólogo a los primeros acordes de la imbatible One), The Edge daba cátedra con sus dardos guitarrísticos, la base compuesta por Adam Clayton y Larry Mullen era una muralla... y todavía quedaban los bises. Que terminaron desarmando las defensas emotivas de 70 mil personas. Un combo Achtung Baby (Zoo Station, The Fly y Mysterious Ways) y With Or Without You apuraron elcierre de una ceremonia inolvidable, que esta noche tendrá su segundo capítulo.

Producción y textos: Eduardo Fabregat, Mariano Blejman y Roque Casciero.

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