MUSICA › SE ESTRENA EN EL TEATRO ARGENTINO DE LA PLATA LA SINFONIA Nº 8 DE GUSTAV MAHLER
El aparente gigantismo y su complejidad amedrentaron a muchos durante años. Es la obra más ambiciosa del compositor.
› Por Diego Fischerman
Es la obra sinfónica más programada y menos tocada en la Argentina. Y tan extraño record tiene que ver con que muchos resultan seducidos por la posibilidad de hacerla y, sobre todo, por el aparente gigantismo que ya desde su sobrenombre, “sinfonía de los mil”, se asocia con la Sinfonía Nº 8, de Gustav Mahler. Pero muy pocos conocen sus dificultades y prevén de antemano lo que debe tenerse en cuenta para poder interpretarla. De ahí que, más allá de las intenciones, esta obra increíblemente sutil y apabullantemente delicada a pesar de su orgánico inmenso, que el compositor estrenó en Munich hace casi exactamente cien años, el 12 de septiembre de 1910, sólo se haya tocado dos veces en este país. Hoy, a las 19, el Teatro Argentino la estrenará en La Plata, pero se tratará de una primera vez en más de un aspecto. Y el cuidado puesto en la preparación es uno de los principales.
Si bien no son mil los que cantan y tocan –aunque en el estreno estadounidense, dirigido por Leopold Stokowski, participaron 1068 y el propio autor la interpretó al frente de 171 instrumentistas y 858 cantantes–, la obra demanda dos coros mixtos completos, más un coro de niños y ocho solistas vocales además de una orquesta ampliada e instrumentos de bronce situados en la sala. El Teatro Argentino de La Plata utilizará, en esta ocasión, una nueva cámara acústica. Y, aunque parezca un detalle menor, hubo que calcular, por ejemplo, la altura del techo para que cupiera la última fila de cantantes, cuyo escalón en las gradas está ya a una distancia considerable del nivel del escenario. Con funciones, además de la de hoy, el próximo viernes y el domingo 12, la versión será dirigida por el titular de la Orquesta Estable del teatro, Alejo Pérez, y contará, además de con la orquesta, el Coro Estable (preparado por Miguel Martínez) y el Coro de Niños del Argentino (que conduce Mónica Dagorret), con el Coro Polifónico Nacional (que dirige Roberto Luvini) y con un notable elenco de solistas: las sopranos María Soledad de la Rosa como Magna Pecatrix, Daniela Tabernig en el papel de Una poenitentium y Paula Almerares como Mater Gloriosa, la mezzosoprano Adriana Mastrángelo como Mulier Samaritana y la contralto Elisabeth Canis en el papel de María Aegyptiaca, el tenor Carlos Bengolea como Dr. Marianus, el barítono Luciano Garay como Pater Ecstaticus y el bajo Hernán Iturralde como Pater Profundus. La función del 10 contará con un segundo elenco conformado por María Bugallo, Silvana Spirito, María Jesús Pavón, Gabriela Cipriani Zec, Claudia Casasco, Enrique Folger, Fabián Veloz y Mario De Salvo.
La obra está concebida en dos partes. La primera musicaliza el texto del himno medieval “Veni, Creator Spiritus”, está estructurada a partir de la Forma Sonata, basada en la tensión entre temas contrastantes y en su posterior desarrollo y preeminentemente está a cargo de los coros. La segunda es una especie de mezcla entre cantata y oratorio sobre la escena final del Fausto II de Goethe donde los distintos fragmentos cumplen las funciones de los tradicionales movimientos sinfónicos. Su estreno fue el mayor éxito que Mahler tuvo en su vida y se convirtió en uno de los acontecimientos culturales de la época. La idea de confrontar el texto medieval latino y el de Goethe ya habla de la ambición del compositor y de su afán por establecer un discurso acerca de la espiritualidad. La instrumentación y el tamaño de la paleta de recursos a la que acude, también. Si bien raramente todos los efectivos son usados a la vez, nunca antes –y muy pocas veces después– un autor decidió que debía tener tanto a su alcance.
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