La voz aguda y susurrante, cercana a la androginia, acompaña a un conejo que parece salido de Alicia en el País de las Maravillas o se desliza entre un onírico paisaje de hongos gigantes. La banda, en tanto, suena como los Mercury Rev de Deser- ter’s Song invocando a los espíritus de Lewis Carroll y del Sargento Pimienta, o como si los MGMT hubieran quedado atrapados dentro de los fotogramas de una película de Tim Burton. La experiencia es diferente de cualquiera que pueda proponer el rock argentino y la ofrece Brian Storming, un octeto liderado por el cantante Duncan Toth, que fuera telonero de Björk y Coldplay. El segundo álbum de esta banda, Brian Storming and the Ilustrated Guide to Fantasie, propone atmósferas cinematográficas logradas con belleza y precisión llamativas –y ocasionales excursiones al vals, el cabaret alemán y el tango–, cuyo concepto cierra con una gráfica en tonalidades sepias que remite a tiempos pasados pero imposibles de determinar del todo. “Proponemos pegar un salto hacia la fantasía”, dice el trompetista Andrés Ravioli. “Tenés que ubicarte en otro lado, que no es el de la vida cotidiana ni el de un recital al que vas a saltar.” Algo de eso se verá hoy a las 21 en La Trastienda (Balcarce 460): además de la banda ampliada con cuerdas, piano y vibráfono, en el afán de completar el concepto habrá imágenes para cada canción del disco.

“Reconozco que es una locura haberme planteado hacer una banda como Brian Storming”, se ríe Toth. “Pero tenía el concepto bastante claro, quería hacer música cinematográfica y psicodélica, y puede concretarse, aunque lleva muchísimo tiempo y da pocas satisfacciones.” Ravioli recuerda haber conocido al cantante cuando éste lo convocó para la grabación del primer disco del proyecto, The Fantastic Voyages of Brian Storming, allá por 2002. “Duncan ya tenía bastante claro, en la cabeza y en algunas grabaciones en protools, lo que quería hacer. El había pasado por la etapa de composición y sabía adónde quería apuntar con el sonido de la banda. Quizás el círculo se cerró cuando nos conocimos entre los músicos: nos interesó mucho la propuesta y empezamos a trabajar en laboratorio a partir de su proyecto.” Toth cierra el recuerdo diciendo que él “convocaba a sesionistas y los más afines al proyecto fueron quedándose”. “Hasta que nos hicimos inseparables”, suelta, medio en broma y medio en serio.

“Tuvimos que hacernos un lugar porque no existía y nos cuesta mucho porque es una propuesta muy diferente de la del agite, pero tenemos la convicción de que nos gusta lo que hacemos. Sin embargo, a veces chocamos con bastantes prejuicios dentro de la escena y de la prensa”, dicen entre los dos músicos, completándose las frases mutuamente. Lo de los prejuicios viene, entre otras cosas, por el hecho de que las canciones de Brian Storming son en inglés. “Tengo temas en castellano, pero no entran en este imaginario. Cantar en inglés es un ingrediente más de la atmósfera que queremos generar, de música de películas o referencias literarias como Lewis Carroll, Julio Verne o Edgar Allan Poe”, afirma Toth. Paradojas de la vida: su padre es Alfredo Toth, quien fuera parte de Los Gatos, la banda que instauró el rock en español con “La balsa”. “Igual, la estética de la banda y el camino por el que optamos tiene que ver con las letras en inglés”, retoma Ravioli. “No se habla demasiado de que el inicio del rock argentino fue en inglés, por más que después se haya optado por otro camino que fue muy importante y que no negamos, pero del que no nos agarramos. Es una elección: toda banda y todo artista toma una decisión al momento de crear algo, que tiene que ver con lo que se hizo antes. Por ahí lo nuestro no pasa por el rock argentino, pero eso no quiere decir que no nos guste. Almendra, por ejemplo, nos gusta a todos.”