MUSICA › RECITAL DE JORGE DREXLER EN EL TEATRO GRAN REX
A diez años de su primera visita a Buenos Aires, el cantautor uruguayo mostró nueva banda y un nuevo sonido para sus canciones. Donde antes había juego con máquinas, esta vez prevalecieron cuerdas, metales y parches. Lo que se mantuvo inmutable fue el fervor del público.
› Por Karina Micheletto
Juega de local absoluto, y está a la vista. Las presentaciones de Jorge Drexler en Buenos Aires, y más precisamente en el Gran Rex, adonde una y otra vez recala para presentar sus discos, son ya algo así como un clásico del uruguayo más celebrado hoy por hoy en la Argentina. Preparados y vividos como una fiesta con visos de ritual tanto por el anfitrión como por el público, cuando llegó el turno de mostrar Amar la trama –el viernes y sábado pasado, en dos funciones con entradas agotadas con bastante anticipación, y en la función que agregó anoche–, ni uno ni otro de los sectores interesados salieron decepcionados. Aun cuando lo que traía Drexler era sustancialmente distinto de su disco anterior, y del anterior, y del anterior. Claro que con un punto de continuidad importante: Un yo fuerte y expandido desde el que Drexler articula su obra, por sobre los cambios formales que va proponiendo.
La noche comenzó con el dúo Orozco-Barrientos, voz y guitarra que en su rol de artistas invitados debieron enfrentar la difícil tarea de sobrellevar el murmullo del público mientras se iba acomodando, ya en avanzado estado de excitación, hasta llenar las 3300 butacas del teatro. Los cuyanos remaron el momento con grandes canciones y terminaron ganando su justo aplauso a fuerza de gato, tonada y chacarera. Cuando se apagaron las luces, el fervor se instaló con “Todos a sus puestos”, una de las nuevas canciones que trajo Drexler, ya transformado en griterío con el “Buenas noches, Buenos Aires” de rigor. “Esta semana se cumplen exactamente diez años desde que vine por primera vez a este lugar. Gracias por insistir, gracias por traerme de nuevo”, saludó el uruguayo en tono calmo, como si ya estuviera empezando a desplegar las armas para bajar los tonos de la audiencia.
Con nueva banda, Drexler propone un nuevo sonido para sus canciones. Un desplegado set de percusión y una fila de caños anuncian de qué va la cosa. La última vez que estuvo en este teatro mostró todas las formas posibles del juego con máquinas, grabándose a sí mismo en el vivo y recurriendo a collages de sonidos varios. De aquello se trataba su disco Cara B, donde ponía en primer plano el procesamiento en vivo de sonidos, programaciones y samplers varios. Y más atrás en el tiempo, como elemento distintivo desde el comienzo de su carrera, había recurrido al juego con la electrónica.
Ahora, lo que suenan son ni más ni menos que cuerdas, metales y parches, amén de una marimba que gana más y más protagonismo a medida que transcurren los temas (“la compramos y tenemos que amortizarla”, admite en forma de broma Drexler). Con este formato el uruguayo radicado en España presenta no sólo los temas de Amar la trama, su nuevo disco, sino que también repasa canciones de Frontera, Eco, 12 segundos de oscuridad. Y hasta “Se va, se va, se fue”, la canción tangueada del segundo de estos discos, adquiere ahora el tono festivo y celebrante que marca el pulso de su última producción.
La forma en que Drexler maneja el vivo implica haber aprendido a conducir el grado de histeria que, como corresponde, gana su público cuando se vuelve masivo. Y así insiste en pedir a los que llenan el Gran Rex que no hagan palmas sino, llegado el momento, chasquidos con los dedos (“la superioridad numérica entre ustedes y yo es evidente”, vuelve a explicar), transforma las interrupciones de los celulares en un mar de luces encendidas que enmarca una de sus canciones, y termina agradeciendo una musculosa que le arrojan al final, bordada con halagos. Lo que también logra Drexler es que el público forme parte del show no con palmas ni cantando los estribillos, sino manejando los coros de manera que pasen a formar parte de la canción, inclusive dejando a su cargo el final, como por ejemplo en “Guitarra y vos”.
Entre las nuevas canciones están “Toque de queda” –que en el disco suena con la participación de la esposa de Drexler, la actriz y cantante Leonor Watling–, “3000 millones de latidos” –el promedio de latidos de la vida de un hombre, a 80 latidos por minuto, durante 80 años, explica el músico, que también es médico–, “Las transeúntes”, “La nieve en la bola de nieve”, “Una canción me trajo hasta aquí”. Todas confluyen de algún modo en cierto universo temático de la obra del músico uruguayo, que presenta resumida la letra de “La trama y el desenlace” que da nombre al disco, reservada para los bises: “Ir y venir, seguir y guiar, dar y tener, entrar y salir de fase. Amar la trama más que al desenlace”. Y también en un yo poderoso y expandido, que va narrando sus devenires a medida que transcurren los discos –y las entrevistas– y que no se corre ni a la hora de hablar del hijo al que va dedicada la letra de una de estas canciones de estreno, “Noctiluca”.
8-JORGE DREXLER
Presentación de Amar la trama
Lugar: Teatro Gran Rex.
Fecha: Viernes 17 de septiembre (repitió sábado y domingo).
Músicos: Matías Cella, bajo; Borja Barrueta, batería y lap guitar; Sebastián Merlin, marimba y percusión; Carlos Campón, percusión, efectos y otros; Roque Albero, trompeta; Santiago Cañada, trombón; Fabrizio Scarafile, saxo.
Artistas invitados: Dúo Orozco-Barrientos.
Público: 3300 personas.
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