MUSICA › ABEL PINTOS Y REEVOLUCION, SU ULTIMO CD
› Por Carlos Bevilacqua
La experimentación siempre implica riesgos. Al intentar encontrar nuevas formas para la música folklórica, el cantante Abel Pintos busca ese difícil equilibrio entre las raíces más obvias y las ramificaciones menos creíbles. En ese rumbo se inscribe su séptimo disco, Reevolución, que más allá del juego de palabras del título luce como un mosaico de formas poco relacionadas con el folklore. Ensambladas, eso sí, bajo una cuidada producción artística.
El flamante CD muestra a Pintos como dúctil intérprete de letras en su mayoría propias. De las trece, la única que no le pertenece es la de “Aleluya”, la canción del alemán Marius Müller-Westernhagen popularizada en la Argentina por León Gieco. Esas letras se apoyan en instrumentaciones diversas, que a su vez remiten a diferentes ritmos. Porque así como Abel arranca con un sonido criollo en el primer tema, se torna más rockero en el siguiente y a continuación vira hacia una dulzura pop con la oportuna voz invitada de Marcela Morelo. Y más adelante puede sonar con dejos de Andrés Calamaro en una cumbia o parecido a Chayanne en una especie de balada latina, entre otras posibilidades.
Pintos es oriundo de Ingeniero White, en las inmediaciones de Bahía Blanca. Tras asomar a fines de los ‘90 como una joven revelación del folklore, a los 17 años ya había grabado tres discos de repertorio tradicional para Sony con el padrinazgo de León Gieco. Hoy, a los 26, está abocado a la tarea de cantar sus propias composiciones. Y vaya si lo hace, adelantando algunos temas de Reevolución en un intenso calendario de shows por todo el interior. “Nunca detenemos las giras. De mayo a noviembre hacemos entre seis y diez recitales por mes y en época de festivales entre diez y dieciséis. Físicamente sentís los kilómetros, pero es un lindo de- safío, porque los lugares y los públicos son muy diferentes entre sí”, cuenta Pintos, recién bajado de un avión que lo trajo de San Juan, donde cantó un día después de hacerlo en Ingeniero Jacobacci, Río Negro. El aparentemente eterno periplo lo encontró el 26 de septiembre en Olavarría, para luego empezar octubre en Tucumán (el 2 cantó en Burruyacú y el 9 en Monteros) y llegar a Rosario el 15.
–¿Qué representa este disco dentro de su carrera?
–Si bien todos mis discos son autorreferenciales, éste responde más fielmente que los anteriores a una nueva etapa de mi vida, caracterizada por un intento de crecer interiormente. A pesar de ser joven, más de la mitad de mi vida fui artista profesional. Viví muchas cosas en poco tiempo y, como me va bien, podría aferrarme a las fórmulas que hasta hoy funcionaron. Pero prefiero buscar algo diferente en cada disco. El anterior, La llave, fue el más significativo de mi carrera. Fue un disco muy emotivo, armado en una época de alta sensibilidad personal. Reevolución es un disco más sanguíneo, con un audio más agresivo, más crudo. Mi intención última es ir delineando con nitidez un estilo propio.
–¿De qué habla el tema que da nombre al disco?
–En cualquier situación que estés pasando en tu vida está un poco en vos la decisión de empezar una nueva etapa. La posibilidad de evolucionar tiene que ver con nuestro destino, pero también con nuestra iniciativa. A su vez, reevolucionar exige desandar un camino para volver a evolucionar en otra dirección. Por eso una de las “e” del título está mirando hacia atrás y la otra hacia adelante.
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