MUSICA › LILIANA FELIPE PRESENTA SU NUEVO TRABAJO, “MATAR O NO MATAR”
La cantante, compositora y pianista cordobesa actúa hoy en el Gran Rex y el jueves próximo en Córdoba. Su nuevo disco es una larga reflexión sobre el acto de matar.
› Por Karina Micheletto
“Matar o no matar, ésa es la cuestión”, irrumpe Liliana Felipe sobre una melodía de fanfarria desajustada. Podría ser una conclusión filosófica abstracta, pero la Felipe la cerca en un contexto bien concreto, el del 30º aniversario del golpe de Estado de 1976, y en este gesto dota de otra potencia a la máxima. “Las ganancias de este disco serán para que H.I.J.O.S. las utilice en los juicios a los genocidas”, dice en el arte de tapa, e indica cómo hacer una donación si se copia. Está claro que Felipe –hermana de una desaparecida, tía de Paula, activa militante de H.I.J.O.S.– habla desde una posición tomada que explicita. Pero su Matar o no matar da un paso aún más profundo: “El que mata es un asesino”, dirá Felipe. “Así lo haga desde el aparato de Estado o desde la izquierda.” Ese es uno de los núcleos en los que ancla su nuevo trabajo, inspirado en la obra del escritor húngaro Gïorgy Konrad.
Hoy a las 21.30 la cantante y pianista cordobesa radicada en México presentará su disco en el teatro Gran Rex y el próximo jueves lo hará en el teatro San Martín de Córdoba, acompañada esta vez por una pequeña orquesta. Cierto espíritu marcial recorre este trabajo, y hasta el arte de tapa muestra a la intérprete enfundada en un uniforme a lo Napoleón. “Es todo muy militar... tiene ese lado mío”, acepta ella. “A mí me encantan las marchas. De chica, todo el patrioterismo de ir con el guardapolvo a desfilar me emocionaba mucho.”
–No parece dar con ese perfil.
–¡Pues, sí! (Risas.) Pero bueno, luego le vi el otro lado. No me dio por esas cosas de entrar a la iglesia y persignarme, no. Pero aquello de “en el medio de mi pecho la República Argentina”... ¡me encantaba!
–¿Cómo arribó a la cuestión del “matar o no matar”?
–Todo empezó con Gïorgy Konrad. El hace 144 aforismos sobre la idea de que matar siempre es asesinar. Es muy esclarecedor, aunque resulte simple y tonto, a mí me ayudó a llegar a lo que quería decir. Porque la sensación de querer matar a alguien... ¡todos la conocemos! Como dice uno de los aforismos: “Hasta el momento he logrado no matar, con un poco de suerte. Seguiré intentándolo”. A mí me hizo pensar en esto de obediencia debida y el mandato divino: yo maté porque me lo ordenó mi superior, o Dios. Y Konrad dice: el que mata no es tu superior, eres tú. Y si oíste un mandato divino, tienes alucinaciones y hay que tratarte. A mí me ayudó para organizar el cerebro y empezar a trabajar con Jesu (su esposa, la actriz y directora teatral Jesusa Rodríguez, con quien se casó en una ceremonia apócrifa y pública unos años atrás). Esto es lo que yo quería decir: matar siempre es asesinar. Ese fue el comienzo.
–Pero en su trabajo aparece muy ligado al golpe del ’76.
–Porque las últimas vueltas de tuerca fueron dedicadas a la Argentina y a este aniversario. Con la absoluta esperanza de que sirva como un material de reflexión, que nos ayude a tomarnos las cosas con la tranquilidad y el tiempo necesarios.
–“Matar siempre es asesinar” es una posición muy clara, más allá de la ideología.
–Es cierto. Pero, como se dice en México, “o todos chipocludos, o todos parejos”. Ocurrió que hubo asesinos que hicieron uso del poder del Estado para matar a sus ciudadanos. Era una situación demasiado despareja para que pudiéramos poner en la balanza a los dos bandos. Pero si alguien de la izquierda mata, es un asesino. Incluso el que mata a un tirano lo es. Y eso es algo que uno debe decidir. Si decidiste que sí vas a matar, es tu responsabilidad. Todo lo demás son florituras que no vienen al caso: si el que mataste era muy malo y tú eres muy bueno, o si le hizo mucho daño a tus hijos, a ti, a Dios o a la Patria. Es tu decisión.
–Se suele decir que este tipo de juicios sólo pueden hacerse en relación con un contexto.
–Claro, siempre está esa idea de cómo hubiera reaccionado yo en una situación así, qué hubiera hecho en ese lugar. Yo lo digo hoy, desde mi idea familiar, de habitante de la Argentina que vivió con mucho miedo, y de alguien que estando aquí no sabía lo que ocurría. Desde afuera pude ver que esto es un infierno.
–Usted se fue a México antes del golpe.
–Sí, en enero del ’76. Me fui con un grupo de música, tomamos el ómnibus en Córdoba y llegamos a Lima, donde teníamos funciones, y ahí nos tomó el golpe militar. Todo lo que leía después, desde afuera, me mostraba un infierno que había comenzado muchísimo tiempo atrás. Lo que no se alcanza a entender, treinta años después, es el tamaño de la crueldad y la perversión. Entonces yo me pregunto quién educó a esa generación de militares, cuál era el método para que pueda caber tanta crueldad en un ser humano.
–¿Por qué decidió donar las ganancias a H.I.J.O.S.?
–Es buena la inversión para que los juicios se lleven adelante y la Justicia dictamine. Debemos demostrar que no es cortando a la gente en pedacitos como se resuelve una parte de la historia, es con la Justicia. Este tiene que ser un trabajo de la sociedad civil, es el último paso que tenemos que dar. Y es un moñote que tiene la Argentina en este momento, no ocurrió en ningún otro país, ni en Alemania. Es muy fuerte, por muchísimas razones, entre ellas, H.I.J.O.S.
–¿Cómo llegó a relacionarse con la agrupación?
–A través de Paula, mi sobrina, que es hija de desaparecidos y fue criada con mis papás. Desde muy jovencita ella me empezó a contar sobre H.I.J.O.S., lo bien que le hacía compartir lo que le pasaba y dejar de sentirse un bicho raro. Fue como un psicoanálisis de grupo a mucha profundidad. La organización horizontal que crearon es envidiable, merecen un estudio por lo que han logrado, su cohesión y su efectividad. Lo suyo es perseverancia, constancia y pasión, porque no es un partido político que mañana va a tener más adeptos, son los mismos.
–Dedica el disco al aniversario del golpe y a H.I.J.O.S. ¿Asume su trabajo artístico como una forma de militancia?
–Más bien lo tomo como una necesidad personal de apoyar un trabajo. En el caso de mi hermana, conozco a los abogados que están llevando adelante su juicio, que son dos hijos de desaparecidos, militantes de H.I.J.O.S., y que no tienen de qué vivir. Ellos tienen que tener una recompensa por su trabajo. Para mí es un deber, un acto de conciencia y una necesidad de hacer todo lo que esté a mi alcance para que finalmente haya justicia. Porque tampoco voy a vivir 200 años: necesito colaborar en todo lo que esté a mi alcance para que los juicios se lleven adelante. Ahora.
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