Mié 22.03.2006
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MUSICA › HOMENAJE A GUSTAVO SANTAOLALLA

El rey Midas del rock latino vivió otra noche de glamour

La industria musical distinguió como personalidad del año al ganador del Oscar, que tocó con Charly, León y Lerner, entre otros.

› Por Roque Casciero

¿Se trasladará por ósmosis el glamour que se concita alrededor de los premios Oscar? Porque la cena con la que la industria musical argentina homenajeó a Gustavo Santaolalla como personalidad del año sobrepasó cualquier desfile de estrellas por alfombra roja que se haya visto por aquí en años recientes, al menos en cuanto a música se refiere. La descontracturada ceremonia –en la que Fernando Peña abandonó por un rato el champagne para ponerse en bolas en el escenario, por ejemplo– fue casi un “quién es quién” del mercado musical local, con figuras del rock, el tango y el folklore, además de productores y directivos de las compañías discográficas. León Gieco (encargado de entregarle la estatuilla a Santaolalla), Charly García, Mercedes Sosa, Alejandro Lerner, Mariano Mores, Leopoldo Federico, Iván Noble, Lágrima Ríos, Kevin Johansen, Jaime Torres, Julieta Venegas e integrantes de Café Tacuba, Molotov, Babasónicos, Arbol y Pericos, entre otros, estuvieron en las mesas y algunos de ellos subieron a escena para ponerle más calor al tributo.

La cena de homenaje a este verdadero rey Midas del rock latino y reciente ganador del Oscar por la música de Secreto en la montaña fue organizada por la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (Capif), en el Tattersall de Palermo. La ceremonia significó la primera etapa de los premios Gardel, que se entregarán el 5 de abril en el Gran Rex. A la mesa se sentaron más de quinientos invitados, todos con sus mejores galas (había que verlo a Charly García formal y cortés, con saco y pelo engominado) y siguieron con atención los videos que presentaba Lalo Mir, en los que se hizo referencia a la labor de Santaolalla como músico, productor y compositor de bandas sonoras. Entre sus méritos se destacaron su participación en Arco Iris, el grupo que inició la mezcla de rock con folklore; la “modernidad” de su álbum Santaolalla, de principios de los ’80; la producción en De Ushuaia a La Quiaca de Gieco; la creación del sello Surco y su influencia sobre el rock latino (que ha recibido tantas críticas como loas) y el trabajo en las bandas sonoras de películas como Diarios de motocicleta y Secreto en la montaña. En las pantallas también se pudo ver los mensajes de músicos como Juanes, Nelly Furtado y, sorprendentemente, Ara Tokatlian, ex compañero en Arco Iris con el que Santaolalla tuvo mala relación desde su salida de ese grupo.

Pero lo mejor de la noche, como era lógico, fue la música, mayormente compuesta por el homenajeado. Santaolalla, acompañado por su madre, su esposa Alejandra y sus tres hijos, vio desde bien cerca cómo León Gieco y el dúo Orozco-Barrientos interpretaron No existe fuerza en el mundo, y cómo Mercedes Sosa cantaba Celador de sueños acompañada por Alejandro Lerner. Más tarde, Emmanuel del Real y Quique Rangel (Café Tacuba) hicieron una delicada versión de Vecinos y Sebastián Teysera, cantante de La Vela Puerca, logró un clima similar con su propia Semilla. Pero enseguida la cosa se puso rockera con un seleccionado mexicano: los cuatro Molotov más los dos tacubos presentes hicieron una versión poderosa de Todo vale. Luego Kevin Johansen y Aníbal Kerpel (el socio del homenajeado) hicieron la canción A Love that will Never Grow Old, de Secreto en la montaña, por la que Santaolalla se llevó el Globo de Oro.

Fernando Peña arrancó bien, pero terminó como el típico pesado que no puede faltar en una fiesta: llegó a caballo, vestido al estilo vaquero en referencia a la película que le valió un Oscar a Santaolalla, pero su monólogo improvisado fue demasiado largo y –extraño en él– aburrido. Encima lo remató con un desnudo, que en el teatro le rinde bien, pero que en el marco del homenaje estuvo fuera de lugar. Pero no terminó ahí: luego interrumpió a Jaime Torres, que se fue sin actuar, e insistió para que Lágrima Ríos cantara una canción que no era la que ella había elegido. No llegó a bochorno, pero casi. Afortunadamente hubo más música, con el propio Santaolalla cantando primero junto a integrantes de Arbol y Bersuit, luego al comando de su Bajofondo Tango Club, y en un final energético con Ando rodando y Pensar en nada, en el que lo acompañó un verdadero dream team: Gieco, García, Lerner, Kerpel, Pablo Guyot y Alfredo Toth, entre otros.

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