MUSICA › EL CHOQUE URBANO PRESENTA BAILA!, SU NUEVO ESPECTACULO
A su habitual parafernalia sonora, el grupo incorporará una compañía de danza. También sumarán, por primera vez, canciones con letra. La intención, con estas experiencias, es afianzar la búsqueda de fusión de distintas artes, sintetizadas en una propuesta “de acción”.
› Por Sebastián Ackerman
El Choque Urbano está ensayando Baila! desde enero, dice Manuel Ablín, director general del grupo. “Por suerte en la sala hay aire acondicionado”, comenta recordando aquellos días agobiantes, mientras el elenco se divierte posando para las fotos cantando el coro de “Hey Jude”. En el corte que realizan para almorzar, charlan con Página/12 sobre la nueva criatura entre sándwiches de milanesa, tostados y gaseosa. “Es un espectáculo distinto a los anteriores porque incorporamos una compañía de danza (CEM, Compañía en Movimiento), y es algo que no habíamos hecho nunca”, se entusiasman el propio Manuel, Santiago Ablín (director musical) y Analía González (directora coreográfica) sobre esta novedad, y adelantan detalles: “Predomina la danza, y transcurre en una plaza, con unos seres que la habitan de noche y se dedican a bailar, jugar y hacer música en esta plaza”, cuentan.
En Fábrica de sonidos, su primer espectáculo, las escenas transcurrían en una fábrica; en La nave, sobre un barco a la deriva; Baila! sucede de noche, en una plaza. “Extraños seres”, como ellos los definen, irrumpen en esos espacios desiertos y producen sonidos, música, acciones con los elementos que pueden encontrar allí, más los clásicos tachos, tubos de PVC y palos de mimbre, copas, serruchos, latitas de gaseosa y sogas, en una puesta en escena que hace hincapié en coreografías que se organizan alrededor de los diferentes espacios lúdicos con los que toda plaza está constituida, donde también suman, por primera vez, canciones con letra.
–¿Por qué eligieron una plaza para esta obra?
Manuel Ablín: –Al momento de pensar en una plaza, pensé en el niño, en lo que realmente debería ser una plaza hoy día, quizá todavía lo son algunas. Tiene que ver con un espacio donde se congregan personitas sinceras y transparentes como los chicos, y con buscar desde la adultez, desde personajes adultos, un reencuentro con ese estado de juego puro y espontáneo, ligado al amor. La plaza me representa eso.
Santiago Ablín: –Yo también siento que la plaza es un lugar donde se juega. Y esa situación se da en Baila!; es encontrar la danza en los niños tirándose por un tobogán, bamboleándose en la hamaca y cayendo en la arena... Encontrar la danza y la música en el juego, como un espacio colorido. Es un espectáculo luminoso para lo que veníamos haciendo, más allá de que transcurre de noche en una plaza. La plaza toma un color fuerte, no es todo maravilloso, pero sí es un espectáculo luminoso.
Analía González: –Creo que el juego, lo lúdico en sí, se despoja un poco del juicio. Esa fue un poco la idea de Baila!: desprejuiciarse. Generar este vínculo entre la música, el juego y la danza; juntos provocan algo luminoso, transparente, sin prejuicios.
–¿Y por qué de noche? Hoy, en la ciudad, no se puede estar en una plaza de noche porque la mayoría está enrejada...
M. A.: –Cuando pasé de ser niño o adolescente a adulto, siempre volví a la plaza. Si miro una plaza de noche, veo adultos habitándola, y no chicos. Es hablar desde otra situación.
S. A.: –No lo había pensado así, pero es interesante. Porque hoy en día no podés estar en una plaza a la noche porque están cerradas.
M. A.: –Creo que esa situación que viven hoy las plazas tiene que ver con una metodología represiva para solucionar los problemas. En lugar de invertir a largo plazo, en evitar lo que pueda llegar a sufrir la plaza, o la gente que pasa de noche por ahí, en vez de tratar de solucionarlo por otro lado, toman una medida represiva. Encerrarla. O encerrar a la gente que está afuera y que no puede entrar. O porque la rompen, o porque le roban a alguien, o porque ven gente jugando, tomando una cerveza y se asustan, y hay que cerrarla en vez de pensar cómo solucionar las cosas de otra manera. Creen que la reja, el encierro o la prohibición van a arreglar los problemas. Y creo que es totalmente lo contrario.
La intención con estas nuevas experiencias es continuar con la búsqueda de fusión de distintas artes en un espectáculo “de acción”. Manuel explica que “la incorporación de la CEM tiene que ver con profundizar lo rico que tiene El Choque a nivel musical en la danza”, detalla, y González compara con las anteriores producciones del grupo: “En las otras obras la coreografía se acotó a una puesta para los intérpretes; ahora había una necesidad de profundizar, y tener bailarines abrió la posibilidad de trabajar con músicos y bailarines”, señala, y agrega que la música que Santiago compuso le resultó “muy dúctil al movimiento, muy diferente de como veníamos trabajando hasta ahora”, analiza. Respecto de esas canciones, Santiago asegura que fue “cuestión de ganas”. “Tenía canciones hechas, y lo probé sin saber si iba a rendir. Podía ser que no. Pero cuando empezamos a hacerlo, fue como abrir una puerta”, dice.
–En esta obra hay un acento mayor en lo coreográfico, e incorporan letras, pero la esencia del espectáculo sigue siendo la misma que en los anteriores. ¿Cómo crean algo nuevo cada vez con casi los mismos elementos?
A. G.: –La búsqueda de uno como creativo, y del grupo como intérprete, es que en el mismo proceso de creación la gente que esté arriba del escenario empiece a sentir algo nuevo. Eso es fundamental. En cuanto a la danza, yo dirijo una compañía hace varios años, y me pasa que cada obra pasa por intentar mantener el lenguaje, que es la identidad de la compañía, pero tratando de incorporar nuevos estilos, nuevas formas. Contar de la misma forma pero con más herramientas. Creo que eso es un poco Baila!
M. A.: –A mí me pasa que no tengo tan en claro que estemos haciendo algo muy distinto. Uno pretende eso, pero irremediablemente se repite. Aunque en la repetición está también la recreación; no es malo repetirse. Si uno repite en distintos momentos de la vida, eso lo hace diferente. La diferencia yo la voy a encontrar con el espectáculo funcionando, ahí lo puedo ver más objetivamente. Creo que el lenguaje se mantiene, que estas dos incorporaciones –tanto de la CEM como las composiciones con letra– marcan una diferencia importante. Después, en el resto veremos cómo termina de formarse esta criatura...
S. A.: –Uno puede pensar esto como una banda: guitarra, bajo, batería. Y en cada CD tiene que expresar algo distinto. Yo lo veo por ahí. Buscarle la vuelta, más allá de que se toca con los mismos instrumentos. Hay que tratar de hacer cosas diferentes. Y esto en todo sentido, porque desde mi rol de director musical también siento que la música es muy distinta a las obras anteriores, tiene muchos más matices: baja, sube, no es como La Nave, que es totalmente arriba.
El Choque Urbano fue uno de los números centrales del acto en Plaza de Mayo del último 24 de marzo, escenario que compartieron con Pez y Attaque 77, cuando se recordaron los 35 años del último golpe de Estado. Habían participado años anteriores desde otros lugares, como las Marchas de la Resistencia con el grupo o cada 24 de marzo como simples manifestantes. Pero aseguran que esta vez tuvo un sabor distinto. “Para mí fue lo más emocionante de mi vida. Lejos”, confiesa Santiago. “Nosotros veníamos tocando en las Marchas de la Resistencia, pero nunca el 24. Era ver gente, gente, gente, y decir en el medio del tema ‘el que no salta es militar’, y ver una multitud infinita que saltaba.” Nunca había visto eso. Fue como gritar un gol en una final del mundo. Fue un honor que nos hayan invitado”, resalta.
–¿Qué fue lo que más los movilizó de esa noche? ¿Pudieron dormir?
M. A.: –El sentimiento fue poder estar ahí a modo de agradecimiento. Generalmente lo hicimos a través de la agrupación H.I.J.O.S., que además fue la que organizó la programación de ese día. Yo lo vivo como un modo de agradecimiento, es como devolver tanto trabajo que ellos hicieron para preservar la memoria, porque tanto Abuelas como Madres e H.I.J.O.S. han trabajado para que no nos olvidemos de todo lo que sucedió y que estemos despiertos, porque si no hubiera sido así estaríamos viviendo otra realidad. Y el hecho de estar ahí, de hacerlo de un modo desinteresado habiendo estado siempre en las marchas, tiene que ver con apoyar la memoria, la verdad y la justicia.
S. A.: –Sí, pude dormir. Pero la sensación que tenía al bajar del escenario no la había tenido nunca, porque había corrido mucha energía y de golpe bajás y te queda algo que no se puede explicar. Una sensación increíble, muy intensa. Dormí a la noche, pero con una felicidad...
A. G.: –Te sonríe el cuerpo.
M. A.: –Nosotros trabajamos de esto, y nos contratan de todos lados y a veces nos genera cosa... Trabajamos para grandes empresas, cobrás y es un trabajo, y no lo hacés a desgano, pero no siempre estás completamente satisfecho. Y estos momentos creo que son esenciales para la vida del proyecto: ir a tocar gratis para determinada ocasión mantiene vivas otras cosas que no te las da el trabajo en sí mismo.
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