MUSICA › FITO PáEZ DESPIDIó SU DISCO CONFIá EN GEBA
Durante más de dos horas, el rosarino mostró muchos de los temas más nuevos de su repertorio, pero también hizo un repaso por una trayectoria y una historia personal que puede leerse sintetizada en las canciones de distintas épocas. Litto Nebbia fue uno de los invitados.
› Por Karina Micheletto
“¡Vade retro, lluvia!” La invocación que lanzó Fito Páez, apenas tuvo un respiro entre canción y canción, surtió efecto: el agua finalmente no interrumpió lo que compartieron el sábado pasado las doce mil personas que llenaron GEBA, en una noche fría y bajo la latente amenaza gris del cielo. El público aportó el calor de su entusiasmo y el anfitrión logró “despedir” Confiá. Durante algo más de dos horas, el rosarino mostró muchos de los temas más nuevos, pero también hizo un repaso por una trayectoria y una historia personal que puede leerse sintetizada en las canciones de distintas épocas. También dedicó un momento para mandar fuerza colectiva a Gustavo Cerati, antes de hacer su versión de “Puente”.
Un año atrás, Páez había presentado este mismo disco en Buenos Aires, en dos Luna Parks. Después de llevarlo de gira por escenarios del mundo planteó este cierre en un estadio grande y abierto, dispuesto para cumplir con el ritual del contagio. Con el sólido sostén de la banda del disco, convocó además a colegas en una lista que se vio reducida (Charly García y Luis Alberto Spinetta no pudieron llegar a cantar, por diversos motivos), pero que funcionó con las presencias de Litto Nebbia, Leo Sujatovich –con quien Páez ya está armando su nuevo disco, o sus nuevos discos, de acuerdo a la cantidad de material que dice que ya tiene con versiones de grandes temas del mundo–, Claudia Puyó, siempre efectiva como lazo inmediato con aquel momento que quedó fijado como lo más popular de la carrera de Páez, y también con el protagonismo de Gabriel Carámbula en guitarra, otro que fue parte de la banda estable de Páez en su pico de popularidad.
Casi no mediaron palabras en la rauda seguidilla de canciones que incluyó cerca de treinta temas en algo más de dos horas. Tal vez corrido por la amenaza de lluvia o por el ritmo que impone el estadio, Páez no se permitió demagogias por fuera de sus propias canciones. Hubo bastante del disco que es nuevo pero que ya se despide: “Confiá” y “Tiempo al tiempo”, que abrieron al concierto, pero también “La nave espacial”, “London town”, “La ley de la vida”, “El mundo de hoy”, esparcidas en el concierto en el orden exacto en el que se ofrecen en el disco. Y hubo mucho también de una mirada hacia atrás. Es seguro que el recorrido incluyó, para cada uno de los que fueron convocados a GEBA, alguna de las grandes canciones de un hipotético abanico personal, siempre imposible de objetivar y definido en buena parte por la experiencia, pasado por el cuerpo.
Para los que rondan los treinta, pueden haber sonado especiales los éxitos que dejó el octavo disco de Páez, y que abundan en el concierto: “Brillante sobre el mic” –la banda de sonido de todos los videos de cumpleaños de quince de 1992, según recordó una asistente–, “El amor después del amor”, marcado por la voz de “la diosa del Oeste” Claudia Puyó, en ese estilo tan Janis Joplin suburbana; “Dos días en la vida”, “Un vestido y un amor” –con Sujatovich al piano–, “Pétalo de sal”, “A rodar mi vida”, “La rueda mágica”. Y los mayorcitos habrán sido marcados por “11 y 6”, “Polaroid de locura ordinaria” y “El chico de la tapa”. De acuerdo a edades y circunstancias, muchos se habrán sentido identificados con “Circo beat”, “Llueve sobre mojado”, “Naturaleza sangre”, “Al lado del camino” o la rabiosa “Ciudad de pobres corazones”. Lo que es seguro es que estas canciones han sido importantes para un público heterogéneo, que ha hecho suyo todo el repertorio, tal como suena claramente en el coro continuo de la noche.
“Si no hubiera sido por él, ninguno de nosotros estaría tocando por allí”, fue presentado Litto Nebbia promediando el concierto. Desde ese lugar de padre fundador, tomó el primer lugar para cantar frente al piano “Sólo se trata de vivir”. Hubo otro momento especial dedicado a Gustavo Cerati: el “Gracias por venir, ¡gracias porvenir!” y el “Cruza al amor, yo cruzaré los dedos” de “Puente” ganó otros significados cantados por la multitud, después de que Páez propusiera entonar a coro durante largos segundos la nota “Si”, a modo de fuerza colectiva.
Como suele ocurrir, el cantautor se permitió cambios de letras para adaptarlas a sus circunstancias. El guiño más festejado, el que recordó a Macri y Elisa Carrió en la línea de “El diablo en tu corazón”: “Ey, ¿qué te pasa Buenos Aires?”. Así presentado, el repertorio bien pudo leerse como el relato personal de quien hace unos años se definía “Al lado del camino”, y que ahora pide “Confiá”, pide “Tiempo al tiempo”. Tras el bis y los festejos de “Mariposa technicolor”, la lluvia esperó apenas unos minutos, los suficientes para que la multitud llegara a desconcentrarse sin ser forzada a actitudes épicas. El conjuro había cumplido su efecto.
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