MUSICA › MARIANNE FAITHFULL CANTARA EL JUEVES EN EL COLISEO
Fue musa de los Stones y novia de Mick Jagger, pero ya no quiere hablar del torbellino de esos años. A los 64, la cantante y actriz asegura que sus malos tiempos quedaron muy atrás y que hoy se siente feliz y querida... excepto en su país, Inglaterra.
› Por Roque Casciero
Marianne Faithfull no quiere hablar sobre Los Rolling Stones. Y se la comprende: la cantante hoy tiene 64 años y lleva publicada una docena de álbumes, unos cuantos de ellos muy buenos, pero en la mente del rockero promedio, ella siempre será la belleza rubia que fue presa en una redada de drogas en casa de Mick Jagger –su novio de entonces– sólo envuelta en una alfombra de piel. Ha pasado demasiado en la vida de esta artista, que además tiene una interesante carrera paralela como actriz, desde que Andrew Loog Oldham la descubrió en el Swinging London y le propuso grabar “As Tears Go By”, original de Jagger-Richards, porque era “un ángel con tetas grandes”. La Faithfull de hoy reside en París, desde donde contesta ella misma la llamada de Página/12, y asegura que no ve la hora de conocer Buenos Aires (ver aparte). Falta poco para que pueda cumplir su deseo: el jueves cantará en el Coliseo (M. T. de Alvear 1125), acompañada por el notable guitarrista Marc Ribot. Y si el presente es brillante, entonces, ¿por qué volver al pasado? “Sería tiempo de que todos sigan adelante, pero todavía me preguntan por aquello”, dice esa voz inconfundible, gastada por los excesos antes de que ella decidiera ponerles punto final. “No estoy conectada con los Stones, soy completamente independiente, ni siquiera pienso en ellos. Estoy harta de hablar sobre el pasado, especialmente sobre los Stones.”
Ok, madame. Pero, para poner en contexto a los desprevenidos, bien vale la pena recordar que usted alguna vez declaró: “Mi primera movida fue conseguir a un Rolling Stone como novio. Me acosté con tres y decidí que el cantante era la mejor apuesta”. O que fue la musa detrás de varias composiciones de la dupla Jagger-Richards. O que escribió enterita la letra de “Sister Morphine” (incluida en Sticky Fingers), por más que al principio no le reconocieran sus méritos. Pero hubo vida antes de la conexión Stone para la bella Marianne y por cierto que también la hubo después. Hija de un militar y profesor de psicología, y una bailarina clásica de alcurnia, tuvo entrenamiento actoral y vocal desde chica, y ya cantaba en bares cuando, a principios de 1964, fue a una fiesta de los Stones con el músico Joe Dunbar, quien sería su marido (por poco tiempo) y el padre de su hijo Nicholas. Después se metió en el torbellino de “la banda de rock and roll más grande del mundo”, que por entonces sólo podía ilusionarse con aspirar a semejante título, y salió dañada: en 1970 se separó de Jagger y su vida fue una espiral descendente. Perdió la custodia de su hijo y llegó a vivir en las calles durante dos años, anoréxica y adicta a la heroína. Sin embargo, en 1979 sorprendió a todo el mundo con un discazo, Broken English, y con una voz rasposa y quebradiza, de esas que delatan mucho camino recorrido. Desde entonces, limpia y al comando de su vida, ha publicado algunos trabajos muy buenos y colaborado con todo el mundo, desde Metallica hasta Nick Cave, además de aparecer en varias películas. Su último trabajo, Horses and High Heels, contó con aportes de Lou Reed, Dr. John y Wayne Kramer (MC5).
–En “Sliding Through Life on Charm”, de su disco Kissin’ Time (2002), cantó: “Soy una musa, no una amante ni una puta”. ¿Siente que en la historia del rock ha quedado una impresión equivocada sobre usted?
–Oh, sí, por supuesto. Me condenaron como mala persona por nada. En Inglaterra la prensa no me quiere para nada, son bastantes desagradables conmigo. Pero es sólo allí, en el resto del mundo me tratan maravillosamente, es un problema de los ingleses.
–¿Tiene algo que ver el hecho de que usted sea mujer?
–Sí, sí. Todo esto ha pasado desde mediados de los ’80, pero supongo que incluso desde antes: las mujeres son intrínsecamente malvadas, hay algo maligno en ellas y se las ataca muchísimo. Me pareció increíble que se reaccionara así contra mí, pero creo que tiene que ver con las redadas de drogas en los ’60. Nunca me reconocieron como artista. Obviamente que no todos son desagradables conmigo en Inglaterra, pero recién en los últimos tiempos se han dado cuenta de que me tomo absolutamente en serio la música. Siempre pensé que ellos esperaban que yo simplemente me largara y no estuviera más allí. Pero no ha pasado: todavía sigo trabajando, haciendo discos maravillosos y voy a hacer otro dentro de dos años. Me tomo mortalmente en serio mi música, es muy importante para mí.
–En “Sliding...”, que usted compuso con Jarvis Cocker (Pulp), se la retrata como una musa, pero usted es mucho más que eso, ¿no?
–Bueno, la canción habla de mi trabajo como musa. Y ser musa no es un trabajo particularmente satisfactorio para un ser humano. La historia demuestra que las musas a menudo terminan suicidándose o cosas así.
–También se la reconoce como un icono pop...
–Claro, nunca dicen que soy una gran artista. Siempre me sentí decepcionada por eso. Pero sólo sucede en Inglaterra. En Italia, este año me dieron un hermoso premio llamado Janis Joplin Award. Tengo unos cuantos premios muy lindos.
–Bueno, en Francia, donde usted reside, le dieron el Commandeur of L’Ordre des Arts et des Lettres, uno de los máximos galardones culturales.
–Claro, pero no en Inglaterra.
–Nadie es profeta en su tierra...
–No lo sé... antes pensaba que cuando me muriera iban a apreciarme, pero a esta altura ya no lo sé. En un sentido, soy muy anticuada, no soy del tipo de este momento. Pero, por suerte, tengo muchos seguidores. Y no olvide que no soy tan inglesa, porque también tengo mucho de austrohúngara. No creo que mi modo de ser sea demasiado inglés: soy muy segura de mí misma y eso no está bien en Inglaterra, donde uno tiene que estar lleno de dudas (risas).
–¿No debería la gente tomarla también como un icono de la supervivencia?
–No creo que yo solamente haya sobrevivido, he hecho más que eso. La palabra sobrevivir me hace pensar en mí como una sobreviviente de un campo de concentración (risas) y realmente no soy eso.
–Pero ha pasado por momentos muy difíciles.
–Por supuesto, eso le pasa a todo el mundo, sólo que los míos han sido más públicos.
–Bueno, pero pasó de vivir en las calles a hacer un gran disco como Broken English.
–En realidad, en el medio tuve que sobreponerme, y después hice Broken English, justo al final de los ’70. Y fue a principios de la década que viví en las calles, así que hubo un tiempo en medio. Igual, sé que la percepción es que fui directamente de vivir en las calles a hacer ese disco maravilloso, y me parece una gran historia, no me preocupa que se perciba así.
–La pregunta por la supervivencia venía a cuento de que usted fue muy mencionada cuando murió Amy Winehouse, por ejemplo.
–Lo sé. Evité hablar del tema con la prensa inglesa, gracias a Dios estaba muy ocupada con mi gira. Pero sí hice una entrevista con Variety en la que hablé del tema. Por supuesto, me entristeció mucho su muerte, pensé que iba a salir adelante, pero tuvo mucha mala suerte, pobrecita.
–¿Alguna vez lamentó ser una figura pública?
–Sí, totalmente. A esta altura, por ejemplo, me gustaría no tener que hacer tantas entrevistas, pero tengo que hacerlas porque quiero que la gente vaya a mis shows. Pero a veces me cuesta mucho...
–En su último disco hay una hermosa versión de una canción de las Shangri-las, “Past, present and future”, que suena a balance de vida, y antes escribió dos autobiografías. ¿Suele hacer esa clase de balances o simplemente no puede evitarlo con tantas entrevistas?
–Esa canción es tan maravillosa que era simplemente demasiado tentador cantarla. Además, me acuerdo de cuando salió la versión de las Shangri-las, incluso llegué a presentarme con ellas en televisión. Siempre amé esa canción y cuando Hal Wilner (productor del disco) sugirió que volviéramos a hacerla, pero desde mi presente, desde una mujer mayor mirando hacia atrás, no pude resistirlo: es un concepto dramático muy potente. No me tomo la canción como si fuera sobre mí, pero sé que la gente va a pensar que sí, y no me preocupa eso.
–Siempre habló con tanta franqueza sobre su vida que la gente toma todo lo que usted canta como un reflejo de su pasado y su presente.
–¡Claro, por supuesto! Eso pasó nuevamente cuando salió Horses and High Heels, que es un disco muy positivo, no es una tragedia, especialmente las canciones que escribí yo, y mucha gente no pudo soportarlo. Me dejaron mensajes en mi website diciendo “esto es muy feliz”.
–¿Se supone que usted no puede ser feliz?
–Claro, pero yo soy feliz, hace años que soy feliz. Mis malos tiempos fueron hace muchísimo. Por supuesto que tuve mis altibajos, pero todo ha salido bien, por eso estoy feliz y me siento muy agradecida.
–¿Fue el Swinging London tan divertido y excitante como se lo recuerda?
–A veces, pero buena parte del tiempo era muy duro. No fue como lo piensa la gente ahora, le pasaron montones de cosas terribles a mucha gente. Por ejemplo, John y Yoko perdieron a su bebé, pero ya nadie se acuerda de eso. Y la prensa estaba totalmente contra noso-tros, lo mismo que el gobierno y el establishment. La sociedad toda estaba contra nosotros y eso lo hacía muy difícil. Ahora se cree que era todo disfrute todo el tiempo, pero no fue así en realidad.
–En momentos así, ¿qué la motiva a seguir adelante? ¿Tienen la música y la actuación algo que ver en eso?
–Totalmente, tienen todo que ver. Y también el hecho de que honestamente creo, y siempre lo he hecho, que todo va a salir bien al final de cuentas. Soy optimista por naturaleza. Por supuesto que no era así cuando me lo pasaba tomando y drogándome, pero terminé con todo eso hace muchísimos años. Desde entonces me siento muy feliz y positiva, amo mi trabajo y tengo una vida maravillosa.
–Usted dijo en una nota que durante esos años difíciles era masoquista, lo cual es muy gracioso viniendo de una familiar de Leopold von Sacher-Masoch.
–Sí, es gracioso. Yo tenía eso, pero no era físico sino psicológico, y ya no soy así, ya no me torturo como antes.
–¿Por qué peleó para ser reconocida como autora de “Sister Morphine”...
–¿...y no de las demás? Fue porque de “Sister Morphine” literalmente escribí toda la letra, y sentí que tenía que tener el reconocimiento y el dinero que me merecía por eso. Con las otras canciones lo dejé pasar porque no sentía que hubiera hecho tanto: quizás había escrito alguna estrofa o aportado algún verso, pero no me había sentado y realmente escrito como con “Sister Morphine”. Esa fue la primera buena canción que escribí, en realidad.
–Su voz cambió mucho durante los ’70. ¿Fue como empezar de cero?
–No, fue algo gradual. Llevó bastante tiempo llegar a la voz que tenía en Broken English. Pero sabía que debía tener una voz distinta a la que había tenido en los ’60, simplemente porque era una persona distinta. Me gusta mucho la voz que tenía antes, pero también la que tengo ahora.
–Alguna vez dijo que para cantar bien “As Tears Go By” estaba mejor su voz actual.
–Claro, porque necesito más graves. Sólo extraño mi vieja voz cuando canto “The Seven Deadly Sins”, de Kurt Weill, que es una ópera y que debe ser cantada por una soprano, pero yo la canto una octava más baja. Suena fantástico, pero en esa canción extraño la fluidez técnica de mi voz de antes.
–¿Cómo entró en contacto con la música de Weill?
–Creo que está en mi sangre. Mi abuela era judía, igual que Weill, y él escribió mucha de su música acerca del escenario social, así que siempre las entendí instintivamente. Además, mis padres la escuchaban cuando yo era chica, así que la conozco de toda la vida. Por eso no me resultó difícil, sabía que iba a funcionar. Lo que sí fue difícil fue convencer a la gente de correr el riesgo en ese momento (a mediados de los ’90).
–Bueno, pero hoy da la impresión de que todo el mundo corre feliz a colaborar con usted.
–Sí, bueno, les gusta lo que hago y disfrutan de estar conmigo, no es algo que tenga que ver con el dinero. Ellos me reconocen como a una par y adoro eso. Para el próximo disco quiero trabajar con dos artistas con los que ya trabajé antes, aunque no hay ninguna urgencia para hacerlo. Quiero trabajar con Jarvis y también escribir otra canción con Nick Cave.
–Usted ha trabajado con todo el mundo, desde los Stones hasta Metallica, ha cantado canciones de Weill y de Morrissey y hasta ha interpretado a Dios y al Diablo. ¿Siente que le quedan terrenos por descubrir como artista?
–Sí. Quizá no sea mucho más, porque he hecho casi todo lo que soñaba, pero quizá tenga un disco más dentro de mí.
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