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JORGE DREXLER

Músicos: Jorge Drexler (voz y guitarra) Borja Barrueta (batería y lap steel guitar), Matías Cella (bajo), Sebastián Merlin (marimba y percusión), Carlos Campón (percusión y efectos), Roque Albero (trompeta), Santiago Cañada (trombón) y Fabrizio Scarafile (saxo).
Lugar: Teatro Gran Rex, viernes 7 de octubre.
Público: 3300 personas.
Duración: 2 horas 15 minutos.

El teatro entero se puso de pie y no alcanzaban las palmas ni los gritos para agradecerle al músico. Jorge Drexler, con los brazos en alto, parecía no salir del asombro por tal ovación. Eso fue el viernes, pero ya venía de una noche igual el jueves, y el sábado, al cierre de esta edición, el cantautor uruguayo dejaba contentos a otros miles de seguidores en un teatro Gran Rex que ya le queda chico. “La gira había terminado pero me llamaron de Buenos Aires y no podía decir que no”, confesó Drexler antes de bajarse del escenario. Amado en el Río de la Plata, es uno de los músicos contemporáneos más interesantes y novedosos. Como pocos, sabe conjugar los ritmos folklóricos de la región con los modernos (lo arcaico y lo emergente). Un rasgo que cotiza alto en estos tiempos.

A más de un año de su salida, las canciones de Amar la trama (2010) ya suenan maduras y sus versos ya tienen sabor a clásico. “Los días raros son muchos y los días buenos, raros”, repitieron muchos en “Todos a sus puestos”, el primero en la lista. El siguiente marcaría el rumbo del show: “Eco”. Es que las canciones del disco homónimo, fundamental en la carrera del uruguayo, fueron las que más sonaron. Pero lo hicieron con una diferencia: ya sin los efectos electrónicos que definieron sus composiciones. En esta etapa de su carrera, la búsqueda “por no caer en el automatismo” –como supo explicar una vez– lo hizo regresar al sonido más orgánico y abandonar su costado más electrónico. Si en los antecesores de Amar la trama el diálogo musical era consigo mismo, ahora parece ceder un mayor protagonismo a su banda, que combina metales, parches y cuerdas.

Con ellos, logra sacar su “uruguayismo” más profundo. Por lo menos, eso fue notorio en “Tamborero” y en “Transporte”, canciones en las que los percusionistas les sacaron brillo a sus parches. Radicado en España hace 15, Drexler se pasea entre Uruguay y Europa, pero no se olvida de sus raíces. Tampoco se olvida de sus referentes musicales. “Quiero compartir una anécdota que nunca conté”, dijo y todos abrieron sus oídos. “Hace un tiempo, un director me pidió que compusiera una canción para su película, que luego sería cantada por Mercedes Sosa. Sin embargo, le gustó como la cantaba yo y finalmente Mercedes no puso su voz.” Esa canción, dijo luego, era la bella “Al otro lado del río” (que le valió un Oscar), de la película Diarios de Motocicleta (Walter Salles). “Debo confesarles que me quedé con la espina. Me hubiera gustado que la cantara Mercedes.” Ahí nomás, claro, entonó sus acordes y brindó un merecido homenaje a la cantora, a dos años de su fallecimiento.

Uno de los pasajes más atractivos del recital fue cuando salió a escena solo con su guitarra acústica. Sin duda, fue un momento de intimidad, un segmento en el que desnudó en clave poética sus estados emocionales. La primera canción fue “Zamba del olvido” (donde le hizo honor al hombre y se olvidó la intro) y luego llegaron “Noctícula” (Amar la trama) y la triste “La vida es más compleja de lo que parece” (12 segundos de oscuridad). Con el invitado Lisandro Aristimuño se lucieron con “730 días” (Vaivén), su prima Ana Prada lo acompañó en “Camino a la paloma” y la cantante La Shica regaló una versión flamenca de “Soledad”. ¿El cierre? Todos bailando con “Una canción me trajo hasta aquí”.