MUSICA › JOSELO SCHUAP Y LAS CANCIONES DE MACHETE Y CHAMAMé
› Por Cristian Vitale
Es un detalle que Joselo Schuap haya sacado un disco. Se confunde en un todo mayor, en tanto única unidad, cuando este austero artista militante del Litoral habla de lo que hace. Y lo que hace es mucho más que hacer canciones, grabarlas, promocionarlas y presentarlas. Año y medio antes de que saliera Machete y chamamé –lo muestra hoy en el ND Ateneo–, protagonizó, incluso motorizó, la gira Río Infinito, que surca los ríos del continente acercando músicas a las costas. Medio año antes –otro punto– encaró la gran Gieco (de Ushuaia a La Quiaca), montado en el irrompible Dino (el Mercedes 911 modelo 61 que lo acompaña desde hace casi diez años) y más acá, mientras el disco se cocinaba a punto, dio 40 conciertos en escuelas, teatros y plazas del sur de Brasil contratado por un diario de Porto Alegre. “Esta gira la hicimos con amigos que tenía Lula cuando iba a las reuniones del Movimiento sin Tierra en pueblitos de su país y lo tenían que ir a buscar al bar porque estaba tomando cachaça. Fue una gira al palo, agotadora... llegar, bajar los equipos, tocar y rajar para otro pueblo”, cuenta.
Schuap, para entrarle mejor, es un nómada del arte popular que pasó de dormir y tocar la guitarra en la plaza de la capital de Misiones a oficiar de director de Cultura de Posadas entre 2001 y 2002 (“Me tocó bailar con la más fea”, evoca) y cambiar su norte por no habituarse al hecho de “acatar órdenes”. Se fue, compró a Dino, le puso cuchetas, heladera, transmisor de radio, tienda “in door” para colgar ropa, grupo electrógeno, bafles, parrilla y alacenas, y se propuso recorrer las rutas de este fin del mundo con algo que llama “atentados culturales”.
“Ya se han subido Fontova, Raúl Barboza, León Gieco, la murga Falta y Resto, Botafogo y Jorge Rojas”, dice. Lo pintó, además, con imágenes de Misiones y lo transformó en algo así como un centro cultural con ruedas que ya lleva recorridos millones de kilómetros por el país. En ese marco hay que entender por qué cada disco suyo es un detalle, la parte de un todo que lo supera. Le sirve, además de la entraña musical, claro, para venderlo en las calles y alimentar a Dino, y como empujón para sostener las movidas que se vienen: una gira con Ramón Chao (padre periodista de Manu), músicos amigos y gente de La Colifata (la radio del Borda) que llamará El mapa de la esperanza y unirá al Borda con la Triple Frontera bajo un reclamo nodal: ríos libres para pueblos libres. “También está planeado De Misiones a Brasil, un recital que vamos a hacer en las Cataratas y que prefiere el turismo a la destrucción ecológica, pero siempre y cuando se la respete como lugar sagrado de los paisanos guaraníes”, manda Schuap, también guitarrista de Ramón Ayala.
Machete y chamamé se nutre de canciones con música austera, mensajes claros y matices litoraleños que no empalagan. “Lo grabamos rápido, claro y conciso, y está bueno porque el mensaje no cambia: yo no soy un tipo complicado para escribir, sale simple, como soy. Siempre digo que andamos en un colectivo fácil de arreglar, cantamos canciones fáciles de entender, y estamos en el camino... eso es lo complicado”, se ríe.
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