Mar 10.04.2012
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MUSICA › LA ORKESTA POPULAR SAN BOMBA O UNA GRAN FAMILIA MUSICAL

Cuando la diversión no reconoce fronteras

› Por Cristian Vitale

Sal de tu cuerpo puede remitir, en y por principio, a dos líneas significantes que ligan en un punto: a lo picante de la carne humana en trance de baile o al salir, eyectar, del cuerpo por un motivo similar. La tapa del disco de la Orkesta Popular San Bomba lleva inscripta esa frase y la colorea –en el sentido literal de la palabra– con gentes bailando, objetos varios, animales sueltos y plantas de todo tipo. Dentro, en un packaging jugado, diverso y salado, una fachada de arrabal (como si fuera La Boca hace 80 años) ofrece el marco cosmopolita de la diversión: un gaucho tocando el bombo legüero se cruza con las congas de un negro, peces volando, un arriero mal trazado o una vieja dándole al acordeón a piano. Algo dice todo esto de lo que hay más adentro. Y adentro hay cumbias, ritmos balcánicos, sones latinoamericanos o resonancias rioplatenses arreadas por 22 músicos. O, lo que es igual, una orquesta de música popular con secciones bien especificadas que actúan en conjunto: cuerdas, vientos y percusión. “Después de tanto caminar por bandas y grupos, me dio por armar una orquesta y no me equivoqué: hacer música con tanta gente genera otra energía”, principia Matías Jalil, director del combo, y guitarrista, además, del grupo de folklore Zamacuco.

Si al nutrido grupo humano se le suma que muchos son familiares, otros pareja y la mayoría amigos, la San Bomba también da una gran familia que rueda y baja línea. Línea ideológica (“Palestina libre”, en clave klezmer, por caso). Y línea musical, a través de un riesgoso y visceral licuado estético que incorpora colores musicales de Europa del Este (vía Goran Bregovic), sonidos árabes o gitanos, bajo el mandato genético de un director musical nieto de sirios, cumbias viejas (“Sonido Amazónico”, de Los Mirlos) y hasta rock como concepto. “Todos amamos a Los Redondos y por eso nos animamos a ‘Salando las heridas’. No sé si al Indio le gustaría la versión, pero nosotros la hicimos con todo respeto y amor”, admite Jalil. “Si tuviera que definirla bien diría que nuestra cosa musical parte de canciones con melodía, estrofa y estribillo, melódicamente sencillas y silbables. Al ser muchos instrumentos, es interesante manejar un discurso melódico claro... para mí fue una apuesta desde la composición.”

La San Bomba, con tres años de vigencia en el planeta fiesta de la ciudad, mostrará su disco el sábado próximo en el Festival Internacional de Folklore de Buenos Aires de La Plata y el sábado 21 de abril en el Centro Cultural del Sur (Caseros 1750). “Si se quiere otra vía de entrada a lo que hacemos, hay que ir al nombre: podríamos haberle puesto ¡Zambomba!, como una exclamación de la exageración, pero preferimos santificar el nombre, crear una mística basada en un dios propio (Abdul), y jugar con eso, por más que seamos ateos. Dicho de otra forma, que el nombre se asocie a una intensidad de bomba... con mística”, cierra este hombre orquesta de 34 años y, claro está, ideas explosivas.

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