MUSICA › RECITAL DE BABASóNICOS EN EL TEATRO VORTERIX
A lo largo de casi dos horas de show, la banda liderada por Adrián Dárgelos ofreció un aquelarre en conjuros de amor, sexualidad, nostalgia y mistificación. Hubo canciones de A propósito, su último CD, y de sus dos décadas de notable trayectoria alternativa y popular.
› Por Luis Paz
“Soy hermoso”, canta Adrián Dárgelos. Está llegando al final de esa escena de coquetería, pavoneo y ritual de apareamiento que es la canción “Puesto”, de Babasónicos, y en agitada estampida el cantante lo afirma. “Soy hermoso.” Es lo que cualquier varón desea proponer alguna vez desde un escenario para un público que lo acepte... ¡a que sí! La fantasía regia del rock and roll, que Babasónicos vive y actúa, es apenas la cúspide de un montoncito de alegrías que se eyectan de esas dos palabras. “Soy hermoso... y el mundo sonríe conmigo”, completa en la cuarta repetición, para detonar en un estribillo que también es de los que cualquier persona quiere cantar en tiempos en los que todos están cumpliendo con retraso alguna tarea o llegando tarde a algún lugar: “Todo lo que pueda arreglar hoy lo dejaré para mañana” es la realización final de la postergación, como lo es asimismo hallar el amor. Es una canción de amor. Y una de rock. Y es la medianera entre las 28 que el gran combo argentino del milenio toca la noche del viernes en el Teatro Vorterix.
El lugar está colmado. Y los presentes vienen a exponer sus colmos. El colmo de que una banda de rock haga boleros como “Rubí” y que ese hit no sea tocado. El colmo de que el público pueda ponerse a bailar en “Muñeco de Haití” y, sin embargo, no lo haga (¡pero si la misma canción está diciendo bailá, bailá que no es careta!). En todo caso, habrá revancha el 29 y el 30 de junio, cuando completen su generala de shows. El colmo de que en pleno Colegiales, a años luz del sur del conurbano, la localidad de Remedios de Escalada sea mencionada en “Ideas”. Y el colmo, también, de que pese a que la batería se cruce en “El shopping”, que “Sin mi diablo” no llegue a explotar y que a Adrián Dárgelos se le fugue alguno que otro verso, este concierto de Babasónicos no haya fallado.
El grupo llegó al ex El Teatro, donde ahora funciona la radio Vorterix, con la intención de volver a explorar conciertos contenidos en Buenos Aires, luego de una cantidad de Luna Park, Obras y predios de festivales a cuestas. Con A propósito, un disco bueno y fino, de cepa bailable e inspiración fantástica, como obra más reciente, pero con un repertorio que se remonta a 20 años atrás y que recorrió sistemáticamente la frontera entre la música de corte alternativo y la comúnmente definida como popular, para relevar esos terrenos y dar con sus puntos de fuga. De allí que la dinámica del público haga del encuentro un aquelarre en conjuros de amor, sexualidad, nostalgia y mistificación a las figuras de Babasónicos, del amor, de dioses, de la muerte, de la moral y de la sinceridad.
Supóngase que no conoce ninguna canción o que le resulta cursi lo que escuchó de los Babasónicos, que le da comezón el tono de voz de Dárgelos o le parece que lucen como los forajidos que son o dicen ser. Fantástico, pues entonces tiene más lugar para sorprenderse. Hay en sus conciertos un tejido de canciones que adornaron al menos uno de los últimos diez veranos/primaveras/otoños/inviernos (subraye la temporada que le corresponda). Al menos una razón para ver a esta banda en un show propio, por fuera de los festivales: que viéndolos de manera desprejuiciada se reconoce que algo habrán hecho por la parte más riesgosa de la música que ha sonado en las radios en toda la última década. Pese a que no sea más que en el embrujo de una melodía, en la rareza de algún arreglo o en la peculiar manera de escribir del cantante: “Ahora dejame que maneje un sauna y me vista de fauno”.
Un caos controlado ocurre a lo largo de casi dos horas de show, en las que el vértigo de la espera por la próxima canción se da en continuado. Cualquier tema que vaya a venir puede ser motivo de explosión pública. Que “Ciegos por el diezmo” aparezca luego de “Calmado, matamos al venado” (¡qué títulos!). Que “Deléctrico” sobrevenga a “En privado”. O que “El colmo” se desprenda de “Putita”. O que Diego Rodríguez, guitarrista, se lance a su fabuloso solo de bongoes en “Tormento” luego de haberse puesto a tirar voces en “Su ciervo” (y de haber chocado contra el pie del micrófono). O que Carca, el ingresado multiinstrumentista, pase del bajo a menear tímidamente una pandereta y luego al siempre curioso theremin.
La interacción más genuina vibra en los ojos de uno de los tipos que controla el foso entre el público y el sobrio escenario. Sonríe, tal vez pensando en lo cómico que queda Dárgelos diciendo que es hermoso. O probablemente deseando él mismo poder cantarlo para tanta gente convencida que estira las manos, que lo burla: “Toco el aire, no te molesto; toco el aire...”. La música no suele ser una molestia, excepto en el caso de los radiograbadores a tope de volumen que escupen canciones de compilados en el tren. Pero la de Babasónicos (agradable, intrigante) es como el té de Doña Florinda, claro que no es una molestia. Más bien, es una caricia que le asegura a cada uno: “Vení. Vení que vos también sos hermoso”.
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