MUSICA › EL NUEVO DISCO DEL LEGENDARIO NEIL YOUNG ES UN HIMNO EN CONTRA DE GEORGE W. BUSH
Living with War es quizá su trabajo más controvertido en una carrera que ya lleva cuarenta años. El músico canadiense, que propone en un tema interpelar al presidente estadounidense, confiesa que hubiese esperado que “algún cantante de entre 18 y 22 años escribiera estas canciones”.
› Por Roque Casciero
A veces la inspiración puede estar en el lugar menos imaginable. Neil Young, por ejemplo, la encontró hace poco leyendo el diario: estaba en un hotel, fue a buscar un café y le llamó la atención la nota de tapa del USA Today, en la que se hablaba de los progresos de la medicina como resultado de la invasión norteamericana a Irak. “Me tomó con la guardia baja y fui a mi habitación a escribir Families para uno de esos soldados que no tuvieron la oportunidad de volver a casa. Después lloré en brazos de mi mujer. Ese fue un punto de inflexión para mí”, le dijo el músico a rollingstone.com. Dos semanas más tarde, Young ya tenía listo su nuevo álbum, Living with War, quizá el más controvertido en una carrera que ya lleva cuarenta años, en el que le pega duro a George W. Bush y a sus políticas de Estado. El paso siguiente fue ponerlo en su página web (enseguida superó el millón de escuchas), luego en los sitios de descargas legales y, finalmente, en las disquerías. Todo el proceso llevó poco más de un mes, cuando lo habitual es que tome al menos cuatro veces ese tiempo.
No es la primera vez que Young reacciona rápido: en 1970 estrenó la canción Ohio dos semanas después de la matanza de cuatro estudiantes de la Kent State University; y en septiembre de 2001 compuso Let’s Roll como homenaje a los pasajeros del United 93, que supuestamente estrellaron el avión que iba a ser utilizado como parte de los ataques terroristas. Pero esta vez el músico recurrió a todas las ventajas de la tecnología y de la globalización para diseminar a toda velocidad un montón de pensamientos que se le había agolpado y que vomitó en sesiones en vivo, como hiciera en el pasado con uno de sus mejores trabajos, Tonight’s the Night (1975).
La guitarra de Young suena sucia y desprolija, tan distorsionada como sólo se la había escuchado antes en Weld, el álbum grabado en vivo durante la gira en la que presentó Ragged Glory. Y no es casual: en aquel momento, Young –que había llevado como teloneros a Sonic Youth y Social Distortion– intentaba cada noche reproducir con su Gibson “Old Black” los sonidos de la Guerra del Golfo, cortesía del padre del actual presidente norteamericano. “La guitarra se tocaba sola”, fue lo que comentó el músico sobre las sesiones de Living with War. Y vaya si brilla, acompañada apenas por el bajo de Rick Rosas y la batería de Chad Cromwell. En ocasiones aparecen también la trompeta de Tom Bray y un coro de cien personas que carga de sentido colectivo las palabras que Young tenía atragantadas.
“Estuve esperando que apareciera alguien, algún cantante de entre 18 y 22 años, que se plantara y escribiera estas canciones”, le dijo el cantante a Los Angeles Times. “Esperé mucho tiempo. Y después decidí que quizá la generación que tenga que hacer esto todavía sea la de los 60.” Para que el mensaje de Living with War se amplifique más aún, Young decidió presentarlo en vivo durante la gira que emprenderá a partir del 6 de julio junto a sus viejos compañeros de ruta David Crosby, Stephen Stills y Graham Nash. El canadiense sabe muy bien que el público se multiplica cuando él une la inicial de su apellido al final de la sigla CSN. Y nada mejor que eso para mover un poco a lo que él considera “una mayoría silenciosa”. “No hemos hecho un carajo”, se enojó ante el New York Times. “Nos hemos sentado a ver cómo sucedía todo esto. Pero hay más de nosotros que de ellos y tenemos que hacer algo. Cuando la gente empiece a hablar y a ver que puede resolverlo, sucederá en todas partes. Será como una marea. Esto es sólo la punta del iceberg.”
Si bien todo el disco es como un gran himno en contra de Bush, nada impacta tanto como la canción Let’s impeach the President (Interpelemos al presidente). “Interpelemos al Presidente por mentir/ y guiar erróneamente a nuestro país a la guerra/ abusando del poder que le dimos/ y mandando todo nuestro dinero por debajo de la puerta”, arranca la canción, sostenida en un riff casi tribunero. La voz del canadiense se mezcla con otro centenar, en un himno colectivo: “Interpelemos al Presidente porespiar/ a nuestros ciudadanos dentro de sus propios hogares/ quebrando cada ley del país/ al controlar nuestros teléfonos y computadoras”. Después sigue la lista: la inacción en Nueva Orleans, haber “secuestrado” la religión y usarla para ser elegido, dividir al país, abandonar a los negros... En el final se escucha la voz del propio Bush con un tendal de frases autoincriminatorias, entre las que sobresale una: “La guerra es mi última opción”.
La corista Rosemary Butler fue la encargada de ensamblar en coro para la sesión. Tuvo que llamar a otros cantantes a las 3 de la mañana para pedirles que se presentaran a las 10, pero nadie faltó. “Nos metimos en los estudios Capital con los mejores cantantes de Los Angeles y grabamos todas las canciones”, recuerda Young. Las letras aparecían en una pantalla y cuando pusieron la de Let’s impeach the President fue como un estallido. “Cuando terminamos de grabarla, todos se pararon y empezaron a gritar y a aplaudir, se volvieron locos. Y eso se nota en el disco.”
Young le dijo a CNN que no tiene temor de que lo acusen de antipatriótico por la canción: “Lo que hago es ejercer mi libertad de expresión, que es precisamente lo que nuestros muchachos están tratando de lograr para los iraquíes y que aquí se está sacando. Estamos dando un paso en la dirección equivocada. Lo grandioso de este país y de todos los países libres es la libertad de expresión, porque nos permite manifestarnos como personas diferentes a las demás. En los países libres podés pensar diferente de tu amigo y sin embargo sentarte a la mesa a compartir el pan”. El canadiense, incluso, cree que interpelar a Bush sería “un favor enorme” para los republicanos, según le dijo al New York Times: “Así podrían volver a presentarse con orgullo”.
Si se mira muy por encima la carrera de Young es posible descubrir varias contradicciones políticas. ¿Cómo es posible que el mismo hombre que escribió un himno hippie como Ohio haya apoyado en los años 80 a Ronald Reagan? La magnífica biografía Shakey, de Jimmy McDonough, echó luz sobre esa década, en la que Young perdió el rumbo artístico: estaba pendiente de poder comunicarse de algún modo con su segundo hijo, que padece una parálisis cerebral más fuerte que la del primero. Let’s Roll también puede ser mirado con susceptibilidad, pero no hay más que recordar cuál era el sentimiento global justo después del 11-S. Tal vez el error entonces haya sido reaccionar con apuro. Pero Living with War parece producto de una reflexión más profunda: cada pensamiento parece haber madurado en el interior del artista hasta explotar en un súbito brote de inspiración.
Families, la canción que encendió la mecha, habla de un soldado que sueña con volver a su tierra, a encontrarse con su familia. En Flags of Freedom, en cambio, se pone en la piel de una familia cuyo hijo menor está a punto de partir a la guerra. Young cita a Bob Dylan en un lógico reconocimiento, ya que le tomó prestada para la canción la melodía de Chimes of Freedom. Shock and Awe retrocede a los días de gloria de la invasión a Irak (“conmoción y estupor” era el lema del ataque) y los contrasta de modo devastador con los “miles de cuerpos” que son “traídos a casa en cajas mientras suena una trompeta” sin que nadie los vea volver así. “Ambos lados están perdiendo”, es la conclusión. Como para completar la idea, en la enojada The Restless Consumer, el cantante insiste en que “no necesitamos más mentiras” y asegura que “aquí no hay misiones cumplidas”. Y el final es con el coro haciéndose cargo del tradicional America the Beautiful, sin que la voz del protagonista del disco se note por ninguna parte.
“Lo que estamos haciendo es vivir con la guerra y tener conciencia”, explicó Young a CNN. “Si tenés conciencia, no podés pasar un día sin darte cuenta de lo que está sucediendo y sin cuestionarte si eso está bien. No tenemos que creer en todo lo que cree nuestro presidente para ser patriotas. Ahora se habla de la mentalidad 11-S. Y ni George Bush ni nadie es dueño de la mentalidad 11-S: le pertenece a Estados Unidos, a cada uno de los que nos despertamos ese día mirando en la televisión cómo los edificios eran chocados por los jets. Le pertenece a George Bush y a su familia, a John Kerry y su familia, a mí y a mi familia, a cada familia estadounidense. Yo tengo una mentalidad post 11-S, sólo que no es igual que la de George Bush”.
Los contraataques de la derecha norteamericana no tardaron en llegar, en especial a través del canal Fox News. Uno de los argumentos principales es que Young sólo quiere vender más discos. “No sé cuánto va a vender este disco ni me preocupa”, contestó Young por CNN. “Sólo me interesa comunicarme, por eso hace cuarenta años que grabo discos. Algunos han vendido mucho, otros nada. Así que esto no se trata de vender discos, sino de intercambiar ideas, de mandar un mensaje. Sé que no todos piensan lo mismo que lo que yo manifiesto, pero estamos todos juntos, esto no es blanco o negro. Este es un disco sobre unificación.” Si Let’s Impeach the President no parece muy unificador, sí lo es Looking for a Leader, donde el autor de Harvest se plantea que el país necesita de un líder que pueda zanjar las diferencias entre liberales y conservadores (“para que reúna al rojo y al azul”). “Y quizá sea una mujer/ o un hombre negro, después de todo”, canta.
Pero el ataque más grave y lamentable fue porque, a pesar de que vive en Estados Unidos desde hace cuarenta años, Young nunca solicitó la ciudadanía. La respuesta: “Estoy orgulloso de ser canadiense. Y también estoy orgulloso de vivir en Estados Unidos, de pagar mis impuestos aquí durante cuarenta años. Estoy orgulloso de mis tres hijos estadounidenses, de mi amada esposa estadounidense, de mi familia estadounidense y de toda la gente de aquí que me apoyó durante cuarenta años. Vine aquí porque soy artista y porque en Los Angeles podía conseguir que la gente me escuchara. Este es un gran país y creo en él. Pero creo que en este país hay una conciencia y no me parece que esté manifestándose sino parcialmente. Es un todo, y todos necesitamos ser parte de ella. Todos necesitamos decir lo que pensamos”.
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