MUSICA › MERCEDES SOSA VOLVIO A ACTUAR EN VIVO DESPUES DE DOS AÑOS DE AUSENCIA
En el principio fue un documental filmado. Después, llegó un show en el que la tucumana recorrió las canciones del último disco y donde se destacaron los momentos íntimos y la presencia, como invitado, de Eduardo Falú.
› Por Karina Micheletto
Todo comienza con un racconto filmado. El reencuentro con Tucumán, el festival Músicas de Provincia, el grito de “Aquí Cosquín”, el Rosedal de Palermo. Los kilómetros recorridos en el último verano, las conversaciones del viaje en auto (“Yo manejo rápido, en autopista le pongo 200 kilómetros”, dice ella desde la pantalla, con cara de poker o, pícara: “Tengo la suerte de ser amiga de toda la gente que canta bien. Los que cantan mal, no”). Las imágenes cierran con una frase que suena a desafío: “Ahora, el Gran Rex”. Es el regreso artístico de Mercedes Sosa, tras dos años de ausencia de los escenarios. La puesta parece querer confirmar el camino recorrido en el último tiempo. No hace falta. Se abre el telón, y allí está ella, pequeña y gigante a la vez, con sólo mostrarse sentada. Ya tiene los pañuelos tissue preparados: el aplauso del público, largo, de pie, la emociona. Mercedes Sosa concretó dos fechas en este teatro, con localidades agotadas y sin la posibilidad de agregar otra función. Hoy volverá a cantar, en otro marco: el acto de la Plaza de Mayo (“serán unos seis temitas”, le contó al público).
Las primeras tres canciones, sólo acompañada por la guitarra de Jorge Giuliano, muestran por qué esta mujer sigue siendo la voz de América. No se trata sólo de una cuestión de técnica, aunque ella le asigne una especial importancia a las clases que sigue tomando religiosamente. La hondura expresiva que alcanza su interpretación en temas como Zamba para olvidarte, de Daniel Toro, la muestra en su mejor momento. En el repertorio, la tucumana mostró todo su último disco, Corazón libre, aunque con otro formato musical. Si el disco se caracteriza por la austeridad, el despojo, con la guitarra como centro al servicio de la voz, aquí, cuando se suma la banda (Popi Spatocco en teclados y dirección musical, Carlos Gianoni en bajo, Rubén Lobo en batería), por momentos parece restar. Es curioso: en los festivales, quizá por entender que suponen un público específico, los arreglos sonaban menos recargados. Como si se pensase que un teatro necesita de un show de otra envergadura (más “pirotécnico”, por decirlo de alguna manera), algunos temas (el bellísimo Lapachos en primavera, de Marcelo Perea, por ejemplo) levantan vuelo en la voz de Mercedes Sosa, al tiempo que pierden potencia con efectos de teclados y batería.
Como contraste, la versión de Tonada del viejo amor, con Eduardo Falú como invitado, sonó con la potencia de los clásicos. Fue un momento de esos que se sienten únicos: la voz de Mercedes Sosa, más la guitarra y el decir hondo de Falú, en uno de los grandes temas que el guitarrista compuso junto a su compañero de ruta, Jaime Dávalos. “Todos celebramos que estés presente con esa voz fresca, y ojalá que sigas así, como en los viejos tiempos”, piropeó el guitarrista a Mercedes, con su voz grave. Otros invitados que se lucieron fueron el violinista Javier Casalla, el percusionista Facundo Guevara (a quien a esta altura empieza a caberle el “tocó con todos” de Los Orozco), el bajista Norberto Córdoba, Chango Farías Gómez, productor del disco, y Coqui Sosa y Rafael Amor, interpretando los temas que compusieron (País y Corazón libre, respectivamente). Además del repertorio de Corazón libre, el resto del concierto evitó los grandes éxitos tradicionales (nada de Alfonsina y el mar o María, María, ni siquiera en los bises). Fueron canciones que Mercedes propuso volver a escuchar. Entre ellas, su versión del tango Los mareados –que había grabado en el disco Gestos de amor– junto al bandoneonista Walter Ríos. En medio del recital, Mercedes Sosa agradece a Estela Carlotto, que está entre el público, junto a un grupo de nietos restituidos, y que es aplaudida de pie por el teatro. Así se suma a la campaña ¡Gracias, Abuelas!, camino a la celebración de los 29 años de lucha del organismo. Tras el último bis, tal como viene haciendo en sus últimos shows, la cantante termina bailoteando al ritmo de La luna llena. Este regreso, queda claro, tiene mucha música por delante.
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