MUSICA › MAXIM VENGEROV ACTUARA ESTA NOCHE EN EL TEATRO COLON
El músico ruso es una estrella del violín contemporáneo. En 2011 retornó a su instrumento, después de dedicarse durante tres años exclusivamente a la dirección orquestal.
› Por Diego Fischerman
La primera vez que Maxim Vengerov llegó a Buenos Aires para actuar en el ciclo del Mozarteum, en agosto de 1996, tenía apenas 22 años. Ya era una de las estrellas del violín contemporáneo. Ahora, a los 38, ha ganado todos los premios imaginables, ha interpretado todo el repertorio central para su instrumento y ha tocado junto a los directores de orquesta más importantes de las últimas décadas, algunos de los cuales –Mstislav Rostropovich, Daniel Barenboim– fueron sus mentores. También actuó y grabó discos junto a solistas como Martha Argerich, haciendo música de cámara. Y hoy a las 20.30 actuará en el Teatro Colón, con el pianista Roustem Saitkoulov, como parte del Abono Bicentenario, y en reemplazo del pianista Evgeny Kissin, que debió cancelar su actuación de junio debido a la muerte de su padre.
En aquel concierto porteño de hace dieciséis años, en que se presentó junto al pianista Itamar Golan, Vengerov tocó una versión inolvidable de la Sonata Nº 5 en Fa Mayor, Op. 24 “Primavera”, de Ludwig van Beethoven. Esta vez ese autor volverá a estar presente, con la Sonata Nº 9 en La Mayor, Op. 47 “Kreutzer”. Y el programa se completará con la magistral Partita Nº 2 en Re menor, BWV 1004, para violín solo, de Johann Sebastian Bach (que concluye con la monumental Ciaccona que Ferruccio Busoni transcribió para piano y Andrés Segovia para guitarra) y el Gran dúo en La Mayor, de Franz Schubert. En rigor, este concierto es parte de un regreso, ya que recién en 2011 Venderov retornó al violín, después de dedicarse durante tres años exclusivamente a la dirección orquestal. “Me siento renacer”, decía en un reportaje de la Radio Oficial Francesa. “Cuando la gente me pregunta quién es el joven violinista más promisorio del momento contesto ‘creo que soy yo’. Y es que me siento absolutamente rejuvenecido. Siento toda la música como si nunca la hubiera tocado antes.”
Nacido en Novosibirsk, la capital de Siberia Occidental, en agosto de 1974, Vengerov ganó el Primer Premio del Concurso de Violín Junior Wieniawski de Polonia, a los 10 años, después de haber estudiado con Galina Turtschaninova. Su gran maestro fue Zakhar Bron –con quien también se formó Vadim Repin–, en la antigua Unión Soviética y su carrera comenzó siendo aún un niño, con conciertos en Moscú y Leningrado y, al poco tiempo, con orquestas como la del Royal Concergebouw de Amsterdan, la BBC Philharmonic Orchestra y la Orquesta Sinfónica Estatal de la URSS, bajo la dirección de Yuri Siminiov, con la que realizó una gira por Italia. En 1990, el año en que ganó el Primer Premio en el Concurso Carl Flesch, se trasladó con su familia a Tel Aviv. En la temporada encabalgada entre ese año y el siguiente debutó en los Estados Unidos, junto a la Orquesta Filarmónica de Nueva York.
Con una discografía profusa, que comenzó en el sello Melodiya, su primer disco con un recital solista fue publicado cuando tenía 15 años en una pequeña productora inglesa llamada Biddulph. Ese mismo año, Teldec le ofreció un contrato en exclusiva, que tuvo vigencia hasta 2000, en que firmó con EMI. De esta última época es su brillante interpretación del Concierto para violín y orquesta, de Benjamin Britten, con el Concierto para viola y orquesta, de William Walton, como complemento, con dirección de Rostropovich, con quien ya había grabado para Teldec los conciertos de Prokoviev y de Shostakovich. También se destacan sus registros de conciertos de Mozart, como solista y director, y de los conciertos de Stravinsky y de Tchaikovsky. Lamentablemente, debido a las políticas (o la falta de ellas) de la mayoría de las multinacionales con respecto al repertorio de tradición académica, ninguna de estas publicaciones se consigue en este momento en la Argentina. Toca un violín construido por Antonio Stradivarius en 1727 y desde 1997 Maksim Vengérov es embajador de Buena Voluntad de Unicef. Actualmente, es profesor visitante en la Academia Real de Música de Londres. “Toco sólo las obras que me gusta tocar y sólo me gusta tocar las obras a las que les encuentro sentido”, define. “Las otras tal vez lo tengan pero a mí se me escapa. Es mi limitación. Entonces les digo que no.” La frase podría pertenecer a alguien excesivamente conservador. Sin embargo no es así. Vengerov ha estrenado, por ejemplo, un Tango Rock Concerto para viola, escrito para él por Benjamin Yusupov, que incluye partes en violín eléctrico y donde él tiene que bailar tango en escena. “La única frontera que importa es la del gusto”, dice, a manera de conclusión.
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