MUSICA › LAS PELOTAS, CATUPECU MACHU Y LOS CAFRES LE PUSIERON CALOR A LA FECHA NACIONAL DEL PEPSI MUSIC
La comunión entre el público convocado por los “viejos conocidos” del rock argentino resultó la fecha más nutrida del festival, que seguía anoche con Evanescence y The Drums. Reggae y rock alimentaron una tarde-noche en la que todo fluyó con naturalidad.
› Por Facundo Enrique Soler
La comunión entre un montón de viejos conocidos fue la estrella máxima en la “fecha nacional” del Pepsi Music 2012, el sábado pasado en Costanera Sur. Desde el rock denso de Catupecu Machu hasta el reggae antioxidante de Los Cafres, pasando por la fiesta pogo-cuartetera de Kapanga, quedó demostrado que las masas de rock argentino pueden congeniar en tres escenarios (uno principal, uno reggae y otro emergente) y pasarse la batuta del recital sistemáticamente para tirarse al piso de la risa entre sí, compartir público y, más importante aún, sonar como siempre.
“¡Vamos locardos!”, agitó Juanchi Baleirón, de Los Pericos, a las masas del escenario secundario, el espacio dedicado al reggae, bajo un sol picante de tarde, sacado de una utopía ante el temporal que agitó la mañana. La banda repasó sus hits dando verdadera cátedra dub y brindando piezas peculiares como covers de “Corazón delator” (Soda Stereo) y “Personal Jesus” (Depeche Mode). Bersuit, minutos antes, se había parado en el escenario principal bajo la iconografía de “Bersuit vuelve” a lo Perón, y desatado un show de pesadez murguera con especial pogo en “Señor Cobranza” y “La argentinidad al palo”. Dos bandas grandes del rock local que en los últimos años se quedaron sin sus frontmans (Bahiano y Gustavo Cordera) rindieron como si nada hubiera pasado en sus filas ante un público intacto.
“Si algunos quieren arruinar la fiesta de miles, le damos el toque”, advirtió el Mono, cantante de Kapanga, siendo las 19.15, ante un predio que ya estaba casi completo en su capacidad. La inseguridad puertas adentro del festival parecía ser una preocupación en el grueso del público, pero sin problemas la banda de Quilmes estrenó “Lost” y “La Crudita” (dos novedades de Lima, el disco que saldrá este jueves), y entonó las siempre festejables “El universal”, “Ramón” y “El Mono Relojero”. El humor que los caracteriza no podía faltar: hubo una imitación de Mariano Iudica, un cover de Luis Miguel y saludos a Shao Min (el cajero de un supermercado chino que queda cerca de la casa del Mono).
Dread Mar I y Los Cafres fueron los últimos artistas del escenario secundario y un moño perfecto para la temática reggae que éste mantenía. Por un lado, el frontman de Lanús despachó todos sus calmos hits radiales (salvo el más importante, “Tú sin mí”) bajo una pantalla gigante que disparaba imágenes psicodélicas en tonos amarillo, rojo y verde. Siempre recurriendo a Jah, el inspirador de casi todas sus canciones. La banda liderada por Guillermo Bonetto, que en varias ocasiones pidió energía al público, también dedicó el show a sus perlitas más conocidas, como la bien festejada “No puedo sacarte de mi mente” y “Casi q’ me pierdo”. En medio de estos dos leones del reggae sucedió el show de Catupecu Machu, con un Fernando Ruiz Díaz más alegre de lo habitual. Desde el arranque, la grilla de temas fue arrolladora, con la rebuscada “El mezcal y la cobra”, seguida por la psicodélica “Eso espero”. Para entonar el himno del grito “Dale!” se subieron al escenario Maikel y el Mono de Kapanga, presentados como viejos amigos del grupo.
El final de la jornada festivalera quedó en manos de Las Pelotas, cuando el grueso mayor se aglutinó frente al escenario principal entre banderas y cánticos populares. Germán Daffunchio y compañía arrancaron con “Cuantas cosas”, con pedidos de justicia para Mariano Ferreyra y la aparición de Julio Lopéz. El cantante se refirió a la liberación de la Fragata Libertad (retenida en Ghana) y citó, en chiste, a French y Beruti para darle pie al tema “Escondido bajo el brazo” (a esta altura conocida como “la canción del pato”). El Mono de Kapanga se recibió de cholulo del rock al volver a subir al escenario de invitado y cantar “Capitán América”, quizás el tramo más celebrado del set. El final tenía que ser emotivo y así lo fue: con Roberto Petinatto y su saxofón en mano como invitado, las últimas piezas fueron “Que me pisen” y “El Ojo Blindado”, dos joyas de Sumo. Una canción reggae y otra rockera fueron el símbolo ideal para cerrar una jornada de convivencia sagrada.
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