MUSICA › SONG READER, EL NUEVO DISCO DE BECK, SE EDITA SóLO EN PARTITURAS
El músico estadounidense lanzó esta semana veinte canciones en formato escrito, para que cada cual haga su versión con total libertad e incluso cambiando cosas. Y dice que buscó temas “con cierta cualidad que permita a otros habitarlas y hacerlas propias”.
› Por Rhodri Marsden *
Hay un episodio de la adaptación televisiva de Jeeves & Wooster, de PG Wodehouse, en la que el “mentalmente negligente” Bertie Wooster, a cargo de Hugh Laurie, se sienta al piano y desgrana las notas de “Puttin’ on the Ritz”. Como no la escuchó nunca y sólo tiene la partitura a mano, queda trabado en un engañoso pasaje vocal del estribillo. “Este Irving Berlin tiene algunos problemas, Jeeves”, dice el personaje. “Demasiadas palabras, demasiadas pocas notas.” El mayordomo Jeeves finalmente le indica a Wooster qué sílabas acentuar: de no ser así, Bertie tocaría por siempre una versión de “Pu-ttin’ on the Ritz” con vida propia, completamente diferente a la pensada por su compositor.
La escena sirve para ilustrar el lanzamiento de Song Reader, el nuevo álbum de Beck Hansen, lanzado esta semana sólo en formato de partitura. Tocar una canción pop desde la partitura, sin saber cómo debería sonar, es una idea largamente perdida en una era saturada por sonidos grabados. En estos días, un músico curioso escucha una canción, siente el urgente deseo de aprenderla, consigue la partitura y usa su conocimiento de los modos de grabación y las líneas de puntos delante suyo para conseguir su propia versión. Pero una partitura no necesariamente comunica el sentimiento de una canción; si no se conoce el original, una versión de “Love will Tear Us Apart” puede convertirse en una dulce cancioncita para entonar todos juntos, sin la acuciante intensidad de la grabación de Joy Division. Pero a Beck no parecen preocuparle las libertades que se tomen con las veinte composiciones de Song Reader. En estos días escribió sobre su deseo de “abrir la música”: que el usuario no se sienta atado a lo que está escrito, y que tenga la libertad de cambiar la instrumentación, las notas, la velocidad (en rigor, no hay mucho que Beck pueda hacer al respecto).
Song Reader presenta un hermoso packaging, con cada canción contenida en su propia carpeta y acompañada por ilustraciones que recuerdan el diseño exquisitamente ornado de las partituras de comienzos del siglo XX. Como ejercicio de nostalgia, está perfectamente ejecutado, evocando un tiempo en el que las partituras eran el principal método de diseminación de la música, donde interpretaciones únicas de los últimos éxitos eran realizadas por músicos amateur en todo el mundo. Las canciones en sí evocan una era ida. En el prefacio, Beck apunta el desafío de escribir “canciones tocables” que tengan “una cualidad que permita a otros habitarlas y hacerlas propias”. Esto da como resultado canciones breves y bastante directas, de la blusera “Rough on Rats” a la patriótica “America, here’s my Boy”. Hay una pequeña canción llamada “Just Noise” con una progresión de acordes que recuerda a los Beach Boys y un cambio de clave que recuerda vagamente a “We’ve Only Just Begun” de The Carpenters.
El proyecto, que podría entenderse como un excéntrico viaje nostálgico de Beck, parece llegar en realidad en el momento adecuado. La tecnología de grabación es barata y hay incontables maneras de hacer escuchar el resultado de ese esfuerzo, de YouTube y Soundcloud y más allá; el que quiera puede realizar decenas de versiones de Song Reader y subirlas a la web a tiempo para Navidad, consiguiendo cientos de visitas de personas curiosas por chequear las interpretaciones y celebrarlas o condenarlas en los comments con la misma efusión. La revolución digital se las ha arreglado para mantener con vida el negocio tradicional de las partituras, con infinidad de personas que buscan fuentes confiables de tablaturas, acordes y letras, como sheetmusicdirect.com. “Tenemos un negocio digital de partituras floreciente”, dice Tom Farncombe, jefe de Edición de Music Sales, el mayor editor de partituras de Europa. “Pero también vendemos un montón de música en papel: hemos vendido casi 130 mil libros de Adele, Coldplay vende muy bien, y una gran cantidad de personas aprendió a tocar la guitarra con nuestros libros de Oasis. Y, por supuesto, no puedo ni calcular la cantidad de libros de The Beatles que se han vendido a través de los años.”
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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