Mar 20.08.2013
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MUSICA › LA VELA PUERCA PRESENTARá PASAJE SALVO EN EL LUNA PARK

“Estas canciones nos llevaron a buscar otra forma de trabajo”

Dos años después de la aparición de Piel y hueso, la banda uruguaya rompió el silencio con un EP de tres canciones que se puede descargar gratuitamente de su página. Los shows del jueves, el viernes y el sábado serán grabados para el DVD Uno para todos.

› Por Joaquín Vismara

En el entramado urbano, un pasaje representa un atajo, un camino que permite reducir las distancias entre un punto y otro. Para la trayectoria de La Vela Puerca, Pasaje Salvo, su flamante EP de descarga gratuita, también cumple una función similar al acortar los tiempos entre un nuevo disco de estudio y Piel y hueso, su último trabajo discográfico, publicado hace ya dos años. El desembarco en el formato digital implicó también romper una barrera que la banda uruguaya se había autoimpuesto: permanecer por fuera de las redes sociales. Visto de otro modo: su llegada (a regañadientes) a Facebook y Twitter sólo fue posible al momento de tener algo que ofrecerle a su público.

En tan sólo tres canciones, Pasaje Salvo da lugar al costado más urgente de La Vela Puerca, que hasta ironiza sobre cómo el mundo online se come las relaciones interpersonales: los vocalistas Sebastián “Enano” Teysera y Sebastián “Cebolla” Cebreiro se cruzan en el estribillo de “Los reyes de los buzones” (“¿Por qué no me lo pediste? Te hubiera dado hasta un 10. Yo sé que igual entendiste, puse ‘Me gusta’ otra vez”). La banda fue publicando los temas en su propia web de a uno por vez, mientras se encontraba de gira por Europa. Ahora, con el material ya disponible en su totalidad para ser descargado, el grupo concentra su atención en otro objetivo: Uno para todos, los shows del jueves, viernes y sábado en el Luna Park, que serán filmados en alta definición y que verán la luz antes de fin de año, con un DVD que llevará el mismo título. En eso andan sendos Sebastianes y el trompetista Alejandro Piccone, en una visita previa a definir los últimos preparativos para su regreso al Palacio de los Deportes porteño.

–¿Qué los llevó a romper el silencio discográfico con un EP de descarga gratuita?

Sebastián Teysera: –Son varias razones. Primero, un poco la ansiedad nuestra por grabar y hacer algo. Y después, con las giras y lo que se nos viene, nos dimos cuenta de que un disco nuevo no iba a estar hasta el año que viene, cuanto menos. Entonces todo se hacía un poco largo y aprovechando que estamos en las redes sociales, porque sucumbimos a ellas, buscamos cómo romper el hielo, regalando tres temas. “Los reyes de los buzones” es un tema que debe tener sus cinco o seis años y del que sólo tenía el arreglo de gaitas, así que hubo que ordenar todo. “La hiedra” quedó afuera de Piel y hueso, y “De amar es nuevo”... También vimos un poco que el concepto de disco ya no existe y las canciones son algo individual, la gente se baja un tema. Nos dimos cuenta de que eran cosas que no iban a entrar al disco, pero tampoco daba para que quedaran en un cajón, entonces decidimos agarrarlas y grabarlas todos juntas, sin mucha historia.

–Decían que el formato físico es ya algo obsoleto. ¿Este cambio los obligó a replantear su dinámica de trabajo?

Alejandro Piccone: –Fue un poco lo que decía Enano antes. Estas canciones nos llevaron a buscar otra manera de trabajo, de ensayar y componer, estando todos juntos dentro de la sala, y de grabar. Es un proceso que solemos hacer por separado y esta vez fue todo junto.

S. T.: –Es más orgánico. Vamos a seguir sacando discos, obviamente. Igual soy de la idea de que hay que editar en mp3 y vinilo, pero por ahora no hay otra. Es una manera más de hacer las cosas: hacés un disco que llega a las bateas y se vende, pero de pronto podés decir: “Tenemos un par de temas, vamos a juntarlos y regalarlos”.

Sebastián Cebreiro: –Está bueno también romper un poco con la burocracia de lo que significa grabar un disco para un músico. Hacer la preproducción, ir a grabar, llamar al flaco del arte, esperar que se mezcle y se masterice... Estás todo el tiempo esperando algo cuando en realidad hoy en la red la escucha es mucho más rápida. Esa burocracia jode a todos. A nosotros primero, porque podés tener ganas de hacer algo nuevo, pero puede pasar un año entre que empezás a componer y tenés el disco en tus manos.

S. T.: –Nos pasó con el disco anterior, que es doble. Estás grabando y mientras más laburás, más te das cuenta de todo lo que falta.

S. C.: –Para estos tres temas ensayamos tres semanas y los grabamos en dos días. Y a la semana ya lo teníamos pronto para salir. No salió al instante por una historia de cómo ubicarlo en nuestra página, pero en dos meses ya lo teníamos terminado. Es mucho mejor para el músico no estirar tanto el proceso. Es más dinámico y te dan más ganas de hacer las cosas.

–¿Piensan que eso también replica en los hábitos de consumo de música?

S. C.: –Es que los adolescentes y los jóvenes se manejan así. Nosotros tenemos el fetiche de tener los discos, pero los pibes hoy en día no se mueren por tener el arte de tapa y cosas así. Les gusta escuchar música y la valoran y respetan, eso no se perdió.

S. T.: –Hicimos una apuesta entre nosotros, porque los temas los podés bajar en mp3 o en WAV de mayor calidad. Revisamos y es nada, serán un 10 por ciento los que se lo bajaron en alta. A todo el mundo le gusta el mp3 porque es más rápido, pesa menos y qué sé yo... El Mandril (Nicolás Lieutier, bajista) quedó herido al ver esos números, no lo puede creer (se ríe).

S. C.: –Claro, vos te matás para que el disco tenga un sonido, una coherencia y todo lo demás... pero después la gente lo escucha en un huevito así, o en la radio en el auto, o en dos parlantes malos de la computadora. Igual, por conocer esa realidad, no vas a decir: “Ya fue, lo grabamos así nomás”. Hacés lo mejor que puedas y que cada uno se lo baje como quiera.

–Su regreso al Luna Park es en una situación extraña. No es la presentación de Pasaje Salvo, pero su último disco de estudio tiene dos años.

A. P.: –Van un poco de la mano ambas cosas, porque para la renovación del show sirven las canciones nuevas. Esto también sería la grabación de nuestro segundo DVD, el primero realmente enfocado en el vivo. El anterior (Normalmente anormal, de 2009) fue otra cosa maratónica de un documental de una hora y media con cinco temas grabados en el estudio Sondor, y otra parte en vivo con tomas de un show en Ferro y otro en el Teatro de Verano de Montevideo.

S. C.: –Lo que queríamos en ese momento era contar una historia de lo que habíamos vivido y mostrar por qué nos habían pasado todas las cosas que nos habían sucedido.

–Que el show esté presentado con un título da la impresión de que no es sólo un recital sino que tiene un concepto detrás.

S. T.: –Claro, porque es una grabación en la que efectivamente somos uno para todos. No podemos hacerlo nosotros solos, ni tampoco puede la gente por su cuenta. Nos necesitamos todos para que salga adelante. Es algo puntual, porque no vamos a hacer una gira con esto. Es el Luna Park y está, entonces por eso elegimos hacerlo ahí. Es un lugar grande, pero a la vez tiene la intimidad de un lugar cerrado, y podés hacer cosas que al aire libre se pierden o quedan fuera de contexto. Podés bajar de verdad o reventar, y la energía queda ahí. Sólo una vez tocamos ahí y fue en 2006, que hicimos tres noches.

S. C.: –Hemos pasado por todos los lugares posibles para tocar, dentro de las características posibles para la gente que nos sigue. Hicimos shows en Vorterix, El Teatro de Flores, Obras, Ferro, GEBA, el Luna... Buscamos otra vuelta de tuerca, que era volver por donde ya habíamos pasado, pero para hacer otra cosa.

–¿Sienten que perdieron cierta noción de escala? Elogian la intimidad de un estadio para ocho mil personas.

S. T.: –Sí, pero es lo que nos ha tocado vivir. No lo tomaría como “tocaste en Ferro para 30 mil personas y ahora vas al Luna, retrocediste cinco casilleros”. No lo veo así, porque son diferentes instancias. Lógicamente sabemos que es un lugar al que es muy difícil llegar, y por eso estamos súper agradecidos de hacer tres.

S. C.: –Para la gente que manejamos, eso es íntimo.

S. T.: –No, íntimo es Alemania para cien personas (se ríe).

–Parte de los logros de sus dieciocho años de carrera están en que fueron el primer grupo uruguayo que logró instalarse codo a codo en los festivales junto a artistas locales. ¿Cómo les impactó esto?

S. T.: –Lo vivimos como algo bastante natural, porque fue como si fuéramos una banda de Rosario, que incluso queda más lejos que Montevideo.

A. P.: –Crecimos como cualquier banda de acá, e incluso hay mucha gente que al día de hoy cree que somos argentinos.

S. C.: –Hemos venido a repartir volantes para terminar tocando para cincuenta personas. Son todas cosas que les pasaron a las bandas de acá, y por eso tampoco sentimos que caímos en un globo mediático ni nada por el estilo. Por eso llegamos adonde estamos y la gente nos puso en ciertos lugares.

S. T.: –Aparte, ya era hora. Estábamos podridos de que ustedes nos conquisten todo el tiempo con su música. Ya está, ahora nos toca a nosotros. Tener una ciudad como Buenos Aires a dos horas y media, con una historia de rock genial, con un circuito interminable de lugares y de bandas, es una suerte para nosotros. Si uno pretende vivir o sobrevivir de una banda de rock con sus amigos, lo primero que tenés que hacer es tocar en Uruguay. Todo divino, pero terminás en Buenos Aires.

–¿Y cómo se pasa de cruzar el río a atravesar el Atlántico para ir de gira por Europa?

S. T.: –Eso fue lo más surrealista que nos ha pasado. Justo venimos de allá y festejamos los diez años de ir con nuestra decimocuarta gira.

S. C.: –Tocar acá es una vidriera, como para un jugador de fútbol. Nosotros sabemos que el rock argentino se mira en todas partes del mundo, y que hayamos tenido la posibilidad de ir a Europa es en parte por lo que hemos hecho acá.

S. T.: –De hecho salió de acá. Si no me equivoco, la mujer del capo de Universal de Alemania era argentina, y mandó a pedir el catálogo del sello, y ahí fuimos.

–¿Y cómo explican el haber llegado al público de países con los que no tienen un idioma en común?

S. T.: –Quizá parezca un cliché, pero ahí ves que la música habla por sí sola. Nunca nos imaginamos que íbamos a ir a Alemania, Suiza, Austria, Suecia, Holanda o República Checa, y menos diez años seguidos. Tocamos con Die Toten Hosen, con Marea en España, y compartimos festivales gigantes con The Cure, Pearl Jam y Nine Inch Nails.

S. C.: –Hasta tuvimos a Iggy Pop de vecino en el camarín de al lado. Se porta muy bien, y no sé si él te diría lo mismo de nosotros.

S. T.: –Es súper sano para una banda. Un día podés estar tocando para 15 mil personas, y al día siguiente estás por tu cuenta para 200. Eso es lo que nos falta: seguir yendo a lugares a los que nunca fuimos, y donde no tenemos la puta de idea de lo que puede llegar a pasar.

S. C.: –Mantener la historia viva ya de por sí es un premio grande. Hasta nos han hecho una página nuestros fans en Alemania.

S. T.: –Sí, pero no entiendo nada. Capaz que nos re putean y yo no me doy ni cuenta.

Sin lugares para el rock

Nacida en Montevideo en 1995, La Vela Puerca dio el primer paso para que fuera posible que el rock uruguayo cruzara el charco. “En Uruguay se marca que hay tres generaciones: la del ’60, con Los Shakers y Los Mockers; la movida posdictadura, con Los Estómagos, El Cuarteto de Nos y La Tabaré, y después venimos nosotros, junto a Peyote Asesino, No Te Va Gustar y Abuela Coca”, explica Teysera. Y agrega: “Hay una cosa que es real: La Vela y NTVG fuimos los primeros en vivir de lo que hacemos. Jaime Roos lo logró hace años, pero para una banda de rock es otra cosa, y es importante que la juventud vea que existe y es posible”.

–¿Cambió el panorama en Uruguay?

S. C.: –Ahora, cuando el gurí le dice al padre que quiere vivir de la guitarrita, ya no es el mismo prejuicio que hasta hace unos años. Hubo muchas más salas de ensayo, más boliches para tocar, y se abrió un espectro mucho más amplio, si bien no duró mucho ese pico de euforia. Incluso hubo festivales por todos lados y las marcas se arrimaban al rock como la nueva salvación. En un momento llegó a haber un espacio dedicado al rock en el noticiero, que ahora lo reemplazaron con espectáculos.

S. T.: –Hubo un resurgimiento. Se hacía el festival Pilsen Rock y terminabas teniendo cien mil personas en medio de Durazno. En un país de tres millones de habitantes, esa cantidad de gente es como si acá fuera un millón. Yo me enojé, porque en la última edición vendieron 40 mil tickets y lo trataron de fracaso. ¿Cómo van a decir eso para lo que es Uruguay? Están todos locos.

–En el último tiempo, el país se convirtió en una plaza para shows internacionales.

S. T.: –Eso está buenísimo, pero que les cobren los impuestos al igual que a nosotros (se ríe). Igual siguen faltando lugares. Nosotros no tenemos dónde tocar. Andá a hacer un Teatro de Verano en julio: no te van ni los pingüinos. Y eso influye en que el dvd se grabe en el Luna. Todo muy lindo, pero si realmente queremos que sea una plaza para movida internacional, hacen falta lugares. Exigimos un rockódromo con buenas condiciones.

S. C.: –Es una campaña que venimos llevando adelante hace años. Algún día nos escucharán. Si pasás por Palacio Peñarol, todavía está rebotando el sonido de cuando tocaron los Ramones en el ’94.

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