Es posible que se trate del secreto mejor guardado (hasta ahora) de la música popular argentina. Cantante –o actriz con la voz, o vaya a saberse– absolutamente inclasificable, pieza central del notable grupo Factor Burzaco (otro casi secreto, por lo menos hasta que el 19, 20 y 21 de diciembre actúe en el Centro de Experimentación del Teatro Colón), Carolina Restuccia acaba de publicar su primer disco solista, Catukuá, y lo presenta este viernes 11, a las 21, en No Avestruz (Humboldt 1857). El sello Cuneiform (donde graban, entre otros, Robert Wyatt y el Claudia Quintet) es el que vende, en el mundo, los discos de Factor Burzaco. Y se refiere a ella hablando de “su gran habilidad”, y de que “muestra una extensión vocal inusual y, sobre todo, un registro expresivo verdaderamente distintivo”. Canciones propias, que cruzan a Violeta Parra, con Zappa, Spinetta, Björk, los restos del posminimalismo, Los Beatles, las copleras del Noroeste o toques que evocan cierto jazz: nada allí es previsible. Con la participación de algunos de los músicos jóvenes más talentosos del momento –el guitarrista Pedro Chalkho, el percusionista Facundo Negri, también integrantes de Burzaco, Juan Restuccia en guitarra y bajo–, la cantante recorre un mapa en que los contornos se dibujan a sí mismos y se amplían y desplazan a medida que son trazados. En la infinita variedad de paisajes, podrán elegirse unos u otros (o todos). Pero lo cierto es que cosas como “Sureño”, “Pompa”, “Oración” o la mágicamente lírica “Melodías”, jamás se escucharon por aquí (y tal vez en ninguna otra parte). Ni las composiciones ni la manera de cantar de Restuccia, ni su manejo inmensamente expresivo de la dicción, de las repeticiones de sílabas o de las posibilidades tímbricas y dramáticas de la voz, ni los arreglos siempre sorprendentes, se parecen a nada preexistente. Conviene no perderla de vista.