MUSICA › ALEX OLLE, DE LA FURA DELS BAUS, Y SU PUESTA DE UN BALLO IN MASCHERA EN EL COLON
La ópera se verá en una versión que incluye manifestaciones de indignados. “Quisimos darle un tono más político”, explica Ollé, uno de los directores y fundadores del grupo de teatro catalán.
› Por Diego Fischerman
Una historia para contar la Historia. O, más bien, para transformarla. Un ballo in maschera, escrita por Giuseppe Verdi en 1857, narra el asesinato de un rey. Y en los territorios independentistas de lo que acabaría siendo Italia, ocupados en ese entonces por Austria, el sentido de una ópera con ese tema no podía ser una cuestión menor. “La historia es, indudablemente, una de las materias de esta obra, pero, desde ya, no la única”, dice a Página/12 Alex Ollé, uno de los fundadores y directores del grupo teatral La Fura dels Baus, que tiene a su cargo la puesta de esta obra que se verá a partir de mañana en el Teatro Colón. “Lo que resultaba interesante era ver qué se conectaba de esa historia original, la del asesinato de Gustavo III de Suecia en un baile de máscaras, con el momento actual y, en todo caso, con el ser humano en general, más allá de sus circunstancias”, comenta el director.
La obra, con un libreto de Antonio Somma basado en el que Eugène Scribe había escrito para otra ópera, Gustave III, de Daniel-François Auber (estrenada en 1833), iba a llevar como título, también, el nombre del rey. Sin embargo, la censura llevó no sólo a cambiar de planes en ese aspecto sino a convertir al monarca en Duque de Pomerania. Se trató de estrenar la ópera como Una vendetta in dominò, pero un intento de asesinato de Napoleón III hizo que el teatro San Carlo de Nápoles desistiera del estreno. Verdi rompió el contrato, el teatro lo demandó y él respondió con una contrademanda por daños. Finalmente, la ópera se presentó en Roma en 1859, pero para ese entonces ya se llamaba Un baile de máscaras y su protagonista era Riccardo, gobernador de la lejana Boston.
Ollé –quien ya realizó en el Colón las puestas de El gran macabro, de György Ligeti, y Oedipe, de Georges Enescu– reflexiona acerca de los libretos de ópera y de la necesidad de pensar creativamente en ellos para que las representaciones signifiquen algo para un espectador actual. “La mayoría de los libretos de ópera son malos. Por supuesto, el camino más fácil es tomarlos literalmente, no pensar absolutamente nada y no hacer nada con ellos. Pero, obviamente, no es interesante. Hay óperas mucho más abiertas, donde el libreto se presenta como un paisaje en el que uno puede verdaderamente crear, como El gran macabro, por ejemplo. Y hay otras donde todo se cierra un poco más. Pero ése es el desafío. En este caso está la historia de amor, que además fue inventada por el libretista y nada tiene que ver con la historia, pero que aporta una dimensión humana a los personajes. Y están las máscaras, claro. Quisimos darle un tono más político. Creamos dentro de la obra unos personajes que no estaban en la versión original, los indignados, que representan el colectivo que se quedaba fuera de la sociedad, los que protestaban contra la dictadura. También coloco a todos los personajes de la obra una máscara con la idea de transmitir una metáfora de la hipocresía.” Frente a la hipotética –o no tanto– crítica de quienes dicen que el puestista no debe crear sino ser apenas un médium, el director afirma que “siempre hay gente reacia a admitir que las óperas pueden hacerse de una manera distinta de cómo ellos las vieron en su adolescencia; pero los teatros no pueden quedarse con ellos solos, y con sus deseos. Hay también otro público, en realidad mucho más numeroso, al que le interesa que la ópera sea no sólo música sino también teatro. Y teatro de alta calidad, es decir de una calidad equiparable a la de lo que suena”.
Esta puesta de Un ballo in maschera subirá a escena, además de mañana a las 17, el martes 3, miércoles 4, jueves 5, viernes 6 y sábado 7, siempre a las 20.30. Coproducida con la Opera de Sydney, el Teatro Real de la Monnaie de Bruselas y la Opera de Oslo, aquí se presentará con dirección musical de Ira Levin. Con escenografía de Alfons Flores, vestuario de Lluc Castells, iluminación de Urs Schönebaum y videos de Emmanuel Carlier, contará con un reparto encabezado por Giuseppe Gipali y Marcelo Puente, que alternarán el papel del rey asesinado; Fabián Veloz y Douglas Hahn, que lo harán con el rol del Conde Ankarstrom; Virginia Tola e Iano Tamar como Amelia; Sussana Andersson y Marisú Pavón como Oscar; Elizabetta Fiorillo y Alejandra Malvino en el papel de Ulrica; y en el del Conde Horn, Lucas Debevec Mayer y Emiliano Bulacios.
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