MUSICA › PRESENTA “CARNABAILITO XL” EN LA TRASTIENDA CLUB
Gaby Kerpel, entre el teatro y la senda
del tecnofolklore
Su labor con De la Guarda y Fuerzabruta le restó tiempo a su proyecto, pero Kerpel vuelve a la carga con un show ampliado.
› Por Roque Casciero
Gaby Kerpel tardó cinco años en hacer su disco Carnabailito y ya pasaron otros cinco desde que lo publicó, pero para el músico es absolutamente lógico que todavía esté presentando esas canciones de tecnofolklore. “Como toco muy poco, casi nadie vio las presentaciones en vivo”, explica. “No compongo tantos temas como para hacer discos más seguido y me gusta hacer las cosas con dedicación, pero además me interesa involucrarme en otros proyectos.” En ese sentido, Kerpel ha estado más que ocupado: la música de De la Guarda y Fuerzabruta llevan su firma, y fue quien se encargó de ambientar la espera durante los recientes conciertos de Bersuit Vergarabat en el Luna Park. “La realidad me lleva por diferentes caminos. Al tener otro proyecto fuerte como Fuerzabruta, no sentí la ansiedad de hacer algo propio. Pero, de a poco, lo mío toma un lugar importante y dejo que eso suceda”, asegura Kerpel. Esta noche y la del próximo jueves, el músico presentará en La Trastienda Club Carnabailito XL, la nueva versión de su espectáculo, que amplía las opciones del Solo Set del año pasado: ahora lo acompañan los músicos Alejandro Franov y Ezequiel Borra, además de la cantante y bailarina Mariana Yegros, y tiene canciones nuevas.
–¿Le molesta no haber podido dedicar más tiempo a difundir Carnabailito?
–No, aunque me molestó haber estado un año sin que pasara nada. Pero no tengo apuro, porque me parece que el disco suena actual y el show me parece novedoso por la manera en que uso las imágenes de video. Eso me nutre cada vez que lo utilizo y sé que todavía tengo mucho para explorar, así que me siento “actualizado” todo el tiempo. Fuerzabruta apareció en un momento en el que mi propio proyecto ya estaba más avanzado, así que lo encaré sabiendo hasta dónde puedo involucrarme.
–¿Cuál es la diferencia entre desarrollar música para teatro y trabajar en sus propias canciones?
–Tengo mucha más libertad cuando hago un proyecto mío. Pero, además, hay algo fundamental: un tema de Fuerzabruta o de De la Guarda, sin la imagen, en general suena vacío. Y es porque la música tiene que dejarle lugar a la imagen, por eso siempre es complicado hacer las versiones para sacar un disco. La música de Fuerzabruta es algo que seguramente no habría hecho si hubiera sido un proyecto personal y, sin embargo, tiene una impronta mía. Eso es lo bueno de trabajar con un artista como Diqui James, que te pide algo interesante, porque hace que uno rebusque en su interior para satisfacer la necesidad del show adaptándola al estilo y al deseo musical propios.
–Cuando usted grabó el disco, el instrumento estrella era el sampler. ¿Lo abandonó y se pasó a la computadora?
–Es que la computadora ya reemplazó al sampler, al sintetizador y al sequencer. Y además ofrece otras posibilidades. Pero eso puede ser un poco lamentable: al sampler ya le había encontrado una cierta identidad y, al tener más posibilidades, a veces juega en contra creativamente. Las limitaciones siempre son buenas.
–Los alemanes Kraftwerk, pioneros de la música electrónica, tardaron diez años para trasladar su estudio a cuatro computadoras portátiles.
–Ellos dicen que recién ahora pueden hacer lo que querían, pero no es mi caso: cuando empecé, encontraba diferentes maneras de exprimir lo que tenía, justamente por no tener mucho acceso a la tecnología. También es verdad que uno crece como artista y necesita otras cosas. Si me hubiera quedado sólo con el sampler, sería aburridísimo.
–¿De dónde viene su relación con el folklore?
–Por una idea de investigar en eso. Sentí que era un ingrediente muy atractivo y, a la vez, me pareció interesante porque soy argentino, claro. Tiene un lugar en mi cultura. Pero es una decisión artística: el día que no me interese más, lo dejo. No soy folklorista ni nada de eso, y mi acercamiento a esa música tiene algo de artificial.
–¿Por qué?
–Porque el sampler es un artificio en sí mismo. Lo electrónico es algo virtual, de hecho. Y además, culturalmente lo tengo al folklore, pero tampoco es que lo llevo en la sangre ni lo tomo rigurosamente, porque mezclo los estilos. Entonces, aunque está hecho con respeto, es artificial porque es una simulación de algo. Además, yo grabo un instrumento y después agarro pedacitos de eso y los pego hasta transformarlo en una ejecución. Eso también es falso.
–La mayoría de los músicos electrónicos se ofenderían ante semejante afirmación.
–No es despectivo que sea falso. Lo falso es que uno escucha una batería en un tema, pero eso está armado con partes de un ritmo que grabé de un baterista. Y está rescatada la energía del baterista, pero también está deformada su ejecución. Para mí, la virtud del disco está en que las cosas suenen naturales cuando en realidad son artificiales. De todas maneras, la música electrónica muchas veces pasa por generar algo con un sintetizador y eso no tiene nada de falso: es así, no puede ser de otro modo.