Vie 28.02.2014
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MUSICA › CICLO DE TANGO EN EL ND/ATENEO DURANTE LOS VIERNES DE MARZO

“El 2x4 te entra si tenés una sensibilidad particular”

Adriana Varela, Daniel Melingo, Omar Mollo y Tanghetto serán los artistas que se presentarán en el teatro de Paraguay 918. Allí ofrecerán sus trabajos más recientes y algunos contarán con invitados del palo rockero, que es de donde ellos vienen, al fin y al cabo.

Adriana Varela, Daniel Melingo, los Tanghetto y Omar Mollo juegan de locales en el ND/Ateneo: todos ellos actuaron allí varias veces.
Imagen: Sandra Cartasso.

En el mundo del arte existen modas, costumbres pasatistas que perduran sólo un tiempo, pero nunca hay espacio para anacronismos o arcaísmos estéticos. “Todo vuelve”, suele decirse. Y sí, todo vuelve, pero de otra forma, resignificado, con otro valor y sentido. El tango es uno de esos géneros que siempre está volviendo. Aunque en verdad nunca se haya ido. Eso sí: habrá que alertar al tanguero viejo desprevenido, porque corren nuevos tiempos, y el teatro ND/Ateneo (Paraguay 918) será el lugar donde ratificarlo cuando celebre su ciclo de tango que tendrá lugar todos los viernes de marzo, a las 21, con las presentaciones de Daniel Melingo (el 7), el grupo de tango electrónico Tanghetto (14/3), Adriana Varela (21/3) y Omar Mollo (28/3). Con vastas y disímiles trayectorias, los músicos, que celebran su presente profesional, coinciden en este ciclo atípico, alternativo y ecléctico para ratificar su aporte al género.

Ex integrante de Los Abuelos de la Nada y cofundador de Los Twist, Melingo incursionó en el tango y lleva varios álbumes editados, entre ellos Santa milonga (2004), Maldito tango (2007) y el más reciente, Corazón y hueso (2011). El ahora intérprete y compositor tanguero asegura que no abandonó nunca sus mañas de ro-ckero, y la confesión se confirma en su estilo único que exhibe en distintas partes del Globo, de manera casi cronometrada. Max Masri y Diego Velázquez, por su parte, desafiaron las leyes del género porteño cuando dieron forma a Tanghetto, exponente del tango electrónico que lleva doce años en las bateas y escenarios de América y Europa. Junto con los demás músicos que los acompañan, la dupla lleva su propuesta a los principales escenarios del mundo.

La única mujer del ciclo tiene las suelas gastadas de tanto pisar los escenarios locales. Varela empezó su carrera a fines de los ’80, descubierta por el Polaco Goyeneche, su mentor. Su porte arrabalero y su estilo decidor hacen de su voz un sello, y su nombre ya es casi un género, que bien le valió la composición de un tango (“La Gata Varela”, de Cacho Castaña). El ciclo se completa con Mollo, ex líder de MAM (banda rockera de los ’70), quien no reniega de su pasado musical, pero asegura sin pudor que ahora disfruta más su carrera. Guardada su guitarra desde que editó su primer álbum, Tango, en 2003, Mollo salió a girar por Europa para llevar la música de Buenos Aires. Barrio Sur, su cuarto y último disco, combina clásicos como “Cuando me entres a fallar” o “Afiches” con temas contemporáneos de Luis Alberto Spinetta y Andrés Ciro Martínez, entre otras perlas.

Con carreras consagradas en el país, pero sobre todo con gran éxito en el exterior, los protagonistas del ciclo comparten algunas anécdotas de sus giras internacionales. El tango es furor fuera de la Argentina y así lo hace saber Varela, que recuerda, en ocasión de una de sus presentaciones, la euforia del público colombiano y la reacción de una señora que al ver el descontrol generado se preguntaba: “¿Quiénes vienen? ¿Los Rolling Stones?”. A su turno, Mollo también rescata de sus andanzas una exquisita experiencia. “Cuando canté en Finlandia, una señora se acercó y le preguntó en inglés a mi mujer si yo sabía el tango ‘Uno’, porque fue un tema muy famoso en el festival finlandés que se celebra hace cuarenta años. Yo empecé a cantarle ‘Uno busca lleno de esperanzas...’, y ella comenzó a cantarlo en finlandés, así que terminamos cantando hasta que se hizo de día”, cuenta divertido. Más tarde, Melingo confirmará la pasión que despierta la música porteña en los europeos: “Para ellos, ir a escuchar tango es como ir a misa”.

–¿Qué los motivó a participar de este ciclo?

Max Masri: –Nos pareció de entrada una idea genial, porque somos todos artistas que nos tenemos un aprecio personal y artístico. Con todos ellos, de alguna u otra forma, hemos compartido algo, un show o una grabación. Así que dijimos: “Esto hay que hacerlo”. Además está bueno hacer un resumen de las cosas que pasaron en los últimos años en el tango.

Adriana Varela: –Para mí es un honor estar en el ND/Ateneo. Soy madrina del teatro, así que le tengo un afecto muy grande. Por otro lado, grabé con Tanghetto, soy muy amiga de Omar, he cantado varias veces con él y admiro profundamente a Daniel Melingo. Pero además de las cosas afectivas y sentimentales, me parece fundamentalmente un ciclo genuino.

Daniel Melingo: –Yo fui invitado a participar de este ciclo con mis colegas y amigos, también con profunda admiración por el trabajo de todos ellos, y estoy muy contento de estar acá para poder mostrar nuevamente mi repertorio. El teatro tiene poco más de diez años y todos estuvimos desde el comienzo tocando acá, así que podemos decir que es nuestro teatro preferido.

Omar Mollo: –Esta es como nuestra casa. Me siento artista de este teatro y me parece muy bien que estas cosas ocurran. Vamos a ver cuáles son las respuestas. La intención es buenísima y no estamos esperando tanto a ver qué sale, sino más bien qué hacemos.

–¿Cómo van a ser sus presentaciones?

M. M.: –Nosotros presentaremos nuestro último disco de estudio, Incidental Tango, con el que hicimos una gira muy larga por el mundo, y también vamos a celebrar los diez años de nuestro primer disco, Emigrante, que lo presentamos acá también. Además, el show va a coincidir con nuestra décima presentación en el ND/Ateneo, así que para Tanghetto va a ser una fecha importante.

O. M.: –Voy a presentar también mi último disco, Barrio Sur, que tuve la felicidad de hacer con Diego Ramos en piano, y es un trabajo con el que estuvimos recorriendo distintas épocas, desde los años ’20 hasta la actualidad.

D. M.: –En mi caso, voy a hacer un repaso por todo el repertorio que vengo escribiendo hace quince años. Voy a tocar el último disco de estudio, que es Corazón y Hueso, y voy a agregar algunas seis o siete canciones de otro álbum que acabo de terminar. Va a ser un repertorio variado, de más o menos dos horas. En esta oportunidad voy a estar acompañado por todos mis colaboradores, la banda clásica que me acompaña desde siempre y algunos músicos que se acoplaron en los últimos años. Luego, voy a tener de invitados a Jaime Torres, al maestro Skay Beilinson y a Douglas Felis, quien viene participando conmigo en las grabaciones. Estoy con ganas de mostrar la nueva sonoridad que estoy buscando.

–¿Cuáles son los proyectos que les depara 2014?

A. V.: –Acabo de grabar un disco en vivo en Punta del Este, en un lugar soñado para cualquier músico, que se llama Medio y Medio. Es un sitio donde se hace el festival de jazz y tocan jazzeros grossísimos. Grabé durante tres días en enero, junto con el pianista Marcelo Macri, y es un disco que me encantó, porque hacía rato que quería hacer una grabación en vivo sólo con piano y voz. Lo escuché y salió muy bien. El disco, que todavía no está terminado, es una coproducción de Medio y Medio y el ND/Ateneo, así que se va a presentar acá. Me gustó estar en esa movidita más pequeña, porque vengo muy al palo con los escenarios y esto es más relajado. Acá voy a hacer con mi trío muchas de las cosas que grabé, porque tengo que curtirlas, y porque se trata de una recorrida por mis primeros discos. También va a haber un poco de todo: música de Jaime Roos, Sabina, Fito Páez... ¡y lo que pida la gente!

–Está bien, hay que ser un poco demagogo...

A. V.: –Sí, me encanta la demagogia, va con mi personalidad. Soy populista.

M. M.: –Con este show vamos a cerrar la gira de Incidental Tango, que nos llevó cuarenta fechas, así que a partir de entonces vamos a terminar de grabar nuestro próximo disco, que tentativamente llamamos Viveza criolla. A algún tema de ese disco vamos a tocarlo en esta presentación, también.

Diego Velázquez: –Y luego, en abril o mayo, a tomar el avión de nuevo, porque tenemos una rutina en América latina y Europa.

O. M.: –Lo mismo. El 28 termino acá y de nuevo a viajar.

A. V.: –Los putos viajes. Odio viajar. Me encanta el avión, pero lo que no me gusta son los aeropuertos, las maletas... No es natural para un ser humano estar arriba de un avión todo el tiempo.

O. M.: –A mí no me pasa nada con los viajes y los cambios de horario porque soy tan animal que nunca sé ni en qué día vivo ni lo que tengo que hacer. Por eso no tengo problema.

D. M.: –Yo termino con este concierto la gira de Corazón yHueso, con el que estuve en más de 60 ciudades, el 20 de marzo arranco con el disco nuevo, Linyera Melingo, y luego me voy con la banda de gira a Europa. Estaremos en Lisboa, Alemania, París, Londres y Estambul.

–A propósito, al viajar mucho, ustedes actúan para públicos diversos. ¿Qué diferencias observan entre el público argentino y el extranjero?

A. V.: –Siento que es el mismo código, porque el público va a verme a mí. No siento diferencias en el escenario. Tanto en España como en Londres, París o Sudamérica, está el público que me sigue. Se produce lo mismo, tal vez con un poco más de ansia en el exterior porque te ven menos y te esperan como si fueras Mick Jagger. Es fuerte.

D. V.: –Nosotros tocamos ante dos tipos de público: están quienes nos van a ver a un teatro y quienes nos van a ver para bailar, en una milonga. En Brasil o México no conocen mucho de tango y no-sotros somos un poco como su introducción; pero en Colombia, por ejemplo en Medellín, el tango arrasa. Ahí hay algo masivo, el público es similar al del rock.

A. V.: –Es cierto. Te cantan “Las cuarenta” haciendo pogo (entre risas, la cantante canta como si fuera heavy metal). Hay una mística.

O. M.: –Yo camino mucho más los escenarios de Europa y veo que el público tiene mucho respeto por la música. Espera la última nota y recién después aplaude. Me ha pasado alguna vez, en un teatro, que uno me gritara: “¡Cantá ‘Malena’, Omar!”, y era un argentino. Después hay un respeto total. Para ellos está primero la música clásica y luego viene el tango. Se interesan mucho también por el significado de nuestro lunfardo.

D. M.: –Como dice Omar, el tango, a pesar de la brecha del idioma, es muy respetado en Europa. Mi teoría es que el tango es –por su instrumentación– como la música de cámara europea. El tango es la devolución de su música clásica, pasada por las cloacas de acá (risas); tiene el formato de música de cámara, pero con el valor agregado nuestro.

A. V.: –A mí me pasa que cuando actúo afuera me siento más libre, porque acá está en uno el gran superyó tanguero. Uno tiene su alter ego tanguero que te dice: “Terminá bien”, “No estás cantando bien”. De todas formas, yo me hice acá, y si no me hubiesen reconocido acá, no habría tenido el bagaje emotivo para cantar afuera.

–¿El público tanguero es receptivo a los estilos alternativos que se apartan del tango tradicional o existe ese “tanguero viejo” que puede tener prejuicios?

M. M.: –Con respecto al subgénero del tango electrónico, estaba el prejuicio de que era una moda, pero Tanghetto para noso-tros es mucho más que eso. Las modas no duran nada y nosotros ya tenemos doce años. El arte, si no es libre, no es arte.

O. M.: –Existen esos “viejos”, es cierto, pero cada vez hay más jóvenes que tienen el poder de decir: “Vos tenés tu verdad y yo tengo la mía”. Por otro lado están los grandes maestros, que son los más humildes.

A. V.: –Esos son los más generosos, los que pasan la posta. Si no hay fractura propia, no entra el tango, y eso no tiene que ver con la edad. Para eso hay que tener una sensibilidad particular.

Informe: Candela Gomes Diez.

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