MUSICA › LA COMPAÑIA OBLICUA CELEBRA SUS DIEZ AÑOS CON UN CICLO EN LA USINA
El grupo de cámara dirigido por Marcelo Delgado se dedica a la música argentina actual, al punto de haber tocado setenta obras nuevas durante su década de trayectoria. El concierto de mañana será el primero de una serie de cuatro en la sala de La Boca.
› Por Diego Fischerman
Diez años podría ser la mitad de nada, según el tango. O muchísimo, si se trata de la historia de un grupo de cámara dedicado, de manera preeminente, a la música argentina actual. El nombre, Compañía Oblicua, ya dice algo acerca de su particular naturaleza hacia un eclecticismo estético más que saludable. Y un recorrido por los compositores y las obras que formarán parte del concierto que el grupo dará mañana a las 18 en La Usina, comenzando un ciclo con el que festeja su cumpleaños, permite verificar la vigencia de la apuesta.
Un clásico del siglo XX, George Crumb, de quien tocarán An Idyll for the Misbegotten, para flauta y tres percusionistas, una obra de su director, Marcelo Delgado (Colores congelados, para septeto), y composiciones de autores jóvenes: Pärte de Arvo, para piano, de Alex Elgier; Cinque ricercari, para sexteto, de Marco Bonechi, y Suite Pewenche, para voz femenina y ensamble, del chileno Eduardo Cáceres, dibujan los contornos de un mapa inusual para la escena local. “Una de las ideas que guiaron la creación de este grupo –dice Delgado a Página/12– fue la posibilidad de establecer un trabajo continuo, profundo. No queríamos armar grupos para cada concierto, sino tener un conjunto estable de personas, las que pudieran estar, que se reuniera todas las semanas, trabajara un repertorio y, también, obras especialmente encargadas. Esa fue la segunda idea rectora: que nuestro repertorio fuera principalmente argentino, diverso en cuanto a sus estéticas, y actual. Entre nuestros conciertos y el hecho de haber sido durante tres años el grupo residente de la Beca Melos Gandini, en una década hemos tocado más de setenta obras nuevas de autores argentinos.”
El ciclo en el bellísimo auditorio de cámara de La Usina (Caffarena y Pedro de Mendoza, en La Boca) constará de cuatro conciertos distribuidos en ocho meses. El segundo encuentro, el 14 de junio, estará dedicado a Das Atmende Klarsein, para flauta baja amplificada, doce voces y electrónica, la obra que funcionó para Luigi Nono como ensayo para su Prometeo. El 30 de agosto, a partir –o alrededor– de La historia de un soldado, de Igor Stravinsky pero, también, del pacto fáustico según Thomas Mann –y de la figura fantasma de Arnold Schönberg– y de la Guerra del ’14 (“de la que se cumplen cien años y que estuvo en el origen de esta obra”, dice Delgado), la Compañía Oblicua presentará De soldados, guerras y demás, que incluirá diseño de video de Valentín Pelisch. El domingo 19 de octubre será el último concierto de la serie y allí, además de la notable Hout, del holandés Louis Andriessen, escrita para saxo, guitarra eléctrica y marimba, se estrenarán tres obras especialmente encargadas a Patricia Martínez, Diego Taranto y Marcos Franciosi.
Entre los antecedentes del grupo está el recordado ciclo “La música argentina, doscientos años después”, que se desarrolló en 2010 en el auditorio de Radio Nacional, con un repertorio que incluyó obras de veinticinco compositores, y, en 2011, el estreno de “Otro mosaico en la pared”, obra colectiva escrita en colaboración por veintisiete autores, además de la grabación del disco Latitud Sur (BAU Records) y de la participación en el álbum Kammermusik, del guitarrista Luis Orias Diz, llevando a cabo la primera grabación mundial de las Folk Songs, de Luciano Berio, en su versión con guitarra, y de la obra “Que colma tu aire y vuela”, de Marcos Franciosi. Delgado, además de su actividad como compositor y docente, es el curador de la actividad musical de la Fundación OSDE, que comienza hoy a las 19.30 con la presentación de Organdí, una obra de Agustina Crespo sobre textos de Marosa Di Giorgio, para actrices (Azucena Lavín, quien es además la directora del espectáculo, y Moyra Agrelo), canto (la propia compositora y Johana Pisani), violoncello (Anahí Parrilla Belfer). La puesta incluye diseño de video de Daniela Grandinetti y, con una segunda función mañana a las 17.30, se presentará en el Espacio de Arte de la fundación (Suipacha 658).
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