MUSICA › RECITAL DE FITO PáEZ EN EL ESTADIO LUNA PARK
El artista rosarino ofreció un show emotivo y contundente, en el que separó su cancionero más reciente de sus clásicos.
› Por Yumber Vera Rojas
A poco más de un año de la presentación de El sacrificio en el Luna Park, Fito Páez regresó en la noche del sábado al templo del boxeo argentino para develar en vivo Yo te amo, el último de los trabajos de la trilogía que despachó en 2013, y que completa el digital Dreaming Rosario (tan sólo se puede conseguir en la tienda de contenidos multimedia iTunes). A lo largo de dos horas y media, el artista rosarino ofreció un show emotivo y expeditivo en el que dividió las aguas al separar su cancionero más reciente, lanzado en noviembre pasado, de sus clásicos. “Vamos a tocar el disco entero, como se hacía antes”, advirtió el cantautor tras inaugurar su espectáculo con el tema que le da título a su última producción de estudio, al que le secundó “Margarita”, dedicado a su hija. Y respetó lo dicho a rajatabla, a contramano de la usanza actual de los recitales concebidos para los estrenos discográficos en el pop y rock local (en los que pasado y presente se fusionan en una misma línea de tiempo), el orden del repertorio de su vigesimoprimer álbum, influido notablemente por sus vínculos afectivos.
Así que mientras le dedicó “Perdón” a la periodista Julia Mengolini, su última pareja, a la que calificó como “musa”, también desenfundó elogios para la madre de Margarita, la actriz Romina Ricci, quien se encargó de la dirección del conmovedor video de “La canción del soldado y Rosita Pazos” (y vaya que lo merece, debido a que logró sacarle a Páez su mejor perfil actoral). No había pasado media hora, y ya el astro rosarino, quien se desplazaba por el escenario cual Pantera Rosa (para el tramo inicial del recital eligió usar un traje con el color que identifica a “Yo te amo”), se había metido al público en el bolsillo. Y es que ante la juventud de sus nuevas canciones, el exponente de 51 años optó por involucrar a un Luna Park atiborrado en la intimidad de su universo, lo que automáticamente entraba en conexión con la trastienda de las historias que inspiraron a la oncena de temas que constituyen su flamante álbum, de la que destaca “La velocidad del tiempo”, ofrendada a Cerati, y con la que cerró la primera parte del show.
Al volver de los camarines, ataviado al mejor estilo glam de Elton John, pero en la era 2.0., Páez entregó su arsenal de éxitos con “Al lado del camino”, secundado por “Naturaleza sangre” y su himno “11 y 6”. “Ya saben cómo es”, le indicaba a la audiencia al momento de palmear el pasaje final de uno de los temas que hace 29 años proyectaba al también director de cine y escritor a algo más que promesa del rock argentino. Hoy no sólo es más que una realidad conocida por toda América latina sino que, frente a la partida de Luis Alberto Spinetta, la inestabilidad musical y de salud de Charly García, y la situación del ex líder de Soda Stereo, Fito se convirtió en el último de los mohicanos de la época de oro de los cantautores nacionales, junto con Andrés Calamaro. Justamente un ex colega de El Salmón, Ariel Rot, fue el único invitado de la jornada. El otrora Los Rodríguez y Tequila, amén de ex cuñado de Fito, prestó un poco de su voz y su guitarra para una versión aún más arrabalera de “Giros”.
Si bien la presencia de Rot le podría haber venido estupendamente a “La rueda mágica”, Fito se la jugó y puso nuevamente sus fichas en el cuarteto que lo acompaña en esta época, en el que se destaca su paisano Diego Olivero, en la guitarra, al punto de que en pocas ocasiones, como en “Ciudad de pobres corazones”, tocó la viola. No obstante, antes, en “Tumbas de la gloria”, “Brillante sobre el mic” y “Circo Beat”, este hijo pródigo de Rosario demostró que su don de frontman y su habilidad performática siguen intactos. “¿Quién es la chica más loca de la ciudad?”, encuestó a continuación al público, para luego darle pie al bukowskiano “Polaroid de locura ordinaria”. Después de dejar enardecido a un Luna Park que todavía giraba lo que tenía a mano al acabar “A rodar mi vida”, el también padre de Martín retornó, al clamor nac & pop de “Dale alegría a mi corazón”, para arremeter con una terrible terna de hits: “El diablo de tu corazón”, “Dar es dar” y “Mariposa tecknicolor”. Por lo que no hubo mejor cierre para la noche colorida de un ídolo que no especula con su pasado.
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