MUSICA › ENTRE PALOMAS, PINCELES Y TOROS HOMENAJEA A PABLO PICASSO
› Por María Luz Carmona
El universo artístico del creador del cubismo y de pinturas como Las señoritas de Avignon y Retrato de Dora Maar llega al teatro con Entre palomas, pinceles y toros, una obra que homenajea a Pablo Picasso a través de un viaje onírico, lúdico y teatral. Con dramaturgia de Mariana Mazover y Roxana Pruzan, y dirección de Enrique Federman, la puesta logra recrear los momentos más destacados de su vida artística, desde el Período Azul, hasta el Guernica. Con un lenguaje entretenido y divertido que incluye a los grandes y también a los más chicos, la pieza cuenta la historia de una periodista que ingresa al atelier del artista para entrevistarlo y conocer los momentos más notables de su trayectoria. “El desafío era tomar algunos iconos que nos permitieran que los espectadores reconozcan esos momentos, que funcione como un disparador para que ellos repongan ese material y, para que los interesados en el tema sigan investigando y disfrutando de este gran artista”, explica a Página/12 el director Enrique Federman.
Muchos pinceles en uso, un atril, óleos de colores, lienzos, dibujos y algunos cuadros históricos son los elementos que aparecen en escena y que reconstruyen el espacio creativo del artista español. Allí transcurre este encuentro entre una periodista y un Picasso joven y en pleno crecimiento, interpretados por el actor Mariano Falcón y la actriz Gabriela Irueta. Las pinturas no se ven al inicio de la obra sino que van apareciendo. Entonces se recrea una galería de arte en el escenario. Algunos de los momentos más interesantes son “los comienzos de su formación en la Escuela del Arte, cuando toma conciencia de que no quiere pintar la realidad tal cual es, sino tal cual la veía él, un momento en donde pintaba los muebles, el comienzo del movimiento cubista y la creación del Guernica, uno de sus cuadros más conocidos”, cuenta Federman. Además de artes plásticas, en la puesta tiene un lugar significativo la música (a cargo de Mariano Cossa), que acompaña cada situación. Hay una reconstrucción del flamenco. En algunas escenas aparece el sonido de las palmas, el taconeo, los cantos guturales y las guitarras típicas de este género.
“Estoy sorprendido: sabíamos que a los chicos les iba a interesar, pero vinieron chicos muy chiquitos que quizá no están preparados para esto y sin embargo se hace un gran silencio y prestan mucha atención. En un momento los actores invitan a los chicos a que se acerquen al escenario. Y ahí se van conectando con los cuadros y las imágenes. Y sucede algo muy lindo”, resalta el director. “Es como si entraran al atelier de un artista. Y además la participación de los chicos sucede espontáneamente. A veces la obra ya terminó, pero el espectáculo no”, agrega. El actor y director considera que “no hay ninguna diferencia entre el teatro para chicos y para adultos”. “Se hace con el mismo compromiso y responsabilidad. Nosotros decimos que esta obra es para toda la familia, o sea que incluye a todos”, concluye.
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