MUSICA › PRIMERA JUNTADA TINISTA, O EL FUROR QUE CAUSA VIOLETTA
La multitud de padres y fundamentalmente hijas copó una inmensa zona de Palermo. Las niñas, mayoría de sub-10, cantaron todos los hits de la cantante de la factoría Disney, en una jornada que también incluyó consignas sobre la “concientización ambiental”.
› Por María Zentner
Un hombre de alrededor de cuarenta años camina por Avenida del Libertador. La remera negra de Almafuerte y la campera de cuero desentonan con el ambiente: es la una del mediodía y la zona aledaña al Monumento de los Españoles ya está copada por los miles que se acercaron a participar de la Primera Juntada Tinista, una jornada musical y de “concientización acerca del medio ambiente” que tiene como principal protagonista a Martina Stoessel, la Violetta de Disney Channel. La foto se completa (y termina de cobrar sentido) con una nenita de no más de seis años, vestida íntegramente de morado: vincha, calzas, pollera de volados, top de lentejuelas, bandera, pulsera, todo todo todo violeta que, aferrada firmemente a la mano del padre, tira y se apura: “¡Dale, pa, que se nos hace re tarde!”, rezonga la niña, en una mezcla de poca conciencia del horario y expresión de deseo de que el show empiece ya.
Y es esa la postal que se repetirá innumerables veces durante el día: padres arrastrados por sus pequeñas hijas: esos objetos del afecto a quienes es imposible decirles que no. Aunque no negarse signifique pasar el día al rayo del sol, esperando por un espectáculo que difícilmente disfruten. Hasta que vean las caritas de todas esas nenas sub-diez cantando con emoción todos esos hits de factoría Disney y, por un momento, todo cobre sentido. Porque mucho se dijo acerca de la “misa ricotera” y todo lo que un fan está dispuesto a pasar –¿a sufrir?– con tal de formar parte del fenómeno. En este caso, lo que se manifiesta es lo que un padre está dispuesto a experimentar por regalarle a su hija una hora de felicidad.
Así, desde bien temprano, familias enteras invadieron el predio. El escenario, montado de espaldas al monumento, se replicaba en las diez pantallas apostadas a un lado y otro de Avenida del Libertador hasta casi llegar a Avenida Bullrich. Con más o menos nivel de organización, padres, tíos, abuelos y amigos copados se habían acercado hasta ahí: sanguchitos de milanesa, fiambre, sillas plegables, toda la liturgia del día de campo en los bosques de Palermo, en esta oportunidad, a la espera de la salida de la ídola de las niñas. Los organizadores calculan con entusiasmo que fueron más de 250 mil personas las que participaron.
A partir de las dos, la asistencia se fue volviendo más espesa, el tránsito entre la gente más complicado. Entre las dos y las cuatro –hora en la que finalmente comenzaron las actividades con el DJ set de Francisco, hermano de Martina– los comentarios más escuchados pasaron de “comprame” a “¿cuánto falta?”, para desembocar en un “¡no veo nada!” algo fastidiado. “Yo no entiendo: dice que ama a sus fans pero no sale nunca”, reflexionaba uno de los pocos varoncitos del público. Faltaba poquito para que toda la impaciencia e incomodidad reinante se esfumara en el preciso instante en que la blonda adolescente se hiciera cargo del escenario y el paroxismo infantil llegara a su cenit.
Aparte del recital, la juntada –auspiciada por el Gobierno de la Ciudad– tenía como fin concientizar acerca del medio ambiente. Aunque algunos malpensados ya hacen apuestas acerca de cuánto falta para que la joven artista empiece a chupar martillos o a vomitar escenarios, Stoessel –elegida por la revista Forbes como una de las 35 personalidades sub-35 más influyentes del mundo–, mantiene un férreo compromiso con la campaña pro cuidado del planeta. Así fue que durante todo el día se llevaron a cabo acciones, entre ellas la confección de “la bandera ecológica más grande del mundo”: 300 metros de tela en donde se les pedía a los chicos que dejaran su mensaje para cuidar la Tierra. Allí, entre los “Te amo, Tini”, “Reciclemos por un mundo mejor” y “Cuidemos el agua”, algún pichón de pragmático dejó plasmado en letras bien grandes: “¡Amiguémonos con las normas!”.
Finalmente, a las cuatro de la tarde, una Verónica Varano algo sobreexitada dio comienzo al show. El DJ set arrancó con un mash up de “Oh L’Amour” y “Get Lucky” que le hizo mover la patita a más de un padre agradecido. Para el final del set, la primera vez que sonó “En mi mundo” (en este caso, remixada) despertó de repente a todo el público infantil que repetía las estrofas con esas vocecitas finitas y afinadas de las nenas cuando se saben bien bien las letras de los temas.
El recital de “Tini” duró poco más de una hora en que, además de repasar sus canciones, dio lugar a las “sorpresas” que tenía preparadas para la ocasión: miembros del elenco de Violetta subieron a cantar con ella, hubo varios videos conmemorativos, se presentó el trailer del documental de la gira mundial que acaba de terminar, compartió el escenario con Axel, mostró una grabación de hace años, cuando no era famosa y su padre, el ex productor de Ideas del Sur, Alejandro Stoessel, le pidió que grabara unos temas para presentarlos como piloto para un programa, y hasta se animó con una versión de “Imagine”, de John Lennon, lágrimas (¿guionadas?) incluidas.
La segunda vez que sonó “En mi mundo”, al final del show, explotó la marea morada de Palermo. Una nena a cococho del padre miró a la mamá desde la altura y le gritó “mami, soy feliz”. Porque el de “Jijijí” será el más grande, pero el de Violetta fue el poguito más tierno del mundo.
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