MUSICA › LA BERSUIT Y SUS CANCIONES EN TIEMPOS DE EL BAILE INTERIOR
La presentación será en septiembre en el Luna Park, pero la banda viene gozando un recorrido intenso por el país. Aquí hablan de lo que significan sus nuevos tiempos, y por qué pueden tocar en shows organizados por el gobierno nacional y por el de la Ciudad.
› Por Juan Ignacio Provéndola
“No estamos quemados. ¡Directamente ya estamos cremados!”, asegura el bajista Pepe Céspedes. Todo Bersuit en pleno está sentado alrededor de una larga mesa en la oficina de su compañía discográfica, ubicada en lo más alto de un edificio que permite ver el boom inmobiliario que Palermo viene arrastrando desde hace varios años. Una geografía que en nada se corresponde con lo que el grupo acaba de ver en su intensa gira por el país. “Mirá la cantidad de porteños que nos rodean. ¡Hay que vivir sabiendo que el de arriba tuyo está cagando justo donde vos estás comiéndote un bife! Ese problema no le ocurre a la gente del interior. Hay lugares a los que llegamos y vemos a la gente tomando mate en la vereda, o jugando con los perros en la calle. Nosotros nos asomamos desde las ventanillas de la combi y les gritamos: ‘¡Cuidado con la inseguridad!’. Y ellos se ríen. Tal vez nosotros seamos la inseguridad”, narra Dany Suárez, uno de los dos cantantes que carga con la responsabilidad artística y simbólica de sustituir al viejo compañero que ya no está. “¿Cuál compañero?”, intercede uno, con una sonrisa pícara.
El grupo trata de asumir con la mayor naturalidad posible este nuevo formato, expresión que al guitarrista Osky Righi no le causa mucha gracia. “¡Claro que es un nuevo formato, Osky!”, lo contradice Céspedes. “No está Gustavo (Cordera) y nosotros somos más viejos.” La nueva intentona de este Bersuit reversionado se traduce en El baile interior, su flamante disco, que agrupa una docena de canciones y espera ser presentado oficialmente el sábado 6 de septiembre en el Luna Park. “Le pusimos ese nombre por el hígado, que sube y baja, ja. También por lo rítmico del latido, y porque es un disco muy federal, con todos los ritmos posibles”, define el Cóndor Sbarbati, la otra voz cantante del combo. Y Suárez, su ladero en los micrófonos, profundiza: “Es un disco que tiene más gira, más ruta. Y más colores. Haber compartido muchas horas nos permitió desarrollar composiciones en común. La revuelta, el disco anterior, fue quizás un trabajo de bisagra, pensado más que nada como una experiencia para volver a estar juntos después del parate”.
Conciertos, peñas, festivales, calles públicas y casas particulares. Los lugares por los que Bersuit pateó desde que volvió a la actividad en 2011 fueron tan variados que hasta se incluye una presentación en la cárcel de González Catán. “Fue, por lejos, una de las experiencias más fuertes que vivimos en nuestras vidas”, arriesga el tecladista Juan Subirá, sin exagerar. “Los presos bailaban adelante nuestro con familiares y guardiacárceles. Uno, incluso, subió a cantar ‘Mi caramelo’ y se lo dedicó a la mamá, que estaba ahí.”
Dany Suárez: –¡En una publicidad japonesa! Aunque la teca nunca llegó. ¿Tendremos que ir a buscar el cheque a Tokio? No se supo lo que pasó. Y hace poco llamó una DJ de Asia para incluir “El viento trae una copla” en un disco. Son cosas extrañas, como haber tocado antes que Metallica o llegar con los instrumentos a un lugar, en México, y que el dueño abriera la puerta despacio y dijera: “Sí, ¿qué tal? ¿Qué andan buscando?”. Veníamos de hacer dos Obras, y el tipo no tenía ni idea de quiénes éramos. Nos terminaron viendo cinco hinchas de Racing. Hubo más gente en el asado que el mismo tipo nos hizo al día siguiente.
Carlos Martín: –El viaje interior estuvo producido por Cachorro López, al igual que La revuelta, y en ambos casos nos propuso una forma de laburo nueva, que consiste en grabar de a uno, y no todos juntos, como ocurría en la época en la que estaba Gustavo (Cordera). Cada uno hace lo suyo, deja su rastro, y así vamos pasando todos.
Osky Righi: –Cuando grabábamos juntos, había menos margen de error, porque teníamos que entrar al estudio con una idea preconcebida. De esta forma, en cambio, pudimos crecer desde otros lados, agregándole cosas sobre la marcha o buscándole otras vueltas. Fuimos del demo al disco dentro del propio estudio de manera muy relajada.
C. M.: –Tratamos de disfrutar de todos los procesos porque, si no, nos volveríamos locos. Y, en este caso, tuvimos mucho margen para la creación dentro del propio estudio. Uno se sabe los acordes y empieza a tocar, pero nunca sabe dónde va a terminar eso. El único que tiene la compaginación final en su cabeza es el productor, y en ese sentido Cachorro apostó mucho a la naturalidad de lo que hacíamos, rescatando siempre la primera intención de todo lo que tocábamos.
Pepe Céspedes: –¡Nos acomodamos bien porque somos de todos los partidos! Es un chiste... hablando en serio: creo que la política tendría que tener arte, y no al revés. Está bien que el Gobierno de la Ciudad ponga el rock al alcance de la gente con recitales gratuitos. Y lo de la Secretaría de Cultura (ahora Ministerio) fue genial. Se trata de un concurso nacional que se llama Maravillosa Música, y que les permite a los pibes tocar con buen sonido, luces, una gran producción y compartir el escenario junto a bandas conocidas. Noso-tros, cuando recién empezamos, tocábamos en festivales re cachivaches, donde pedíamos un cable y nos decían: “¡Arreglate como puedas!”. Es una propuesta hermosa y va a tardar mucho tiempo en visualizarse. Esas aproximaciones de la política son interesantes. Ahora estaría bueno que por fin se instrumentara la Ley de la Música.
Juan Subirá: –¡Por supuesto, si tenemos más convivencia entre nosotros que con nuestras familias! Y lo tratamos en la terapia grupal que hacemos desde hace tres años. Pepe lo había sugerido hará una década, pero en ese momento nadie le dio pelota. Había referencias de gente que lo hizo y le sirvió mucho, como por ejemplo Les Luthiers. Bersuit se trata, históricamente, de una banda conflictiva, no sólo porque somos muchos sino, también, porque somos muy diferentes. En aquel entonces no hubo quórum, pero cuando volvimos tras el parate pensamos que podía ser importante contar con ese apoyo. Es un espacio para conversar y charlar desde otro lado para resolver los quilombos, o al menos para visualizarlos. La terapia te permite desarrollar espacios de comunicación iguales para todos, que no son ni la sala de ensayos, ni el estudio de grabación, ni la gira. Y permite expresar cosas que te quedan atragantadas.
O. R.: –Por ejemplo... ¡Háganlas más tarde, hijos de puta! Ustedes, porque tienen pibes chicos y madrugan, pero yo tengo hijos grandes y ya tengo las bolas llenas de levantarme temprano. ¡Hace 24 años que me estuve levantando a las 8 de la mañana, pero nadie me escucha!
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